Asamblea 'dylaniana' en Miguelturra
Como en los buenos tiempos, con pantalla grande, sabio presentador comentarista, hora indeterminada de comienzo (la cita era a las 20:30 horas) y público de nivel medio elevado, si no directamente enterado, al menos al tanto de lo que va a ver, e incluso algún despistado ajeno a la cofradía. Dentro de su programación de cine de actualidad, el cinefórum de Miguelturra decidió el pasado sábado incluir un homenaje a Bob Dylan con la proyección de su película biográfica 'Un perfecto desconocido'. El encuentro lo acogió el teatro cine Paz con el ritual de rigor, incluidas información previa y posterior tertulia, un clásico en sí mismo.
Los expertos la señalaron como una gran tapada, que no llegó a candidaturas de premios en cuya liza debió entrar. A pesar de eso, o quizá por la selva de novedades centradas en los problemas del mundo moderno, los enamorados del cine más clásico se fijaron en su factura impecable. Duración casi de agradecer al lado de los metrajes de hoy, temática concreta y bien desarrollada, justas inventiva y fidelidad a la historia, potente elenco y ambientación de tiempos mejores, la butaca de la sala parece casi una extensión de las mesas de los cafés donde toca un novato Dylan, al lado de mitos consagrados como Pete Seeger o Joan Báez.
Su figura sigue siendo una cumbre artística, y no por el cacareado Premio Nobel sobre el que muchos debaten todavía, casi diez años después. Hasta en Miguelturra, a cuya tenaz asociación cinéfila hay que felicitar. A la vista de 'Un perfecto desconocido' está que algunas de sus canciones primerizas siguen siendo nuevas. Seeger y Báez, pujantes aquel momento, nadan hoy en aguas más subterráneas. ¿Qué vemos en el viejo Dylan para seguir escuchando? Si nos imaginamos en un paisaje inhóspito donde resuenan sus letras, es porque perdura. Y su aire provocador, ni elegante ni barriobajero nos inspira todavía.
0