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“Me pusieron en la lista negra por apoyar un refugio para mujeres víctimas de género”

Jóvenes en una manifestación contra Daniel Ortega en Managua el 12 de julio. |

Raquel Franco

Tamara Baquedaneo es de origen nicaragüense y vive en Cantabria como refugiada tras huir de su país por el asedio policial que sufría. El país centroamericano sufre la crisis más sangrienta desde 1980, las protestas en contra del Gobierno de Daniel Ortega se han cobrado la vida de centenares de personas y desaparecidos, además de miles de heridos y cientos de presos políticos. Nicaragua se enfrenta a un plazo de 75 días para presentar un informe que busque la salida negociada y restaurar el orden democrático después de la represión contra las protestas de los civiles.

Baquedaneo habla de la situación que la llevó a huir de su país, pertenecer a la lista negra del Gobierno la puso en el punto de mira de los paramilitares que la intimidaban quedándose frente a su casa. Esta situación fue provocada por ser hija de un preso político y pertenecer a un grupo de activistas que luchan a favor de los derechos de las mujeres. La suma de estos dos factores hizo que esta feminista tuviese que exiliarse en octubre de 2018.

¿Por qué decide venirse a España?

Sufría persecución política en mi país. Mi padre había sido detenido y era preso político. Cuando él empieza a ser perseguido, comienzan también a perseguir a la familia. Yo trabajaba para el Estado, lo que fue un detonante de la situación que me hizo tomar la decisión de salir. En una semana me decidí y busqué el lugar. Tenía a los militares fuera de mi casa como forma de intimidación, ese fue el mayor problema, el asedio policial.

¿Cómo consiguió llegar a España?

No fue fácil. El costo de los billetes era elevado, esperé a ver si las cosas se ponían mejor, pero pasó lo contrario, así que en septiembre compré los billetes para salir en octubre. Al final tuve que marchar de Nicaragua y refugiarme en la frontera con Costa Rica, donde me hospedé en una casa de seguridad esperando a que saliera mi vuelo. Sin embargo, tuve que cambiar los billetes para salir desde Costa Rica por los problemas que podía tener en el aeropuerto. No era posible salir por mi país, allí tienen un proceso. Primero comienzan a asediarte y a continuación te meten en unas listas para posteriormente capturarte. Durante el proceso, una de las chicas sufrió violaciones: te agarran para intimidarte, te secuestran y después muchas mujeres sufren violaciones o son desnudadas.

Además, yo trabajaba en una organización llamada 'IN Defensor' a favor de los derechos de las mujeres y allí me dijeron: “Tienes que salir, mira todo lo que está pasando, incluso muchachos y muchachas que estuvieron en casas de acogida en Costa Rica sufrieron amenazas. No te quedes dentro de ese país, permanece en la frontera hasta que salga el vuelo a España”. Y así lo hice. 

¿Alguna vez sintió esos abusos de los que habla?

Me sentí acosada por el hecho de ser defensora de los derechos de las mujeres, porque fuimos una de las primeras asociaciones en levantarnos contra el Gobierno y que consiguió mover masas. Por apoyar un refugio de mujeres víctimas de violencia de género estaba en la lista negra, no solo por lo de mi padre, tenía varias razones por las que tener al Gobierno y a los paramilitares encima de mí.

¿Cómo es vivir sin su familia?

Horrible, es una de las peores experiencias que he tenido y que hasta día de hoy no consigo superar. Hablo con la psicóloga de la organización y le decía: “Hasta el día de hoy no me hago a estar aquí. No es una decisión que yo quise tomar, fue por seguridad y estoy contando los días para volver”. Estoy sola y por cuestiones de refugio. Además, la primera en salir fui yo, pero una de mis hermanas también tuvo que abandonar el país, y también mi tía, porque éramos las que estábamos más cercanas y vinculadas con mi padre.

¿Ha sentido racismo al llegar a España, en concreto a Cantabria?

Racismo como tal no he sufrido, pero si soy consciente de que me tratan diferente. Incluso he sentido que trabajadores de la organización, no directamente a mí, pero si a algunas chicas, las han tratado mal. El problema es que no sé hasta dónde llegan mis derechos aquí, no sé qué puedo decir. Por lo menos en mi país sé hasta dónde puedo llegar, pero aquí me confunde todo.

Si vas a trabajar con personas es así como tienes que verlas, tienes que tener tacto social. Tuve una experiencia en la que un trabajador de mantenimiento respondió mal a uno de los refugiados, llamándole “asilado” pero de una forma despectiva. Esto para mí fue muy feo porque se supone que trabajas en una entidad que nos apoya como lo hace, por ejemplo, mi trabajadora social.

Muchas veces no te sientes libre de decir o decidir muchas cosas, personalmente siento como que no soy nadie. En Nicaragua tenía mi profesión y aquí vas a planes de empleo y te dicen que si no tienes un título, no tienes nada.

¿Tiene esperanza por volver a Nicaragua?

Sí, acaban de sacar a mi padre de la cárcel. Estamos esperando a ver cómo va todo, ya que el país ha sufrido muchas sanciones por parte de Estados Unidos. Realmente, estamos sopesando la situación, si vemos que la cosa se vuelve peligrosa buscaremos cómo sacarle a él también de allí. Si puedo lo traeré aquí conmigo y si no, pues a cualquier otro país. Pero en definitiva, tengo esperanza de volver.

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