Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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La España medieval sigue con las antorchas prendidas. La asociación ultracatólica Hazte Oír ha puesto en circulación un autobús con un repulsivo mensaje de odio a los transexuales y, lo que es aún peor, dirigido a los menores trans: “Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo. Que no te engañen”. Aquí los únicos que engañan son ellos porque legal y científicamente se puede ser una mujer con pene y se puede ser un hombre con vagina. Y también se puede ser un idiota ignorante y tener una asociación, como Hazte Oír demuestra.
Estos fanáticos indocumentados no sólo confunden genitales e identidad, sino que también afirman que el género es una ideología. Hay que ser muy tonto o muy miserable o ambas cosas, para decirle a un niño que lo que siente es un invento ideológico. No son los menores sino estos adultos los que tienen la mirada corrompida por su religión, que sí es una ideología. Hay niños que nacen con vagina y niñas que nacen con pene y luego está Hazte Oír que ha nacido con retraso. Como mínimo, 2.000 años tarde. Que no te engañen.
Esta asociación la forman los que se autodenominan pro vida –como si los demás fuésemos pro muerte– pero están contra todas las vidas que no son como a ellos les parece, o sea, como dios manda. Por eso organizan charlas con terapeutas que ayudan a cambiar la orientación de los homosexuales. La homosexualidad y transexualidad no hay que curarlas porque no son enfermedades. La homofobia y la transfobia, sin embargo, podrían curarse (aunque la estupidez que viene aparejada tiene peor remedio). Hazte Oír, háztelo mirar.
Si alguien tiene que cambiar su orientación son estos nocivos desnortados que les dicen a los transexuales que están mal hechos por ser quienes son. No contentos con insultar a un colectivo tan golpeado, estos miserables señalan a los más débiles, a los niños (también a sus familias), que son quienes más sufren para aceptar su condición y por el rechazo de su entorno.
Hay que orientar en dirección a los juzgados a estos propagandistas de la intolerancia. Afortunadamente la Fiscalía de Madrid, también la de Barcelona, están estudiando si es un delito de odio pasear el autobús tránsfobo que el ayuntamiento madrileño ha hecho muy bien en apartar de las calles. Espero que se actúe con la misma diligencia con la que se están persiguiendo en nuestro país delitos de opinión mucho más dudosos, como los que han generado recientemente condenas a los raperos Strawberry y Valtonyc.
Ésa es también la cuestión. La justicia se cruza de brazos cuando obispos, ultras católicos y extrema derecha atacan, a veces con violencia, a homosexuales, bisexuales, trans, mujeres, migrantes o izquierdistas, pero persigue y condena a quienes critican o bromean sobre la monarquía, la Iglesia o, incluso, el franquismo. Hay democracias que nacen franquistas y franquistas se quedan.
También hay gobiernos como este del PP que declararon de “utilidad pública” a los talibanes de Hazte Oír, regalándoles exenciones fiscales. Su odio lo pagamos todos de nuestro bolsillo. España, háztelo mirar.
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