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Fue un 31 de mayo de hace 34 años cuando Castilla-La Mancha echó a andar tras la constitución de sus primeras Cortes Regionales. Hoy celebramos aquel hito como una sociedad que comparte un importante legado a la vez que un mismo objetivo de futuro. Tras un fecundo periodo de avances sociales, económicos, culturales e institucionales, se puede decir que el camino ha merecido la pena.
Castilla-La Mancha es una región con carácter y orgullosa de sus raíces comunes, de los logros obtenidos. Puede que los nuevos tiempos nos reclamen un tipo de respuestas distintas en algunos aspectos cotidianos, pero hay algo que no ha cambiado, que nos exige y nos exigirá siempre lo mejor de nosotros mismos: la responsabilidad de seguir avanzando.
El Partido Popular, que fue la formación más votada en las últimas elecciones municipales, regionales y nacionales, apuesta decididamente por el desarrollo. Es de justicia reclamar una región en la que el compromiso y el sacrificio de la sociedad se vean justamente recompensados. Esta comunidad no debe conformarse con mirar desde el furgón de cola cómo el resto del país bate récords en reducción de paro y avance económico.
No hace mucho tiempo en Castilla-La Mancha crecíamos y creábamos empleo por encima de la media española. ¿Por qué no aspirar ahora a los mismos resultados? Tenemos potencial y capacidad de sobra para no conformarnos; nos sobran aptitudes para volver a superar las previsiones. Somos una región que ha demostrado que responde a la dificultad con firmeza y determinación.
Hay que tenerlo claro: cualquier progreso que se conquiste en Castilla-La Mancha depende de una acción decidida en la dirección adecuada. No hay cabida para dudas y parálisis que lastren nuestro porvenir como sociedad cuando la recuperación es un hecho en nuestras comunidades vecinas. Es hora de mirar hacia delante y actuar. Después del enorme esfuerzo que nos exigió la última crisis económica, no podemos echar el freno al desarrollo y permitir que se marchiten los frutos obtenidos.
Decía Cervantes que el andar tierras y comunicar con diversas gentes hace a los hombres discretos. Somos una tierra de gente que conoce el valor de ser un buen anfitrión para todos aquellos que atraviesan nuestro suelo y, como tal, somos cautos pero atentos, dialogantes y trabajadores. Pero somos mucho más que un hermoso lugar de acogida: aspiramos a ser protagonistas.
En un día de celebración de lo que nos une como el de hoy, nuestra obligación es mirar al futuro con ambición y determinación. Reivindiquemos y trabajemos por una Castilla-La Mancha mejor y más fuerte. Dando lo mejor de nosotros mismos por el bien de nuestra tierra y todos los que vivimos en ella.