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“Mucha gente nos decía que si no fuera por nosotras, no comían”: la entrega de las mujeres rurales durante los meses de pandemia

Juani, de Alcaraz

Francisca Bravo Miranda

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Un día la vida era normal, y al siguiente, Juani Cuadros era la encargada de llevar las medicinas a la pedanía de su localidad, Alcaraz en Albacete, cuidar como podía a las personas que estaban enfermas, e incluso, animar a los niños con las sirenas de los coches de Protección Civil de la localidad. La jefa de protección civil de la localidad recuerda como se volcó junto con un pequeño equipo para tomar las riendas de los servicios más básicos y necesarios, desde repartir mascarillas hasta alimentos entre sus vecinos. “La realidad es que lo hemos pasado muy mal, aunque estoy muy contenta por la labor que hemos hecho, haber podido atender a la gente que estaba muy agradecida. Pero lo hemos pasado mal, nos ha dejado huella”, recuerca.

Juani es una de las seis mujeres que el Gobierno de Castilla-La Mancha ha elegido premiar este 15 de octubre, Día de la Mujer Rural. Las razones sobran, al escuchar los testimonios de mujeres entregadas con sus localidades y que no dudaron en hacerse cargo de la protección y cuidado de sus vecinos. La labor de estas seis mujeres, recuerdan desde la Junta de Comunidades, es el reflejo de lo que cientos de ellas hicieron durante los meses más duros de la pandemia. “Lo hemos notado mucho, sobre todo cuando tocábamos una puerta, y sabían que había alguien ahí que nos necesitaban. Ha dado mucha alegría, sobre todo a las personas mayores que viven en pedanías más alejadas, como Solanilla, Canaleja o La Mesta”, explica Juani.

“Estoy muy orgullosa de representar a la mujer de Albacete y agradezco el reconocimiento, porque el trabajo al final lo ha merecido”, explica desde un mercadillo en el que sigue prestando sus labores altruistas en Protección Civil. Está en el paro, pero asegura que volvería a hacerlo todo de nuevo, si vuelve a hacer falta. “En el pueblo vemos que se está poniendo de su parte, pero en esta segunda ola también hay más miedo. Ya no quieren salir a la calle”, explica. También advierte de que hizo falta más recursos para proteger a la ciudadanía, aunque explica que su equipo de Protección Civil “siempre va a estar ahí”.

“Veíamos caras de pánico y también de agradecimiento”

“Tenemos que ser lo suficientemente inteligentes desde las instituciones como para ser capaces de darnos cuenta de que las 160.000 mujeres que viven en nuestro mundo rural son la mitad de la inteligencia de su entorno y la acción política debe de ir encaminada a mejorar la vida de quien más lo necesita, a facilitarles precisamente que sean lo que quieren ser en sus pueblos, sin tener que marcharse, y a visibilizar que es posible porque ellas son la raíz de nuestros pueblos”, ha declarado la consejera de Igualdad de Castilla-La Mancha, Blanca Fernández.

Nieves González es capataz de la empresa pública GEACAM en invierno y responsable de brigada en verano. “La experiencia fue muy gratificante, no me costó nada hacerlo, porque lo hacía con mucho cariño y veía que era muy necesario”, explica, Ella se presentó como voluntaria ante la empresa para actuar en las residencias de su zona, cerca de El Cardoso de la Sierra en Guadalajara, porque cree firmemente que era “necesario ayudar”.

Al desinfectar las residencias vio de todo: “Veíamos caras de pánico y también de agradecimiento”, recuerda. “Nos recibían con mucho cariño, nos tiraban besos con la mano y nos aplaudían, todo muy agradecido”, recuerda. También reflexiona, eso sí, de la importancia de reconocer el papel que han cumplido mujeres como ella en el medio rural, no sólo durante la pandemia. “Muchas somos las que vivimos en el mundo rural y es muy complicado vivir aquí, tenemos pocas ayudas y el trabajo está fatal. No para mí, que tengo un buen trabajo, pero sobre todo para las mujeres. El mundo rural necesita más ayuda y más atención, para poder ser verdaderamente igualitario”, recalca.

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María Pilar Martín-Blas Avilés y Rosa Rodríguez Alberca son cuñadas, y también, las dos mujeres premiadas en esta ocasión en el Día de la Mujer Rural por su labor dentro del cuerpo de Protección Civil. “Mucha gente nos decía que si no fuera por nosotras, no comían”, recuerda Pilar, especialmente en relación a las personas mayores de su pueblo a las que llevaban alimentos y medicamentos. “La gente estaba muy agradecida, muchos de ellos lloraban porque decían que éramos sus ángeles, que no podían salir a la calle, se arriesgaban mucho o tenían miedo y que no se podía pagar con dinero o con nada lo que estábamos haciendo por ellos”, recuerda emocionada.

Pilar y María tenían que ir con su coche particular, puesto que sólo había uno disponible de la agrupación de Protección Civil. “Sino, no nos daba tiempo a hacer todo lo que teníamos que hacer”, recalca. No sólo eran alimentos y medicina, sino también las altas y bajas del médico, los libros, tablet y ordenadores para chicas y chicos de la localidad, o, incluso, cantar el cumpleaños feliz a quienes no podían celebrarlo de otra manera. “Por lo menos podíamos entregar esa pequeña ilusión”. “No sabemos cómo decirlo, pero esto es una emoción muy grande. Nunca hemos tenido nada por nuestro trabajo, es una emoción y una satisfacción que nos entreguen un premio por todo lo que hemos hecho por la gente de nuestro pueblo”, concluye.

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