Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Fakejóo, como muy acertadamente han bautizado al líder del PP, vive en el país de las mentiras. Argumenta con falsedades, crea falsos dilemas, abre falsos debates y presenta falsas investiduras. Dice que no gobierna porque no quiere, que si aceptara la amnistía sería investido, que la manifestación de Madrid representa el clamor de toda España. Pero la verdad es que no gobierna porque no puede, si aceptara la amnistía perdería el apoyo de Vox, y la protesta del fin de semana no representa más que a una pequeña parte de sus votantes a muchos de los cuales llevaron en autobuses para que no se sintiera solo en la antesala de su investidura de cartón piedra.
Fakejóo es tan trolero que hasta ha presentado una investidura en falso, para lo que tuvo que mentirle incluso al rey al que tanto dice respetar. Una investidura que es una moción de censura y una moción de censura que es una muestra de impotencia como lo fue el acto del domingo. La manifestación de la Plaza de Dalí de Madrid no pudo ser más surrealista ni más propia del mundo irreal en el que vive Fakejóo: el líder de la oposición demostró que no es líder ni de su propio partido y organizó por imposición de Aznar un acto contra el próximo presidente Sánchez un día antes de presentarse él mismo como posible sucesor. El problema de mentir todo el tiempo es que las mentiras te acaban cazando. Acabas siendo víctima de tus propios inventos.
Otro de los embustes que Fakejóo repite desesperadamente, y ha vuelto a repetir en el discurso de su investidura fake, es que él ha ganado las elecciones. Él es quien más escaños ha obtenido, pero las elecciones las gana quien es elegido por el Congreso para gobernar. Es de primero de democracia parlamentaria. Como presunto constitucionalista debería saberlo. Lo sabe pero la derecha intenta hacernos creer por la vía de la turra constante que ellos deberían gobernar, que son el legítimo gobierno, pero que la izquierda ilegítima y los golpistas catalanes les van a “robar” las elecciones a los españoles de bien. Es decir, los votos que no son del PP o de Vox no valen tanto, no cuentan igual, deberían contar menos.
Para expresarlo sin caer en la manida y desgastada fórmula de “gobierno ilegítimo”, Fakejóo ha planteado en su discurso un falso dilema: yo o la amnistía, yo o Puigdemont, yo o el caos. No existe tal disyuntiva. Primero porque él no puede gobernar ni aunque aceptase la amnistía. Segundo porque la decisión no es entre él y los independentistas, la única decisión posible es entre el gobierno de coalición o nuevas elecciones. Y si el PSOE revalida el mandato con Sumar será no solo por un pacto por la amnistía sino por un programa para toda España con el que tendrán que convencer a la mayoría. También es un falso debate decir que Sánchez acepta la amnistía para conseguir el poder: todo político se presenta para conseguir el poder y pacta con posibles aliados cuando no puede conseguirlo solo, como hizo Aznar con Pujol.
El parlamentarismo es pactar. Es solucionar problemas. Una amnistía con los separatistas catalanes ayudaría a resolver ese conflicto como han ayudado los indultos, es indudable. Por supuesto habrá que ver qué amnistía y qué compromiso adquiere a cambio Puigdemont, otro falsario que proclama repúblicas en falso. Pero una amnistía no es enmendarle la plana a la Justicia, como dicen Fakejóo y su entorno mediático, es enmendar una situación que ha descarrilado. La amnistía no entra en el juicio sino en los hechos que dejan de considerarse delitos solo para ese caso particular. No para el caso de que volvieran a intentarlo. Es una fórmula para la reconciliación como lo fue en la Transición en la que la mayoría de partidos fueron partidarios de hacer borrón y cuenta nueva para evitar una nueva guerra civil.
No todos: Alianza Popular, la anterior marca del PP, no votó a favor. Se abstuvo, incluso dos de sus diputados votaron que no, mientras los pérfidos comunistas votaban que sí. Esa es la historia de España que ahora ocultan. Una mentira más. Hoy siguen sin estar por la reconciliación, siguen estando por la confrontación. Esa es la razón por la que han perdido las elecciones. Hay más gente por la convivencia, más gente a favor de hablar las distintas lenguas españolas, más gente que cree que podemos acercar posiciones en lugar de enfrentarlas. En el país de las mentiras de Fakejóo, esa gente somos inmorales e indignos. En el país de las mentiras, Fakejóo y los suyos representan la dignidad, la moralidad, la libertad, la igualdad. En el país de las mentiras, Fakejóo sería presidente. Pero el país de las mentiras no existe, por eso Fakejóo no puede gobernar el país de verdad.
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