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ENTREVISTA

Ferrán Pontón, compositor de Egon Soda: “La inspiración se trabaja, te tiene que pillar sudando”

Los seis integrantes de la banda Egon Soda.

Rubén Alonso

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Ferrán Pontón es compositor y guitarra de Egon Soda, una banda de rock con más de una década de bagaje y con la particularidad de que sus miembros trabajan y colaboran con otros grupos. Para sus seis integrantes, Ricky Falkner (voz y bajo), Charlie Bautista (teclados), Xavi Molero (batería), Ricky Lavado (percusión) y Pablo Garrido –además de Ferrán–, cuando se juntan –porque viven en ciudades diferentes– supone volver a casa, encontrarse con 'la familia', y hacer lo que más les gusta entre amigos. Así han sacado cinco discos, el último este año, 'Bellaurora': “Trabajamos sin la presión que tienen proyectos más grandes con agendas más duras”, asegura en conversación con elDiario.es.

Los seis integrantes de la banda viven en ciudades distintas e incluso trabajan en proyectos diferentes con otros artistas. ¿Qué supone para ustedes que llegue el momento de juntarse para volver a componer para Egon Soda?

Se podría utilizar como metáfora lo que todos vamos a sentir estos días cuando por Navidad nos encontremos con toda la familia y volvamos al hogar. Con Egon Soda pasa igual. Es un proyecto que es 'casa', como la madre o como el cable a tierra que nos conecta con la música. Casi siempre que nos podemos encontrar es encima de un escenario porque como vivimos en ciudades distintas es imposible ensayar y tener las dinámicas que tienen las bandas normales. Ya las tuvimos cuando éramos más jóvenes, pero ahora mismo los encuentros se limitan a un estudio para grabar un disco o a un escenario para tocar en directo. 

Lo toman entonces como una especie de refugio o resguardo de la rutina acelerada del día a día de otras bandas con las que trabajan...

Sí, tiene eso y ese punto de intensidad emotiva que viene dada por la falta de presión, porque en Egon Soda nos dejamos ir mucho y hacemos las cosas como nos apetece y como nos sale sin la presión que tienen proyectos más grandes con agendas más duras. Eso se nota también en la música: nos permite llegar a otros niveles de profundidad. 

No es la primera vez que utilizan el término ‘casa’ para definir los encuentros de la banda. ¿Cree que nos hacen falta más lugares o actividades que identifiquemos como 'casa' dado el difícil contexto económico y social que vivimos y que repercute además en nuestra salud mental?

Totalmente de acuerdo. El amor y el cariño son gratis de dar y tan agradecidos de recibir que cuando los puedes poner en práctica te salvan porque pueden con todo. La amistad que tenemos Ricky Falkner, Xavi Molero y yo tiene 35 años de antigüedad y eso implica que hayamos pasado muchas crisis de todo tipo, desde económicas hasta la pandemia, incluso la adolescencia, que es una crisis bastante complicada [ríe]. Y la amistad se ha mantenido ahí. A veces, por la presión que nos ejerce el sistema, se nos olvida que hay elementos que se escapan a él, como son el cariño, el amor y la capacidad de generar lazos entre nosotros. 

Entre disco y disco de Egon Soda pasan varios años... ¿Qué ha ido cambiando de uno a otro en la manera de trabajar y de componer juntos y qué permanece siempre como inalterable pese al paso del tiempo?

Básicamente creo que vamos aprendiendo. Con cada disco nuevo han pasado otros discos de otras bandas y proyectos en los que hemos participado y de los que hemos aprendido. Egon Soda se nutre de esa experiencia. Aunque por otro lado, el funcionamiento básico casi siempre ha sido el mismo: yo soy compositor de letra y música de casi todos los temas, hago maquetas bastante horrorosas en mi casa, se las paso al resto de la banda y luego las comentamos antes de reunirnos para tocar y hacer discos. Casi siempre es el mismo proceso, pero a la hora de grabar hemos ido aprendiendo tanto de los nuestros como de los que hemos hecho con otras bandas. 

El título del nuevo disco tiene que ver con un pequeño rótulo de una calle de Barcelona, un cartel que te puede pasar desapercibido o que te llama tanto la atención como para que acabe dando nombre a un nuevo trabajo. ¿La inspiración para un artista se espera o se busca?

Yo creo que la inspiración te tiene que pillar sudando, es decir, trabajando. Si no, la inspiración pasa. Las cosas están ahí y si no las buscas no las ves. En casos como el de este rótulo, en un edificio pequeñito y abandonado, si no lo buscas, no lo ves. Mucha gente me ha dicho que ha pasado millones de veces por delante y que no lo había visto, y está en el centro de Barcelona, al lado de Plaza Catalunya. Es importante ser proactivo a la hora de crear, porque la inspiración no solo viene del que crea, sino también del que recibe. Hasta cierto punto son elementos que no puedes manejar, pero lo que sí puedes manejar es el tiempo que le dediques, la pasión que le pongas y la sinceridad con que hagas las cosas. 

En una ocasión aseguró que nadie les aprieta porque “a la llamada industria musical poco le importamos”. ¿Diría que eso es bueno o es malo?

Creo que es bueno si a lo que nos referimos es a crear, a hacer música y a transmitir. Ahí, desde mi punto de vista, la industria musical tiene poco que decir. Otra cosa es vivir de esto y que el proyecto sea rentable, pero no siempre tiene que influir en lo que haces. Nosotros tenemos la suerte de darle la vuelta a la situación y pensar cómo podemos disfrutar al máximo con lo que tenemos. No tenemos una gran discográfica detrás o no tenemos grandes cachés con los que lidiar, pero sí tenemos 12 manos, seis personas, con una implicación absoluta con la música. Pues trabajemos en ese camino, que es realmente lo que nos interesa, y en mi modesta opinión, es lo que con el tiempo queda. Las inmersiones personales en la creatividad siguen permaneciendo independientemente de la situación en la industria del arte que sea. 

¿Es ahora o antes más complicado vivir de la música?

Ahora es complicadísimo. Yo por suerte tengo otro trabajo, del cual es muy difícil vivir también, porque soy editor de libros, pero después de la pandemia, que fue terrible para todos, no solo para los músicos, se ha ido levantando todo muy lentamente. En los festivales ha habido una rapidez considerable, pero en las salas aún cuesta muchísimo. La presión económica sobre la gente afecta y hace que no tenga tanto dinero o lo quiera destinar a determinadas cosas mucho más perentorias que ir a un concierto. Eso se nota y hace que sea mucho más difícil vivir de la música, pero también ahora es más fácil hacer música que nunca. Las nuevas tecnologías y los home studios han permitido que cualquiera pueda hacer música desde cualquier sitio con herramientas muy profesionales. 

Durante una reciente entrevista se definieron como “extrema izquierda”. ¿Cada vez hay menos grupos que se posicionen abiertamente de forma ideológica?

Sí, porque la ideología se ha convertido muchas veces en otra cosa que no es exactamente política. Cuando dije eso me cayó una buena bronca por parte del resto de grupos [ríe] porque obviamente yo no puedo hablar por todos ellos. Lo que quería decir y sigo pensando es que el posicionamiento de Egon es muy evidente, está en las letras que escribo yo, y yo me considero de extrema izquierda. Y cuando digo de extrema izquierda es porque me han acabado poniendo ahí. Todo el mundo se ha ido escorando tanto a la derecha que al final me he quedado en la extrema izquierda [ríe]. La opción política ahora se ve como algo vacuo y banal con muy poco enganche emotivo e incluso intelectual. Pero hay otro tipo de visiones del mundo que no necesariamente tienen que estar ligadas con la política y que creo que también dan entidad a los grupos. Esas visiones han ganado espacio por encima de los posicionamientos clásicos. Y a mí, que ya tengo una edad y tengo una guerra hecha, me parece muy bien que esos posicionamientos vayan variando y se vayan volviendo caducos porque si seguimos siempre en las mismas trincheras jamás avanzaremos. Hay nuevas maneras de implicarse con el resto del mundo que no hablan solo de derechas e izquierdas, sino de género o medio ambiente, por ejemplo. Y aunque eso no se defina como política ni los propios músicos lo consideren como tal, creo que está en muchos grupos, y desde mi punto de vista eso es política. 

Para terminar, ¿qué espera de la actuación de este domingo en el Magdalena Winter?

Tenemos unas ganas locas. El último concierto que debíamos hacer fue en Barcelona y se canceló por la lluvia justo al momento de salir al escenario. Además, en México tocamos en acústico y ahora tenemos unas ganas brutales de tocar con banda. Poder tocar con Sidecars, que son amigos y son familia, para nosotros es una súper oportunidad. Ellos tienen un público amplísimo, en muchas cosas muy distinto al nuestro, aunque musicalmente no estemos tan distantes los unos de los otros. Para nosotros será una gran oportunidad de que nos escuche gente que a lo mejor no ha oído hablar de nosotros. 

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