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El rompecabezas de la sucesión de Revilla en el PRC: cuatro décadas pendiente y media legislatura para resolverlo

El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla (PRC), durante una rueda de prensa en el Gobierno.

Laro García

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Programa 'La Clave' emitido en noviembre de 1984 en Televisión Española. Se debate sobre la autonomía de Cantabria. Un joven economista, banquero de profesión, que vivía sus primeros minutos en prime time ante las cámaras, toma la palabra de forma airada: “Bien sabe dios que yo en la política estoy a disgusto. Y estoy deseando que estos socialistas, que dicen que lo van a arreglar todo, lo hagan, para marcharme a Polaciones a pescar. Así de claro. El primer día que se cumplan las condiciones que anuncian que se van a hacer, yo cuelgo mi chaqueta de político. ¡Porque la odio! Si yo fuera un político no estaría en el Partido Regionalista. Me hubiera apuntado a uno de los grandes para llegar arriba, no a un partido donde encima me cuesta de mi bolsillo la mitad de lo que gano. Eso es así de claro”.

El protagonista que pronunciaba entonces aquellas palabras era Miguel Ángel Revilla (Polaciones, 23 de enero de 1943), líder indiscutible del PRC desde su fundación y actual presidente de Cantabria, que este sábado cumple 78 años y que ha formado parte del Gobierno autonómico durante cinco de las últimas seis legislaturas. Primero, como vicepresidente a través de un pacto con el PP, y posteriormente como jefe del Ejecutivo en coalición con el PSOE. Lleva 22 de los últimos 26 años en el poder y solo una mayoría absoluta en pleno 'tsunami' popular en 2011 lo desalojó de Peña Herbosa y lo envió a la oposición. Tras ganar las elecciones por primera vez en 2019, afronta su cuarta legislatura como primera autoridad de la Comunidad Autónoma. Ese vídeo rescatado de las catatumbas de la televisión pública se ha hecho viral en los últimos meses y el propio Revilla bromea al respecto. Sus detractores se lo echan en cara, él se ríe y justifica lo que dijo.

“Hay un vídeo por ahí circulando de hace casi 40 años diciendo que no me iba a volver a presentar… Fíjate. [Ríe]. Eso era verdad, ¿eh? Yo quería volver al banco, pero como me votaron… ¡Una putada que me hicieron! Yo no quería salir elegido”, subrayaba el pasado mes de diciembre en una entrevista en elDiario.es en la que se le preguntaba, como es habitual, por su futuro político. “No, no, no. Tendría que haber una situación muy excepcional para que yo vuelva a presentarme, pero como ya he dicho tantas veces que me voy… es normal que no me crean”, admitía también en esa conversación publicada por este periódico. Y es que, efectivamente, su retirada es un mantra que está en su boca desde hace décadas. Casi como una tradición instaurada, cada convocatoria electoral es la última. Pasó en 2003, en 2007, en 2011, en 2015, en 2019. Está por ver si sucederá también en 2023. Su salud, principalmente, suele ser el motivo fundamental. Su edad, el argumento que lo sostiene: “Es una cuestión biológica, ley de vida”, suele decir.

Ahora, en plena gestión de una pandemia mundial que ha puesto patas arriba el mundo entero, sigue diciendo que se encuentra “con ganas” y descarta rotundamente dar un paso a un lado a media legislatura para pilotar el relevo desde el poder, como tantas veces se ha insinuado. Tampoco se moja sobre quién sería la persona adecuada para ocupar una silla en la que solo se ha sentado él. En el XII Congreso Regional del PRC que se celebró hace un par de años fue reelegido como candidato autonómico por décima ocasión consecutiva y repitió como secretario general del partido, un cargo que ocupa desde 1988, en lo que es un caso único en todo el arco parlamentario a nivel nacional. No hay nadie en toda España que lleve más tiempo al frente de un partido, se haya presentado como cabeza de cartel en todas las elecciones democráticas y siga en primera línea a una edad como la suya.

“El partido está muy bien, perfectamente organizado y tiene a gente muy buena, muy buena. Yo casi ya no me ocupo del partido. Voy a las reuniones, les cuento una historia y me voy. El partido funciona. Tenemos alcaldes, concejales, diputados en Cantabria, en el Congreso… Hemos ganado hasta en Santander, algo impensable. ¿Quién lo iba a decir? Somos un partido serio y coherente”, presume Revilla, que no ha dejado ver nunca sus preferencias de cara a la sucesión.

Muchos de los aspirantes ya ni siquiera están dentro de las quinielas. Ocurrió, por ejemplo, con Vicente Mediavilla, su exconsejero de Presidencia durante dos legislaturas y una de las personas que en estos últimos años más ha sonado como posible 'delfín', que dejó la política y ahora ejerce como magistrado tras recuperar su carrera en la judicatura. También sonó como candidato otro exconsejero, Francisco Martín, un 'independiente' que acabó afiliado al PRC tras llegar al Gobierno de la mano del PSOE pero que esta misma semana ha sido cesado por Revilla. En este caso no abandona la actividad pública, porque la destitución iba acompañada de un nombramiento como futuro presidente de la Autoridad Portuaria de Santander, aunque la 'degradación' no parece un síntoma de ser el elegido, sino más bien un premio de consolación por los servicios prestados.

El tablero se mueve

Revilla, aficionado a jugar a las cartas, no muestra sus bazas. Lo fía todo “a lo que digan los militantes” cuando llegue el momento de elegir. Sin embargo, en las últimas semanas parece que se comienza a mover el tablero. Precisamente la remodelación en el Gobierno de Cantabria que ha emprendido tras varios meses de rumores servirá para que este mismo martes tome posesión como consejero de Industria y Turismo un viejo amigo y conocido: Francisco Javier López Marcano. Su lugarteniente durante muchos años, con el que ha compartido responsabilidades en el Ejecutivo -ya había sido consejero en dos etapas- y con el que hace pareja al mus, regresa con plenos poderes a modo de “rehabilitación” política y social, una vez superados todos sus problemas judiciales. Ha salido indemne de media docena de imputaciones por su anterior etapa de gestión y busca resarcirse.

Marcano tuvo que dejar la política institucional, que no la orgánica, como exigencia de Podemos para facilitar la investidura de Revilla en 2015. Lo hizo y volvió a su puesto de profesor de Latín, pero nunca ha ocultado su intención de recuperar su posición tras lo que él califica de “cacería”. Tampoco los méritos que ha hecho para estar donde está o los favores prestados a lo largo de este tiempo: “Cuando veo a Miguel Ángel, digo: ¿Mira tú que igual es presidente por mí? Y me siento muy bien. Y cuando veo a los consejeros, digo: ¿Y si resulta que son consejeros por mí? Y me siento muy bien. Y cuando veo a los directores generales, digo: ¿Y si resulta que son directores generales por mí? Y me siento muy bien. Y cuando veo a los altos cargos y a todos los que ocupan lugares de privilegio en mi partido, digo: ¿Y si resulta que es por mí?”, enfatizaba en una comida de homenaje que le brindaron sus compañeros en 2017 y que reunió a más de 1.700 personas, dejando claro su tirón popular.

El nuevo hombre fuerte del Gobierno, además, no se esconde. Es de los pocos que responde directamente ante una pregunta directa sobre la hipotética sucesión de Miguel Ángel Revilla. No se postula, pero se deja querer. “Tengo el mismo entusiasmo, ideas y ganas que siempre, pero soy más experto y, sobre todo, he desarrollado una resiliencia nada común para encarar las dificultades y para superarlas. Mi lenguaje es joven, mis comportamientos vitales son frescos y muy sinceros, no he zozobrado mental y psíquicamente en ningún momento”, decía en una de las pocas entrevistas que ha concedido en su etapa en el dique seco.

Durante este tiempo, también ha tirado del clásico “estoy para servir a mi partido y estaré donde tenga que estar” e incluso ha dejado la puerta abierta a la continuidad de Revilla: “Que me perdonen su mujer, sus hijas y su nieta, pero Miguel Ángel ha convertido la política en su vida. No podría vivir sin eso. Y no es una cuestión que me preocupe, tampoco al partido. A Miguel Ángel la edad no le impide levantarse a las siete de la mañana; a Miguel Ángel la edad no le impide ir a su despacho y recorrer España promocionando Cantabria, y no le impide resolver problemas. Lo conozco y me cuesta creer que esté fuera de la escena política, salvo que los imponderables lo exijan”, reflexionaba en esa conversación publicada en este periódico sobre la hipotética retirada de su jefe.

Nervios y marcaje mutuo

Esta notoriedad de Marcano, que aumentará de forma exponencial cuando retome su cargo como consejero, preocupa a algunos de sus correligionarios. Entre los candidatos a la sucesión siempre se sitúa a dos personas con las que ahora se sentará en el Consejo de Gobierno todos los jueves: Guillermo Blanco, el que fuera jefe de Gabinete de Miguel Ángel Revilla cerca de dos décadas y actual consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, y Paula Fernández, consejera de Presidencia, Interior, Justicia y Acción Exterior, además de secretaria de Organización del PRC, responsable de las campañas electorales y la mujer que mueve los hilos en clave interna. Muchos estarán pendientes a partir de esta próxima semana de la convivencia de estos tres políticos dentro del Ejecutivo bipartito. Ambos han evitado posicionarse, pero sus aspiraciones son de sobra conocidas por sus compañeros.

Y pese a que públicamente todo son mensajes de apoyo inquebrantable al líder, la posible renuncia a corto o medio plazo del presidente de Cantabria y secretario general de los regionalistas, que este sábado cumple 78 años, abre un escenario inédito en un partido acostumbrado a su liderazgo férreo e indiscutido. Hay nervios, conversaciones entre bambalinas y muchos grupos de WhatsApp activos. La pasada legislatura el PRC vio cómo todos sus rivales políticos sin excepción afrontaban cruentas batallas internas por el poder. Partido Popular, Ciudadanos y Podemos, por ejemplo, acabaron sus disputas fratricidas en los tribunales y con durísimas acusaciones entre compañeros. En el PSOE las cosas no llegaron tan lejos, pero las primarias dejaron una dirección ajena a los cargos que ocupaban en aquel momento el Consejo de Gobierno, lo que dio lugar a múltiples desavenencias.

Esas luchas permitieron a los regionalistas presentarse como garantes de la estabilidad de Cantabria y les llevó en volandas a su primera victoria electoral en sus 40 años de historia. Ahora temen ser ellos los que desaten una guerra que desangre el partido, poco acostumbrados como están a este tipo de disputas, cuando toque iniciar una renovación que tarde o temprano tendrá que llegar. Aunque últimamente flota en el aire la frase de Revilla: “Tendría que haber una situación muy excepcional para que yo vuelva a presentarme”. Una pandemia mundial, por ejemplo.

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