La acogida de personas con discapacidad en situaciones de conflicto armado

La guerra de Ucrania cumple un año y parece mentira. De los primeros titulares en los que se anunciaba su inicio especulando que sería una guerra con duración acotada incluso a horas, hasta hace unos días en los que los medios se hacían eco de las 18.955 vidas civiles que ha arrastrado esta guerra -6.761 muertos (438 niños) y 10.902 heridos (854 niños)-, más los más de 8 millones de desplazados, según las Naciones Unidas a 13 de febrero de 2023.

Hace unos meses estaba preparando una ponencia para un congreso que se iba a realizar en Toledo, sobre sociología militar, me apetecía llevar a la mesa algo relacionado con discapacidad por lo que decidí que un tema importante podía ser dar visibilidad a la labor de las asociaciones en los conflictos armados. Solicité una entrevista al gerente de CERMI-CLM y presidente de la Mesa del Tercer Sector de Castilla-La Mancha José Antonio Romero Manzanares, ya que, quién mejor que él para que me contara algunos detalles sobre el proceso seguido en Castilla-La Mancha para conseguir la movilización asociativa y atender la llamada que lanzó la red europea de organizaciones que dan apoyo a las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo y sus familias, Inclusion Europe, al inicio de la guerra de Ucrania, respecto a la situación que estaban viviendo allí las personas con discapacidad.

España ratifica en 2008 la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de 2006 lo que supone que con ello ratifica el artículo 11 sobre situaciones de riesgo y emergencias humanitarias, a partir del cual se garantiza la adopción de tantas medidas como sean necesarias para garantizar así la seguridad y la protección de las personas con discapacidad en situaciones de riesgo, incluidas situaciones de conflicto armado, emergencias humanitarias y desastres naturales.

La entrevista en profundidad dio para un capítulo del libro 'Una mirada poliédrica hacia la discapacidad', publicado recientemente por la editorial Catarata, pero quedó un aspecto importante que visibilizar, por cuestión de espacio, el relacionado con la situación actual en relación con la acogida de personas ucranianas con discapacidad y sus familias.

Tanto la sociedad como el movimiento asociativo no ha tenido mucha información respecto al número de personas atendidas con discapacidad

En términos generales se podría considerar que tanto la sociedad como el movimiento asociativo no ha tenido mucha información respecto al número de personas atendidas con discapacidad, de aquellas que ya han retornado, de las familias acogedoras, etc. Los medios de comunicación tampoco es que se hayan hecho mucho eco de ello.

Quizás por motivos relacionados con la protección de la intimidad de estas personas o que nos encontramos inmersos en una sociedad en la que todo gira en torno a los tiempos informativos y políticos. Las prioridades van pasando, y en el caso de la guerra con Ucrania si bien durante los primeros meses, prácticamente se nos ofrecían cifras cada semana, o quincenalmente, por ejemplo, de cuántos niños se escolarizaban, esta información fue desvaneciéndose hasta casi desaparecer.

“Otro tipo de facturas”

Y también como sociedad en la medida en que, de esa solidaridad inmediata se pasó a una preocupación casi exclusiva por la propia supervivencia como consecuencia de la subida de precios del combustible y de la alimentación, haciendo que la guerra de Ucrania pasara otro tipo de facturas.

Con fecha 21 de septiembre de 2022 José Antonio me comentaba que había habido una especie de desvanecimiento de la información que les llegaba. Que no había información desde mayo sobre las nuevas solicitudes de apoyos. 

La deshumanización que se produce con cualquier guerra nos hace reflexionar en la situación en la que se encuentran algunos colectivos que sufren las consecuencias de manera más agudizada si cabe como es el caso de las personas con discapacidad, que deben enfrentarse a información sobre seguridad o procesos de evacuación inaccesibles, dificultades de movimiento, visuales, auditivas, instando a los líderes políticos y todos los actores humanitarios, tal y como apunta Gloria Álvarez, doctora en derecho y consultoría social, a asegurar la participación de las personas con discapacidad en el diseño de sus programas y desarrollar planes de acción específicos para brindar protección y seguridad adecuadas a esta población.

Hoy tengo más claro que nunca que el éxito de una organización radica en su capacidad de adaptación a los cambios y que, en la protección de las personas con discapacidad en caso de conflicto armado, como está siendo el caso entre Rusia y Ucrania, el papel del movimiento asociativo es indiscutiblemente imprescindible.