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Castilla-La Mancha en el informe Anual 2024 del Sistema Nacional de Salud

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Castilla-La Mancha sale en el Informe Anual 2024 del Sistema Nacional de Salud (SNS) como una comunidad con resultados de salud buenos, pero sostenidos sobre una Atención Primaria claramente infradotada para su realidad rural, envejecida y dispersa.

La región alcanza 2,39 millones de habitantes y presenta un perfil muy envejecido, con una de cada cinco personas de 65 o más años. La esperanza de vida (83,8 años) es prácticamente igual a la media española, lo que indica que, pese al contexto socioeconómico más frágil, el sistema consigue mantener buenos resultados en supervivencia.

Sin embargo, comparte plenamente los determinantes sociales adversos que describe el informe para España en su conjunto: alta proporción de población con estudios básicos, riesgo de pobreza por encima de la media europea y gradientes claros en obesidad, sedentarismo y estilos de vida según nivel educativo. En una comunidad extensa y con renta más baja, esto se traduce en bolsas de vulnerabilidad donde la Atención Primaria debería tener un papel estratégico que hoy no está suficientemente respaldado.

El SNS destina solo alrededor del 14% del gasto sanitario público a Atención Primaria, mientras casi dos tercios se orientan al ámbito hospitalario, patrón que también condiciona a Castilla-La Mancha. El propio análisis subraya que, en diez años, donde menos ha crecido el número de médicos es en Atención Primaria, a pesar del aumento de población, cronicidad y demanda urgente.

En accesibilidad, las cifras son elocuentes: solo un 11,1% de las personas son atendidas el mismo día que piden cita en Atención Primaria y otro 11,2% al día siguiente, mientras alrededor del 70% espera más de un día, con un tiempo medio de 8,7 días. En quirúrgica programada, Castilla-La Mancha está en una posición intermedia del país (113 días de espera de media, 19,2% con más de seis meses), pero el foco político ha sido más proteger la quirúrgica que corregir el deterioro en la puerta de entrada al sistema.

Los datos no apuntan a un fracaso clínico de Castilla-La Mancha, sino a un problema de modelo: se mantiene una Atención Hospitalaria razonablemente protegida mientras se acepta como normal una Atención Primaria saturada, con demoras y con el crecimiento de plantillas más bajo del sistema. Para una comunidad rural y envejecida, esto es estratégicamente incoherente: se infrafinancia justo el nivel que mejor responde a cronicidad, fragilidad y desigualdad.

El Informe del SNS 2024 permite, aunque no lo diga explícitamente, una conclusión clara: si Castilla-La Mancha quiere sostener sus buenos resultados en esperanza de vida y reducir desigualdades, no basta con “aguantar” con el modelo actual. Debe reorientar gasto y recursos humanos hacia la Atención Primaria rural y comunitaria, porque ahí es donde se decide si la región seguirá teniendo un buen sistema de salud… o solo buenas estadísticas mientras la base se agota.

Si se toma en serio lo que muestran las tablas y gráficos del informe (envejecimiento, desigualdad educativa, pobreza relativa, infrafinanciación del primer nivel, bajo crecimiento de médicos de familia), Castilla‑La Mancha necesita algo más que ajustes marginales. Necesita una decisión política explícita de invertir en Atención Primaria rural, de reequilibrar el gasto hacia los servicios primarios y de asumir que, en territorios como este, el éxito del sistema no se mide solo en camas ni en TAC por millón de habitantes, sino en la capacidad de que un médico de familia conozca por su nombre a sus pacientes… y pueda verlos cuando lo necesitan, no nueve días después.

Ojalá 2026 sea el momento de tomar la decisión que los datos exigen.