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Las energías renovables en el sector agrario que “frenan en seco” el PP y las eléctricas

Panel solar

Carmen Bachiller / Lourdes Cifuentes

Castilla-La Mancha es la primera comunidad autónoma del país en potencia fotovoltaica instalada, la segunda en solar térmica, la tercera en eólica y la cuarta en el conjunto de renovables. Son datos del Gobierno regional que ha dado a conocer esta semana durante el Congreso sobre el Derecho de las Energías Renovables y el Regadío, celebrado en el campus de Albacete de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM).

Pero que esta región presuma de ser una ‘potencia’ en renovables contrasta con la realidad, por los problemas jurídicos a la hora de integrar  renovables y  agricultura, aprovechar sinergias y lograr más rentabilidad. Y eso, pese a ser una comunidad autónoma que, por sus características (bajos precios del terreno y una tupida red de distribución),  resulta idónea para emplazar instalaciones eólicas, fotovoltaicas o de biomasa, bien para consumo propio o para verter al sistema.  

Juan Lozoya, ingeniero técnico agrícola, ha pasado por este Congreso para trasladar la experiencia de la Junta de Regantes de La Mancha Oriental que quiere  “hacerse oír” porque “uno de los grandes gastos del sector agrario es la energía”.  La liberalización del sector eléctrico en 2007 ha provocado que el agricultor “se haya visto obligado a amoldarse para no perder rentabilidad” porque los recibos eléctricos se han ido incrementando en más del 100%. “Solo si hablamos en términos de potencia como elemento diferenciador en la factura, ha subido en un 1.530% desde el año 2008”, explica Lozoya.

Los regantes de La Mancha Oriental creen que la liberalización del mercado “no ha producido los beneficios esperados”. No solo porque tuvieron que invertir en adaptar su instalación eléctrica para regadíos, sino porque mientras que antes se pagaba la electricidad por un único periodo contratado, por la potencia y por la energía consumida, con la nueva norma se paga según la franja horaria contratada (con tres tarifas distintas) y la potencia.

El periodo más barato es el nocturno pero el que menos horas ofrece, entre las 12 y las 8 horas a diario,  que en fin de semana pasa a ser de 18 horas. “A veces  no son suficientes para atender a los cultivos. Se necesita contratar otras franjas horarias, aunque gran parte de ellas estén infrautilizadas, y pagarlas anualmente. Eso es lo que encarece el recibo”.

Paradójicamente, dice Lozoya, el agua nocturna “ecológicamente no es la más barata porque en esa franja horaria no se usan energías renovables sino tradicionales. Es un contrasentido pudiendo utilizar renovables durante el día. Eso debería tenerse en cuenta”. El agricultor no solo ha tenido que adaptar su forma de regar en las fincas sino que el tipo de cultivo se ha visto afectado. “A veces ha obligado a dejar de lado los de verano y pasar a los que menos agua necesitan”, comenta el ingeniero.

El precio de la luz no ha dejado de subir y la Junta de Regantes de La Mancha Oriental ya lanzó  una propuesta para que se permitiese modular la potencia durante los 12 meses del año, más de dos veces, “para pagar solo la parte que se utiliza.  Pero todavía no se ha podido conseguir”.  

Reclamaron también la posibilidad de usar la energía “a demanda”. Es decir, contratar solo cuando se necesitase energía. Y una rebaja fiscal. “Se ha conseguido una bonificación en el recibo eléctrico y ahora el agricultor ve reducido en un 85% el impuesto eléctrico para riegos. Eso redunda en la disminución de un 4% en la factura final, que es importante, pero no es lo que se pretendía”.

Otra de las demandas del colectivo pasa ahora por que se facilite el acceso a la autogeneración mediante energías renovables al agricultor y fomentar la “liberalización real y que haya verdadera competencia en el mercado” porque, sostiene, “lo que hemos detectado es que vayas a la comercializadora que vayas la  diferencia de precios entre unas y otras es tan pequeña que no hay un verdadero mercado”.

“En el país del sol es esperpéntico penalizar al agricultor” por instalar paneles solares

La autogeneración de energía con renovables y el autoconsumo es otro de los caballos de batalla, no solo los hogares sino también en el sector agrario. La Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica (Anpier) interpuso un recurso contra el Real Decreto que en 2015 reguló las condiciones y modalidades de suministro de energía eléctrica mediante  autoconsumo. El Supremo se ha pronunciado hace menos de un mes para respaldar la normativa de Mariano Rajoy, considerando injusto que se hable de un “impuesto al sol” en España.

El presidente de Anpier, Miguel Ángel Martínez Aroca, ha pasado esta semana también por Albacete para hablar de cómo 65.000 ciudadanos  productores de energía fotovoltaica “hicieron posible un cambio de modelo energético en 2007-2008, invirtiendo 25.000 millones de euros en  construir lo que se conoce como huertos solares”. Se caminó entonces, sostiene, hacia un modelo más social porque “colocaron sus ahorros al servicio del Estado para que pudiera cumplir con los compromisos internacionales de emisión de C02 a la atmósfera y que una parte de la generación fuera renovable”.

La experiencia de “aprendizaje” nueve años después es “muy positiva en cuanto a los costes”. Martínez Aroca habla de un descenso del 90% sobre los primeros proyectos que se pusieron en marcha entres 2007 y 2008. “Hoy no se necesita ningún tipo de prima o subvención para los nuevos proyectos puedan ser rentables bien en cuanto a parque solar, bien en cuanto autoconsumo”.

Y sin embargo, dice, “hay un cáncer que no permite el desarrollo de las energías renovables” en alusión “a las trabas políticas y legales que el Gobierno central ha diseñado para frenar en seco su desarrollo”. Sostiene que la clase política “tiene pánico al desarrollo de energías limpias, en especial a la fotovoltaica, porque puede suponer una merma importantísima de ingresos para las grandes compañías eléctricas”.

Lamenta que “el Gobierno esté haciendo de muñidor para las eléctricas legislando impuestos al sol, recortes retroactivos sobre lo ya construido para sembrar un miedo social a invertir en nuevos proyectos de renovables”. La asociación que preside viene criticando “la actitud” del Ejecutivo central porque “en el país del sol produce sonrojo que hayamos inventado un impuesto para no desarrollar riqueza para el conjunto de la sociedad”.

En su opinión, estas medidas legislativas “han abocado a España a estar en el furgón de cola de las energías renovables. Alemania con la mitad de horas de sol, dispone de 40.000 megavatios frente a los 4.500 de España” y lamenta que en nuestro país la intención sea “concentrar en torno a las grandes compañías eléctricas para que sean las que suministren y facturen”, en lugar de realizar una reconversión del sector. “Las eléctricas no quebrarían, solo ganarían un 20% menos, pero eso el Gobierno no lo quiere”.

Desde su punto de vista, la legislación vigente es “un escarnio público” a los productores de energías renovables “para que a la sociedad le quede un mensaje de ‘ojito’ a ver dónde invierten que esto es un coto privado de caza de las grandes eléctricas. Aquí no caben ciudadanos, pymes…”

El sector agrario es también uno de los afectados por “esta situación esperpéntica” que rechaza Anpier. “Supone penalizar a aquel agricultor que quiera poner en marcha una instalación fotovoltaica para reducir los altísimos costes energéticos de bombas, pozos, embalses…para el riego” que, recuerda, “es algo estacional pero hay que estar pagando todo el año para hacer uso solo los cuatro o cinco meses de campaña de riego”. Y además, explica, “como se necesita el respaldo de la red eléctrica general también opera el impuesto al sol y no resulta rentable”.

La única instalación que ‘se libra’ del impuesto es la que está totalmente aislada de la red eléctrica general. Martínez Aroca cree que la “oportunidad” está en dimensionar la instalación fotovoltaica y “hacerla más grande, con más potencia, para aislarse de la red convencional y con baterías del uso nocturno para cuando no existe el sol”. Esta, dice, es la “única solución” que ya se está produciendo en el mundo rural para  rentabilizar las inversiones en fotovoltaica.

Poco pueden hacer las comunidades autónomas, dice, al margen de otorgar pequeñas ayudas a las instalaciones de autoconsumo a pequeña escala “pero en cuanto se aplica la legislación nacional siguen siendo inviables y nada atractivas para los agricultores”, frente a lo que considera una “consigna para perpetuar un modelo fósil, contaminante y tremendamente caro para el ciudadano”.

“Da qué pensar que los países que tienen petróleo apuesten por las renovables”

La legislación auspiciada por el Partido Popular ha tenido otras consecuencias. Muchas empresas españolas han comenzado a explorar las posibilidades internacionales de las energías renovables. Vetado el terreno en nuestro país, empresas como Ingeteam Power Technology, S.A., con sede en Albacete y con experiencia y conocimiento en construcción, montaje y mantenimiento tanto de plantas solares como de parques eólicos, pusieron sus miras en otros países donde la llegada de las renovables se recibía con los brazos abiertos.

Estas empresas que convierten el sol y el viento en energía en otros países del mundo, paradójicamente, han propiciado que las renovables se identifiquen fuera de nuestras fronteras como parte de la “Marca España”. Son testigos y protagonistas del cambio que se vive en el mercado de las renovables. “Hace unos años tenían que estar primadas para ser competitivas, a día de hoy, hay países con subastas  de infinidad de tipos de energía, que hacen que la fotovoltaica y la térmica se lleven la palma sin necesidad de ningún tipo de subvención”, explica el director gerente de Ingeteam Power Technology, Jorge Magán. 

Sólo un dato: las mayores inversiones en renovables las hacen los países del Golfo Pérsico. “Hace pensar que si los países que a día de hoy tienen petróleo apuestan por las renovables… ¿Cómo no vamos a apostar nosotros que tenemos sol y viento?”.  Y eso, es justo lo contrario a lo que ocurre dentro de nuestras fronteras, donde las renovables pierden fuerza en las subastas frente a las energías nucleares.

¿Cuándo se producirá una nueva revolución energética en nuestro país?, preguntamos. “No será hasta que se acabe con este mix energético y se cierren las centrales nucleares. Es cuestión de tiempo”, explica Magán, quien cree que “va a llegar un momento en el que sea rentable que todos podamos producir energía en nuestras propias casas y el mercado cambie”. En este aspecto cree que “falta el empuje político”. Además, insiste en un detalle: España y Portugal configuran una isla energética que tiene “poca interconexión con Francia, con lo que debería ser más una apuesta a medio y corto plazo”.

Las consecuencias de “una agricultura moderna a base de petróleo” 

A las cortapisas legislativas para las renovables hay que sumar otros aspectos. Gregorio López Sanz, profesor de Política Económica de la UCLM, habla además de los límites e impactos ambientales de las energías renovables aplicadas al sector agrario.

El actual modelo de producción de alimentos es, en su opinión, una de las causas del cambio climático y del excesivo uso de energías. “La agricultura moderna se ha convertido en una fuente grandísima de deterioro ambiental” al funcionar como cadena de producción de alimentos “a base de petróleo”. Es, según López Sanz, una agricultura que sólo piensa en la rentabilidad y cuando eso ocurre, “el uso de recursos naturales se convierte en deterioro”.

Se refiere en particular al agua que, en años como el actual, cuando la sequía deja situaciones de “emergencia” en diferentes cuencas de la región y de todo el territorio nacional, hace más visible que el cultivo de regadío no ayuda. Y es que con el paso de los años el tipo de cultivo en Castilla-La Mancha, y en el interior de la Península en general, se ha ido transformando. “El interior tenía cultivos de regadío pero con bajo consumo energético. A partir delos años 70 que empiezan a ponerse en marcha los cultivos intensivos se hace necesario el bombeo para uso de aguas subterráneas”, sentencia López Sanz.  “Ahora los datos que hemos sacado de los últimos años muestran que hay 100.000 hectáreas más de cultivos de regadío. Hay una mayor presión, cada vez más extracciones, y los espacios del agua se están deteriorando. Es una dinámica perversa”.

¿Cómo revertir el modelo para que se pueda seguir alimentando a la población de manera sostenible? La solución pasa, tal y como explica el profesor de la UCLM, por ejemplo, por pasar de una alimentación mayoritariamente carnívora a una más vegetariana.   Cree, además, que el mundo rural será el escenario “privilegiado para volver a rehacer la vida que hemos despreciado”. Vislumbra un futuro en el que la falta de recursos hará que asuma, casi a la fuerza, que la energía es escasa por lo que hay que acabar con el “despilfarro” y “volver a lo que siempre ha sido la vida, y  la vida viene de la naturaleza”.

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