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La dificultad para acceder al título de refugiado: “No te dicen explícitamente que te van a matar y eso te deja sin pruebas para solicitarlo”

David Murillo.

Blanca Sáinz

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Si ser refugiado político ya es una cuestión complicada por el hecho de abandonar tu país y a tus allegados en un momento de conflicto... ¿Qué ocurre cuando ni siquiera sabes si podrás aspirar a obtener los papeles en tu país de destino? Eso es justo lo que se pregunta el colombiano David Murillo (Cali, 1975), y aunque solo lleva en Santander un mes, reconoce que le produce cierta inquietud el no saber qué ocurrirá cuando le caduque el visado de turista en unos meses.

“No te dicen explícitamente que te van a matar, no tengo pruebas a la hora de solicitar el título de refugiado ni para denunciar. La cuestión es que te empiezan intimidando y llegan a perseguirte”, relata a elDiario.es. Y es que desde las protestas de mayo en Colombia, provocadas por la reforma fiscal que pretendía subir impuestos a las clases bajas y por varios años de descontento del pueblo colombiano con el que denominan como 'líder en la sombra', el expresidente Álvaro Uribe, la situación en el país se ha convertido en insostenible. “Vivimos en una dictadura narcoparamilitar que está encabezada por un partido de ultraderecha, y cuando nos levantamos contra ello desaparecen cerca de 800 personas”, explica Murillo.

Asimismo, y tal como cuenta, él no está de acuerdo con la violencia de algunos de los manifestantes e incluso asegura que no estuvo relacionado con ninguno de los actos vandálicos: “Pero eso da igual, para ellos todos los que estábamos por allí estábamos implicados... Todo lo van a judicializar, y lo que no judicializan termina en desaparición”, señala el ciudadano colombiano.

Su caso, como el de tantos compatriotas comenzó al recibir el chivatazo de que en los grupos contrarios a las protestas se estaba hablando de él: “Decían que éramos vándalos, que había que hacer limpieza, y nos llamaban con pseudónimos. A mí me avisaron y me dijeron que tuviese cuidado, y como con la Policía tampoco se puede contar, me tuve que ir. Vine aquí para evitar problemas”, asevera.

Y es que al acudir a la Policía le dijeron frases como “ya nos veremos” o “tú sigue así”, lo que para Murillo supone una clara amenaza: “Tampoco podía decir quién me había dado el chivatazo porque automáticamente esa persona pasaría a estar en peligro”, admite con tristeza. No obstante, este profesor universitario reconoce que es un “privilegiado” por tener la posibilidad de venir a España: “Estuve viviendo aquí entre 1998 y 2011 por cuestiones laborales, y eso me hace sentirme en Cantabria como en casa. Además, creo que ahora mismo puedo hacer más desde España que estando allí”, indica.

Precisamente, en este momento, además de teletrabajar impartiendo clases, se encuentra realizando tres proyectos que siguen funcionando en el país latino. El primero es 'Universidad pa'l barrio', en el que se dedican a dar clase en los puntos de resistencia “poniendo la educación y el arte como una opción gratuita y para todos”. La segunda es un documental que está preparando junto a algunos compañeros sobre lo que ocurrió en las protestas a través de la recogida de imágenes, pero para ello aún se encuentran recaudando dinero para poder terminarlo.

El tercero es a nivel internacional, con Mensajeros de la Paz y una comisión de colombianos en Canadá, para que cuenten cómo está la situación en el país: “Ahora van a hacer un recorrido por distintos sitios con observadores canadienses para garantizar la seguridad de la gente que haga la misión de paz en Colombia”, argumenta.

Más allá de sus proyectos y adentrándose en la posibilidad de que la situación mejore y pueda volver a su país, Murillo afirma que no le queda esperanza: “El año que viene hay elecciones, y si vuelve a ganar la derecha, mal; pero si gana la izquierda... la ultraderecha se va a armar contra el Gobierno. Además, tenemos claro que se nos van a robar votos, así que robarán las elecciones y cuando eso pase ahí sí que tendremos una guerra civil”, advierte.

Por este motivo, y pese a que quiere consultar con abogados e incluso con la Policía española para ver cómo puede solicitar la calidad de refugiado, también tiene pensado estudiar para poder permanecer en España, o bien conseguir un visado de trabajo: “Es complicado porque vivo aquí pero con el sueldo de Colombia, así que se podría decir que estoy sobreviviendo quedándome en casa de amigos y demás...”, cuenta.

Al concluir la entrevista, este periódico pregunta a David cómo se encuentra tras estos meses, y tras varios segundos de silencio, sus palabras hablan por sí solas: “Estoy como en una irrealidad después de tanta adrenalina. He estado mucho tiempo con mucho miedo y con un día a día muy intenso. Ahora estoy como una fantasía y me está costando... Es como si me deprimiese que mi vida ya no esté en peligro. Es irónico y muy raro”, concluye.

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