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El director del Proyecto Lobo: “Hay que sacar al sector ganadero del debate de la conservación”

Lobos ibéricos

Carmen Bachiller

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El lobo (Canis lupus) acaba de entrar en el Listado de Especies de Protección Especial en España, deja de ser especie cinegética y por tanto queda prohibida su caza en todo el país, en virtud de una orden del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

“Es un paso fundamental en la protección del lobo que ya inició Félix Rodríguez de la Fuente en los años setenta cuando la especie estuvo al borde de la extinción en España”, comenta Ángel M. Sánchez, director del proyecto 'Voluntariado Nacional para el Censo del Lobo Ibérico'.

Sin embargo, apunta el investigador, la nueva regulación se queda corta. “No era lo que queríamos, ni los conservacionistas ni los científicos que investigamos al lobo porque nuestro objetivo es que se eliminase el supuesto de los controles de la especie”. Y es que, abunda, “aunque los requisitos serán más duros, la 'espada de Damocles' sigue ahí. Una especie como la del lobo, un depredador apical, no necesita en ningún caso ser controlada por el hombre porque regula sus poblaciones desde hace millones de años. No nos necesita para hacerlo”.

En su opinión “raya en el ridículo que sigan controlando las poblaciones de lobos. Lo único que conseguimos es lo mismo que hasta ahora: que el animal no pueda extenderse por sus territorios históricos que abarcan toda la Península Ibérica”.

La caza indiscriminada de la especie ha provocado una contracción de las poblaciones, hasta que en los años 70 del siglo XX llegaron a quedar poco más de 200 ejemplares en el noroeste peninsular. “Gracias a la intervención de Félix Rodríguez de la Fuente y a la Ley de Caza de 1970”, cuenta el investigador, se logró que fuese considerado como pieza cinegética. Antes, su condición era la de “alimaña”, en virtud de una norma de 1953 de la época franquista y por eso podía ser cazado sin límites como otros animales entre los que figuraban águilas, linces, urracas, osos o zorros, entre otros.

“La ley de caza posterior sometió al lobo a un régimen de vedas y que se pudiera cazar solamente durante el periodo estipulado. Fue un logro tremendo que ayudó a recuperar poblaciones”, explica Ángel M. Sánchez.

Hoy en día en los censos oficiales se habla de la presencia de unos 2.000 individuos de lobo. Sin embargo, el profesor cree que la realidad es que no superan los 1.000 (debido a que el tamaño medio de manada es más o menos la mitad del indicado en las cifras oficiales) y que hay determinadas zonas que presentan una baja densidad, sobre todo al sur del Duero: Salamanca, Ávila, Segovia o Soria -en esta última, no hay constancia de reproducción de la especie desde hace años- en Guadalajara o en Madrid (donde tampoco está asentado de manera definitiva y hay desplazamiento constante de las poblaciones por influencia antrópica). “En estas zonas límite de área de distribución, los ataques de los que se habla son casi siempre producidos por perros y eso no se dice, pero provoca un aumento en las cifras oficiales de ataques que se publican. En el caso de Madrid, se pagan todas las indemnizaciones, eso sí”.

La protección llega a tiempo solo si realmente se aplica para que no sea ni cazado ni controlado, excepto en casos especiales. Eso le permitiría extenderse por sus territorios históricos

Las publicaciones científicas y la observación en campo, explica, indican que el tamaño medio de manada oscila entre los tres y los cinco ejemplares. “Es lo que vemos en campo. Los grupos son más pequeños al sur que al norte. Eso no quiere decir que no aumenten los números en época post reproductora. Las camadas pueden llegar a los cinco o seis, pero la especie tiene una mortalidad enorme, lo cual no altera los números medios indicados anteriormente”.

¿La protección llega a tiempo?, preguntamos. “Solo si se realmente se aplica para que no sea ni cazado ni controlado, excepto en casos especiales. Eso le permitiría extenderse por sus territorios históricos”.

Y es que esta especie se enfrenta a un problema clave para su supervivencia que no pasa solo por el número de ejemplares. Su “escasa variabilidad genética” la condiciona y mucho. Los ejemplares actuales descienden “de un número muy pequeño de individuos”.

El científico cree que “sería necesario fomentar corredores seguros para que los lobos puedan entrar a la Península Ibérica aportando el flujo genético que la especie necesita para tener viabilidad en un futuro”.

Pero antes de que eso ocurra, dice, “será necesario repoblar hábitats para los nuevos individuos” porque los lugares en los que suele vivir esta especie “están un mal estado de conservación, sobre todo al sur del Duero. Están hiper fragmentados o invadidos por la ganadería extensiva que ha crecido más de un 80% en zonas como Ávila y Segovia”.

Apunta incluso cómo la llegada a España de razas de ganadería no autóctona, procedentes del centro de Europa, ha provocado que “haya auténticos bulldozers que favorecen la desertificación y eutrofizan los cauces altos de los ríos. Donde hay muchas vacas de estas razas no puede haber ungulados silvestres porque no encuentran sustento”.

Esta situación puede solventarse desde su punto de vista. “Hay que sacar a los sectores privados con claros intereses del debate de la conservación de las especies. Con esto no quiero decir que haya que prescindir de su opinión. No. Pero primero se protege a las especies que son Patrimonio Natural Común y luego se miran los intereses privados y cómo hacerlos compatibles, que lo son”.

Cree que además al sector ganadero “no le queda otra opción: si no se hacen compatibles las explotaciones agro-ganaderas con el medio ambiente y la biodiversidad, desaparecerán”. En este punto insiste en que “desde la perspectiva científica y conservacionista hay que dar un paso para separar al sector privado que se beneficia de ayudas de aquello que tenga que ver con la conservación del lobo y otras especies emblemáticas, un patrimonio común que debe ser protegido sin injerencias externas”.

Para este investigador, “el sector ganadero utiliza al lobo como chivo expiatorio, pero no tiene nada que ver con sus problemas que son la bajada de los precios, la falta de competitividad, las importaciones extra-comunitarias...”

Ángel M. Sánchez recuerda que en España el sector agro- ganadero recibe “importantes subsidios de dinero público” y sostiene que “poco tiene que ver, por ejemplo, con la de Kenia u otro país del Tercer Mundo: donde los ataques de los depredadores o grandes animales que destruyen sus cosechas, si pueden hacer muchísimo daño ya que se trata de economías familiares de subsistencia y además, carecen de ayudas de cualquier tipo. Está claro que todo se puede mejorar, pero en líneas generales, en los países de la UE, tenemos a un sector primario muy bien protegido. No estoy en contra de la buena ganadería, al revés, pero se trata de una actividad privada que debe salir de las mesas de decisión sobre conservación”, matiza.

Sobre la mesa, informes de situación en Madrid, Galicia y Asturias

La iniciativa para estudiar la compleja dinámica poblacional del lobo y evaluar la situación de conservación de los hábitats naturales que ocupa la especie, mediante la Ciencia Ciudadana, surgió en el año 2015. En 2019 recaló en la Universidad de Alcalá.

Se trata de un proyecto de voluntariado orientado a la formación de naturalistas y científicos que recoge y analiza datos para ayudar a la evaluación del estado de conservación del lobo en España, desde una perspectiva independiente.

La Unión Europea insta ahora a los países miembros a actualizar todos los censos poblacionales. “Habrá que hacerlos de forma más exhaustiva. Estamos a disposición de cualquiera que pueda recurrir a nuestra metodología contrastada y a las personas que hemos formado, para tratar de aportar una información fiable en cualquier región geográfica que ocupe o vaya a ocupar el lobo en el futuro”.

Pero el año y medio de pandemia ha frenado tanto la incorporación de voluntarios al proyecto como la formación en diversos puntos de España. “Esperamos poder pronto olvidarnos de estos dos años y comenzar de nuevo a formar gente para zonas nuevas y volver a salir al campo para recoger datos en las que ya tenemos presencia”.

El Voluntariado Nacional para el Censo del Lobo Ibérico y la Evaluación del Estado de Conservación de sus Hábitats Naturales tiene pendiente la publicación de varios informes sobre la situación de conservación del lobo en diferentes comunidades autónomas, entre ellas, Galicia, Madrid, Castilla la Mancha y Asturias. “Esperamos poder hacerlo en estos próximos años”.

Reconoce que un proyecto “tan ambicioso” requiere mayor nivel de financiación. Actualmente Ángel M. Sánchez mantiene reuniones con otros científicos en el ámbito internacional para abrir una nueva línea de investigación en torno al estado de salud actual del lobo en la Península Ibérica así como su variabilidad genética. “Creemos que es interesante comparar las poblaciones de la Península Ibérica de cara a la conservación. En Portugal llevan desde los años 80 con el lobo protegido y tienen bastante experiencia, trabajar en colaboración con ellos y con otros países europeos donde el lobo está ya asentado, sería muy relevante”.

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