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Quizá sea Ignacio Morales Nieva el mejor compositor castellanomanchego de los últimos años, pero, sin duda, es el menos reconocido. Su obra musical es copiosa y está repartida en muchos géneros: Música religiosa, ópera, zarzuela, obras de cámara, sinfonías, piezas para diversos instrumentos: piano, órgano, clave, pianoforte, flauta, cuerda, música incidental para la escena, etc. Una de sus obras, para orquesta de cuerda, se titula ‘Toletum’. Cultivó la creación de música coral y para voces solistas. Vivió gran parte de su vida en Puerto Rico, donde sí está reconocido. Pasó por Nueva York, donde estudió dirección de orquesta y se relacionó con Leopoldo Stokowsky, Igor Stravinsky y Leonard Berstein, que fue maestro suyo y que le permitió dirigir la obertura de ‘El Barbero de Sevilla’. Fue profesor de música en la Universidad de Puerto Rico y fundó una prestigiosa orquesta de cámara. Pero en España es el gran olvidado. Recuerdo que hace años solicité al programa de Radio 2, hoy Radio Clásica, ‘Buzón del oyente’, oír música de Morales Nieva. La directora, Araceli González Campa, me llamó por teléfono diciéndome que en la radio no había nada suyo.
En su ficha de Wikipedia, muy escueta, en la sección ‘Obras’, no consta ninguna pieza musical compuesta por él, de las cientos que escribió; sólo el título de un libro suyo, ‘Escritos teóricos’, que no fue la única escritura que abordó. El músico interpretó bastante, dirigiendo, alguna vez tocando, pero grabó poco, aunque algo hay. La Asociación de Compositores, Directores e Intérpretes de Castilla-La Mancha editó un DVD reproduciendo un concierto de la Orquesta Sinfónica La Mancha durante el Festival Internacional de Música de Quintanar de la Orden en homenaje a Ignacio Morales Nieva, en 2006, año después de que falleciese, presentando tres de sus composiciones. Yo he podido hacerme con un disco, prestado por la Biblioteca del Alcázar, de Toledo, que contiene su ‘Réquiem Anglicano’. Asistí a la representación de ‘El manuscrito encontrado en Zaragoza’ adaptación realizada por Francisco Nieva de la célebre novela del ruso Jan Potocki. Uno de los papeles principales lo interpretaba el actor alcazareño Emilio Gavira. La música le fue encargada a Ignacio Morales Nieva, hermano de Francisco Nieva. Esto es lo poco que he escuchado de este músico español.
Morales Nieva nació en Valdepeñas en 1928. Su hermano mayor, el acreditado dramaturgo Francisco Nieva, que se quitó el Morales, había nacido cuatro años antes. El padre, Francisco Morales, abogado, oficial del ayuntamiento valdepeñero, fue gobernador civil de Toledo durante el Gobierno Republicano. En Toledo vivió la familia hasta el estallido de la Guerra Civil. En 1939 regresaron a Valdepeñas. Después, al progenitor lo depuraron, desterrándole a Sierra Morena, donde vivieron los Nieva en una casa aislada en Venta de Cárdenas. Allí los chicos recibían clases del poeta valdepeñero, y maestro, Juan Alcaide, quien los introdujo en la literatura clásica y moderna. Los padres eran amantes del arte. Por Alcaide, los Nieva entraron en contacto, cuando la familia se trasladó a Madrid en 1945, con los componentes de la vanguardia llamada Postismo, con Eduardo Chicharro al frente.
En la década de los años 40, cumple Morales Nieva con los dos hechos más importantes de su vida: Comienza sus estudios en el Real Conservatorio de Música de Madrid, teniendo a dos importantes maestros: los músicos Conrado del Campo, que le da Armonía, y Joaquín Turina, que le enseña Composición. Ya estaba Ignacio entrenado en el piano. Años después ingresa en el Seminario Evangélico Unido, también en Madrid, con el deseo de ser sacerdote. Se le nombra maestro de capilla en la protestante Pro-Catedral del Redentor, teniendo la oportunidad de dirigir un coro de adultos. En esta labor, lo podríamos asociar al gran Juan Sebastián Bach, componiendo las piezas litúrgicas que los fieles cantasen cada domingo. Hay que anotar que Ignacio Morales Nieva no fue un compositor conservador, sino que tendía a la música vanguardista. Gran parte de su obra está muy influida por Alban Berg y Arnold Schönberg, fecundo serialista, ambos, con Anton Webern, principales creadores acogidos en la estética del docecafonismo.
Morales Nieva optó por lo anglicano más que nada como reacción al rancio nacionalcatolicismo español. Fue mucho tiempo sacerdote anglicano; en sus últimos años abandonó lo protestante queriendo ser católico, lo que la facción romana le impidió. Se pasó a la creencia ortodoxa, llegando a ser diácono, no pope. Se casó con una mujer 21 años mayor que él, teniendo Ignacio 41 años; la ceremonia tuvo de curioso al oficiarla un jesuita y un sacerdote anglicano. Era un hombre profundamente religioso. Escribió que “el arte no puede existir sin fe, porque la misma Fe es un Arte.” Pero su alta aspiración fue la música y su amor por la cultura. Con su hermano Paco mantuvo siempre una excelente relación; declara: “Siempre hubo entre él y yo un nexo indestructible formado por el arte mismo, por el problema de la expresión artística. Establecimos un lenguaje común, a base de graciosos sobreentendidos, que no se ha degradado lo más mínimo.” A su vez, Francisco Nieva dice de su hermano: “Tuvimos, en principio, la misma educación musical y cuando le digo que me gustaría una música con pompa dieciochesca mezclada con el alambrismo de Chapí, sólo él me entiende.” Paco siempre le decía que había que ser, por encima de todo, muy modernos. Los dos hermanos eran tan extravagantes que unas parientas muy conservadoras los desheredaron por este motivo.
No sólo fue músico Ignacio Morales Nieva. Escribió crítica musical en los periódicos y es autor de las deliciosas ‘Memorias recatadas de un músico’. Hay un libro, exhaustivo, sobre él, publicado el año pasado, escrito por Gabriel Alcaide Rodán. En él se traza su perfil biográfico, se recorre su trayectoria y se analizan algunas obras suyas, pues el autor del libro es también músico. En la exposición itinerante ‘La cabaña central’, sobre el poeta Carlos Edmundo de Ory, recorriendo las ciudades de Cádiz, Viena, París, Cuenca y Valdepeñas, se han podido ver unos cuantos dibujos de Ignacio Morales Nieva, muy detallados y atractivos en sus trazos.
El albacea de Morales Nieva es el actual alcalde de Valdepeñas, Jesús Martín. Hace poco, al terminar la inauguración de la reseñada exposición sobre Ory en Valdepeñas, nos sentamos en la terraza del bar Penalty el regidor, el crítico Juan Manuel Bonet, Laure Lacheroy, viuda del homenajeado poeta gaditano, Salvador García, director de la Fundación Ory, de Cádiz, Raúl Luis García, director del Museo Gregorio Prieto de Valdepeñas, y yo, que soy consejero de la Fundación Ory. Jesús Martín nos dijo que en la próxima edición de la Semana de Música Religiosa de Cuenca se iba a dedicar una jornada a la música de Ignacio Morales Nieva. Qué alegría, en un foro de tal prestigio. En el nuevo programa de Radio Clásica ‘La máquina del tiempo’, conducido por mi amiguete Jesús Trujillo, yo espero que algún día Jesús dedique un espacio a este músico que está tan injustamente postergado.
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