Pepe Viyuela: “Si estuviésemos en un barco y se hundiese, muchos políticos se olvidarían de que los débiles van primero”
En medio del caos, la obra 'Esperando a Godot' llega como un soplo de aire fresco para darse cuenta de que quizá el ritmo no es tan importante siempre y cuando se pueda disfrutar del camino. Pero si hay algo con lo que Pepe Viyuela, uno de sus actores principales, está de acuerdo, es con lo “brillante” de una obra escrita por Samuel Beckett en 1940 y que es capaz de adaptarse con tanto tino a una situación tan excepcional como la actual: “Eso demuestra una vez más el poder que tiene la función en su propia ambigüedad”, argumenta. Sin embargo, aparte de hablar de la representación que trae al Palacio de Festivales de Santander este fin de semana, el actor y cómico se abre en canal analizando de forma precisa y firme la situación de la cultura en España e incluso cuestionando lo “mísero” de las actitudes de algunos políticos en lo que respecta a la vacunación. Tal y como ha hecho siempre, Viyuela no teme a las críticas y prefiere expresar su opinión a quedarse con las ganas.
Acude este fin de semana a Santander a presentar 'Esperando a Godot', una obra en la que se está está esperando algo que nunca llega... ¿Quizá ese es el mejor paralelismo con lo que le pasa a gran parte de la sociedad occidental?
Sí, yo creo que esa es la idea que quería transmitir Beckett al escribir la función: la idea del ser humano como alguien que navega por el tiempo sin un rumbo determinado, que anda perdido… Esa falta de sentido real de la existencia y esa necesidad que tenemos de buscarnos alicientes que nos ayuden a vivir y nos alimenten. Es lo que les pasa a los personajes de la función, que están en un espacio sin definir, en un tiempo que tampoco saben muy bien cuál es, y andan buscando y esperando algo que tampoco están seguros ni siquiera de que se llame como lo están llamando. Esa desorientación, esa pérdida, esa ausencia de sentido a lo que le rodea al ser humano, es lo que pienso que era a lo que apelaba Beckett con 'Esperando a Godot'. Y sí, por otra parte creo que la función ha tenido tanto éxito desde que se estrenó en el año 1953 precisamente porque habla de una situación que, por mucho que cambien las circunstancias, sigue estando en el fondo de la existencia humana.
También se puede comparar la falta de acción de la función, con la vida desde que comenzó el coronavirus... ¿Terminaremos asumiendo que ya habrá momento de vivir, o que acabaremos conociendo a Godot?
Pues en el caso de los personajes lo pasan bastante mal. Ellos están las dos horas a las que asistimos en el teatro intentando encontrar una razón a lo que hacen y a su situación, y ese es el reflejo de lo que nos pasa a nosotros en nuestras vidas. Buscamos dinero, trabajo, cierta relevancia social, tener propiedades… Dependiendo de cada uno, entretenemos nuestra vida del modo que preferimos o podamos. Eso siempre y cuando estemos hablando del primer mundo… En el caso de los refugiados tienen unas condiciones de vida absolutamente marginales, lo que está muy cerca también de lo que quiere hablar Beckett. Él hablaba de una situación de posguerra después de la II Guerra Mundial, pero una de las cosas maravillosas que tiene esta función es que se adapta como un guante a cada una de las situaciones que hay. Y hoy en día, que estamos viviendo una situación de pandemia a escala internacional, es imposible no verse reflejado en la obra, en esos personajes que, como nosotros, están esperando que llegue una solución a su situación. En nuestro caso todos estamos esperando que esa vacuna funcione, que la situación económica cambie, que los hospitales estén por fin mas desahogados, que la muerte deje de estar cerca de nosotros debido al virus… La vida del ser humano se resuelve en esperar cosas, y desde que comenzó la pandemia la representación ha cambiado en todo. Nosotros la estrenamos en noviembre de 2019, cuando la pandemia todavía no había aparecido, y la leíamos y la interpretábamos de un modo. Ahora, sin embargo, aparece la realidad, se cuela entre las tablas de la escena y se percibe la función de otro modo. Eso demuestra una vez más el poder que tiene la función en su propia ambigüedad, porque se refiere a muchísimas cosas a la vez y a ninguna en concreto.
Estamos preparados para cuestionarnos, pero es muy incómodo darse cuenta de que somos seres muy inferiores a lo que nos creemos
Esta representación pertenece al teatro del absurdo, famoso por cuestionar tanto la sociedad como la propia existencia humana. ¿Cree que estamos preparados para cuestionarnos? ¿O lo evitamos a toda costa?
Creo que estamos preparados y que es lo que debemos hacer porque es la única manera de crecer. El problema para mí es cerrar los ojos ante lo que nos rodea. Eso es lo que hace que hace que caminemos y nos vayamos dando más golpes cada vez, eso es el hecho de ignorar la realidad o no mirarla con los ojos muy abiertos y cuestionándola. Pero cuestionándonos también a nosotros mismos y a nuestros propios comportamientos. Lo que pasa es que es muy duro vivir constantemente dándose cuenta de lo pequeño que uno es, de las dificultades que tiene para enfrentarse a la vida, de cómo es de difícil afrontar cuestiones como la del reparto de los bienes, cómo el desequilibrio en el mundo es cada vez más grande, cómo la violencia o nuestros prejuicios hacen que la vida sea cada vez, o por lo menos nunca del todo agradable… Es difícil vivir con eso, pero hay que mirar a los ojos y preguntarse por qué ocurre, y a partir de ahí es cuando podremos encontrar una solución. Claro que estamos preparados, lo que pasa es que es muy incómodo darse cuenta de que somos agresivos y de que somos seres muy inferiores a lo que nosotros nos creemos.
La mejor forma de salir de la crisis no es tirándose piedras unos a otros, ni diciendo "yo lo necesito más que tú", porque en este momento lo necesitamos todos
Se ha quejado en varias ocasiones de la falta de apoyo a la cultura por parte de las instituciones... ¿Cómo lo ha vivido desde que arrancó la pandemia?
En lo que tiene que ver con las ayudas y el apoyo de las instituciones públicas, creo que ahora mismo quizá sea el peor momento para solicitarlas porque estamos pasando por un momento en el que todo el mundo necesita ayuda. Así que pienso que hay que hacer un esfuerzo común y conjunto para intentar salir todos de esta situación a la que nos ha abocado la pandemia, pero no creo que sea el momento de pedir más para uno que para otro. Ahora es momento de mirar alrededor y ver que todos estamos en el mismo barco, que dependemos los unos de los otros. Ocurre con el turismo y la hostelería, por ejemplo, que están íntimamente relacionados con nuestro sector, porque si los teatros están casi vacíos y la gente tiene miedo de ir a ellos, también tendrá miedo de salir, de viajar y de disfrutar del ocio y del tiempo libre. Considero que no es momento de tirar de la camisa para un lado y para otro, porque la camisa se puede romper,... Yo no me puedo quejar desde el punto de vista individual, pero soy muy consciente de que se está pasando muy mal porque se han suspendido giras, se han cortado rodajes… El sector ha entrado en una crisis muy aguda, pero creo que la mejor forma de salir no es tirándose piedras unos a otros ni diciendo “yo lo necesito más que tú” porque en este momento lo necesitamos todos. Lo que también veo es que la gente a lo largo desde este tiempo sí que se ha hecho muy consciente de la importancia de la cultura. Y eso ha ocurrido porque nos hemos estado alimentando de ella mientras hemos estado encerrados, y, ahora que salir es complicado, recurrimos a los libros, las películas… Aunque sea inconsciente, cada vez estamos más pegados a la cultura por necesidad y por supervivencia. El valor de la cultura en lo que tiene que ver con la consciencia de la inmensa mayoría de la gente se ha revalorizado.
O sea, que el Gobierno aún no lo ha decepcionado en lo que se refiere a la cultura…
Pues es que creo que la situación es tan complicada que no ha podido haber una respuesta generosa a las demandas del mundo de la cultura en la medida en que no la ha podido haber para nadie. Entiendo que hemos tenido que volcar nuestros esfuerzos en el tema de la investigación, por ejemplo, que me parece fundamental también porque la ciencia no es menos cultura que lo que puede ser el teatro. Y cuando nos referimos a la falta de inversión a la cultura, también nos estamos refiriendo a la falta de inversión en investigación, que en estos momentos se ha hecho evidente que era raquítica .Espero que se aprenda de ello para que de cara al futuro confiemos más en la necesidad que tenemos de invertir en cultura, y ahí hablo de ciencia también.
Me abstengo de opinar en redes sociales porque no me parece el sitio, y no se trata de un problema de censura sino de elección
¿Cree que, como algunos dicen, hoy en día somos un poco menos libres de decir lo que pensamos que hace unos años?
Creo que las redes sociales lo que han hecho fundamentalmente ha sido enturbiar mucho el panorama de la opinión, y lejos de aclarar el agua, lo que han hecho ha sido revolverla más. Una red social no es sitio para un debate. Es un sitio para opinar, pero un debate real con argumentos sólidos y bien desarrollados no se puede llevar a cabo, entonces se vuelve indigerible porque uno no puede estar al tanto de todo lo que ocurre en redes sociales porque pasa tantísimo… Y hay un cúmulo tan enorme de opiniones diversas que es imposible estar al tanto de todo, y lo peor no es eso, lo peor es que se ha radicalizado mucho el discurso -por llamarlo de alguna manera, porque no es discurso-, y se llega muy fácil a la descalificación.
Pero opinar podemos todos, lo que pasa es que yo ya en redes sociales me abstengo bastante de hacerlo porque no me parece el sitio, y no se trata de un problema de censura sino de elección de dónde debes expresar tus opiniones, y yo hoy en día confío mucho más en la prensa que en las redes... Es que no aclaran nada, solo calientan el ambiente y yo creo que confunden muchísimo. Pero vamos, sí que siento que hay libertad de expresión a pesar de que no pienso que en las redes sociales haya un ambiente bueno para opinar.
En el mundo de la cultura sigue habiendo mucho miedo a posicionarse políticamente por si perjudica, y la mejor forma de que esto deje de pasar es opinando
Hay compañeros del mundo de la cultura que se mantienen equidistantes en lo que respecta a las opiniones políticas. ¿Por qué sigue pasando esto?
Porque hay mucho miedo a que te pase factura. Hay miedo a posicionarse, a decantarse claramente por una determinada facción y que te perjudique. Pero creo que la mejor manera de que eso deje de pasar es opinando. Haciendo ese ejercicio de opinar sin ningún tipo de cortapisa más allá de la que tú mismo le puedas poner a tus propias opiniones... En mi caso tengo que decir que no lo he notado, o por lo menos yo no lo he percibido. Siempre he expresado claramente mis afinidades ideológicas y no ha pasado nada, pero a veces sí que es cierto que te resulta incómodo porque tienes algún tipo de crítica, aunque desde el punto de vista laboral no he tenido nunca ningún problema. Y si lo he tenido no me ha llegado, es decir, a lo mejor he dejado de tener algún trabajo, pero nunca me ha llegado la idea, o alguien me ha dicho que no me han contratado allí o aquí porque soy de izquierdas. Aún así, más allá de eso, considero que el gran ejercicio democrático es que cada uno exprese lo que opina con toda la educación del mundo y sin faltar a nadie. Ninguno pensamos como el de al lado, pero la grandeza de la democracia está, precisamente, en que podamos expresarnos y valorar que otros lo hagan.
Últimamente estamos viendo cómo algunos se están aprovechando de su posición para vacunarse, pero es que antes de esto la decepción hacia los políticos vino con la corrupción… ¿Qué es peor para Pepe Viyuela?
Están unidas. Cuando uno se preocupa desde un cargo político más de sí mismo que de los demás, que de aquellos a los que tiene que servir -porque la política es un servicio-, entonces ya incurre en cualquier tipo de atrocidad. Si uno no se da cuenta de que desde un cargo público lo que está haciendo es servir a los ciudadanos, enseguida cree que el dinero que pasa por sus manos es suyo y busca formas lo más ingeniosas posibles, o muchas veces muy burdas, de apropiarse de él. Y en este caso, estando en un organismo público y teniendo responsabilidades de cara a la lucha contra la pandemia, verse con el derecho a vacunarse antes me parece escandaloso. Se han olvidado de que realmente no están ahí para tener privilegios, sino para seguir ayudando. De lo contrario, podrían hacer pública su disconformidad diciendo que tienen que vacunarse ellos los primeros porque están ahí gestionando temas relacionados con la pandemia, o no sé. Pero en vez de hacer eso se vacunan, y luego cuando son pillados intentar justificarlo por todos los medios. Es muy triste, la verdad, sobre todo tratándose de gente joven... Con este tema también pienso en qué pasaría si estuviésemos en un barco y se hundiese, y creo que muchos políticos se olvidarían de aquello de que los débiles van primero. Se recurre a cualquier cosa para salvarse uno, y a mí me parece bastante miserable ese comportamiento. Habría que escuchar también a esas personas, por supuesto, pero visto desde fuera me parece que eso no se hace. Creo que, además, si yo tuviese a alguien cercano con quien tuviese confianza y lo hubiese hecho, me enfadaría bastante y le pediría explicaciones. A estas personas no las conozco personalmente y no puedo hacerlo, pero desde donde estoy sí que puedo decir que me parece innoble y poco ético.
Si uno utiliza el humor contra alguien que es más débil que él, está ejerciendo un abuso e incluso una especie de tortura
¿Es de los que piensa que el humor debe hacerse 'hacia arriba'?
Creo que el humor tiene muchísimas posibilidades: posibilidades liberadoras y represoras. En sí mismo el humor no es bueno ni malo, sino que depende de la utilización que uno haga de él. Y, efectivamente, si uno utiliza el humor contra alguien que es mas débil que él, esta ejerciendo un abuso e incluso una especie de tortura. Cuando nos reímos de alguien mas débil que nosotros, no estamos utilizando bien el humor, lo estamos utilizando como un arma arrojadiza hiriente contra alguien que no se puede defender. Eso me parece un ejemplo de mal humor. Cuando uno se refiere a los poderosos, a quien tiene la sartén por el mango, yo creo que está ejerciendo un derecho a la crítica, y también está utilizando una herramienta muy útil y que es de las pocas que le quedan a uno para defenderse del poderoso: el poder reírse de atentar contra él, el ponerle en ridículo y ponerle un espejo delante para que se vea en sus acciones. Ese es un tipo de humor que me gusta mucho porque ha servido en muchas ocasiones para criticar desde un punto de vista inteligente comportamientos del poder que resultaban muy reprochables. El tipo de humor que yo practico es más blanco, con menos mordiente política, y que tiene más que ver con una cuestión de concepto acerca de lo que somos los seres humanos en general. Pero hay muchísimos tipos de humor y el único que descarto es del que he hablado primero, el humor que sirve para reprimir, para reírse del mas débil, ese me parece despreciable. El resto tiene cabida y es muy sano utilizarlos y ejercerlos. Quizá porque te puedes reír de ti mismo, o porque te puedes reír de alguien que es más poderoso y que, por lo tanto, se puede defender.
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