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La ecología es uno de nuestros principales intereses y es el centro de este blog: cambio climático, medio natural, desarrollo sostenible, gestión de residuos, flora y fauna, contaminación y consumo responsable, desde el punto de vista de periodistas, expertos, investigadores, especialistas y cargos públicos. También editamos la revista 'Castilla-La Mancha Ecológica'.

Lista de especies extintas en España: ¿primer paso?

Lince boreal

Eugenio Fernández

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La reintroducción de especies que han desaparecido de un territorio es una de las tendencias conservacionistas más destacadas, además de un acto de justicia. En este sentido se orienta la publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE), el pasado 13 de agosto, del 'Listado de especies extinguidas en todo el medio natural español'.

La necesidad de elaborar este listado, por parte de la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, proviene del artículo 55.1 de la Ley 42/2007, del 13 de diciembre, de Patrimonio Natural y la Biodiversidad, popularmente conocida como 'Ley de Biodiversidad'. ¿Para qué sirve este listado? Sirve para proporcionar un marco jurídico claro en el que apoyar cualquier proyecto futuro para la posible reintroducción de las especies animales y vegetales que aparecen en él.

Es importante hacer notar que se trata de especies que actualmente no viven en el medio natural español pero su presencia en tiempos históricos ha quedado acreditada documentalmente. Por otro lado, son especies de las cuales se conservan poblaciones y/o ejemplares vivos en otras partes del mundo, a partir de los cuales es posible realizar una reintroducción.

No se reintroducirán todas

¿Se van a reintroducir todas estas especies? No va a ser así. En el texto publicado en el BOE se dice que “podrán ser objeto de autorización de proyectos de reintroducción”. “Podrán”, no “serán”. Es decir, la posible reintroducción dependerá normalmente de la iniciativa privada y/o social, que habrán de realizar los estudios necesarios y buscar la financiación correspondiente. Una vez realizado esto, se elevará a la autoridad estatal el proyecto elaborado y, si cumple con los requisitos, se dará la autorización.

El listado consta de 13 especies animales y 19 vegetales. Las circunstancias de cada una de ellas son variadas. Por ejemplo, existen ya estudios preliminares en fases muy tempranas para la reintroducción del lince boreal y el esturión, mientras que el grévol fue ya objeto de un intento de reintroducción en el Valle de Arán en 2011, que fracasó debido a la depredación de los ejemplares reintroducidos.

Otras especies, aun incluidas en este listado, van a ser muy difíciles de reintroducir en caso de que alguien lo intente, como la foca monje del Mediterráneo (cuyas poblaciones mediterráneas son escasas y dispersas) o la ballena franca, cuya población del atlántico oriental ha sido tan diezmada que sus avistamientos en la zona son muy raros.

Existe un grupo de aves del listado que, si bien visitan la Península Ibérica dentro de sus migraciones invernales o por medio de raros ejemplares divagantes, existen indicios de que en el pasado también criaron en la Península: el pigargo europeo, las grullas común y damisela o el halcón borní.

Tengo mis dudas acerca de la inclusión en esta lista del gallo lira y la perdiz griega. Existe presencia fósil de estas aves en la Península Ibérica a finales del Pleistoceno pero da la sensación de que fueron siempre escasas y se extinguieron de forma natural como consecuencia de los cambios climáticos del Pleistoceno/Holoceno. Además, si estudiamos el área de distribución de la perdiz roja (la presente actualmente en España) y la perdiz griega vemos cómo sus áreas son claramente “parapátricas”: adyacentes pero sin solaparse, lo que nos da una pista de que nunca vivieron juntas en una misma área más que de una forma anecdótica. Este caso me huele claramente a intereses cinegéticos.

En cuanto a las plantas, todas ellas se conservan en jardines botánicos y colecciones privadas, por lo que podrían reintroducirse allá donde desaparecieron. Como la lisimaquia, endémica de la Isla de Menorca y que desapareció de su medio natural entre 1926 y 1950 por causas desconocidas, y de la cual se ha realizado ya algún intento fracasado. O Aeonium mascaense, que desapareció de su restringidísima área en el Barranco de Masca (Tenerife), por la misma época en la que se descubrió oficialmente como especie independiente, en los años 80.

Pero lo más importante antes de reintroducir ninguna de estas especies es asegurarse de que han desaparecido las causas que originaron su extinción la primera vez.

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