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Cuenca acogió un nuevo concierto de música medieval que trajo un relato del monje benedictino Gautier de Concy

Miguel Ángel Albares, director artístico de la Catedral de Cuenca

Amador Palacios

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La programación de música medieval en Cuenca es nutrida, incesante. Parte de la Catedral de esta ciudad única. Su director, Miguel Ángel Albares, Capellán Mayor del templo catedralicio, hombre muy culto, con varias carreras universitarias cursadas, coordina, con excelsa profesionalidad y encomiable modestia, muy bien estas exquisitas intervenciones. Mirabilia es un atractivo ciclo anual, organizado por la Catedral, ofreciendo esta música.

Brice Duisit y Cristina Alís Raurich

El pasado Día de la Inmaculada se puso en escena, en el centro de la iglesia de San Pedro, un muy bello recinto eclesiástico, con muy buena calefacción, alzado su edificio en una, no habitual, planta octogonal, cuyo párroco es precisamente el mencionado Albares; tuvo lugar, decimos, un preciso concierto centrado en el robo de las reliquias de Santa Leocadia de Toledo, cuya secuencia relató el monje benedictino Gautier de Concy, que vivió entre los siglos XII y XIII, interpolando en su obra melodías profanas llevadas a lo devocional. El texto lo escribió en occitano, lengua del amor cortés.

Un concierto que “cautivó”

El espectáculo fue delicioso, reconstruyendo la producción de De Concy. Intervinieron el cantante Brice Duisit, que se formó en el Conservatorio de Pau y perfeccionó sus estudios en el de Lyon. Es profesor en centros de músicas medievales de Montpellier y Ginebra, acompañándole con el organetto -una especie de órgano de bolsillo- Cristina Alís Raurich, que aunque es catalana “siempre” está en Cuenca. Se formó en Barcelona y La Haya siendo también profesora, como Duisit, en el Centre International de Musique Médiévale de Montpellier. Tiene asimismo actividad como enseñante en el Medieval Music Besalú, de Lérida. El narrador, acudiendo al texto de Gautier de Concy, fue Miguel Ángel Albares, con su adecuada, templada, pausada voz; elemento grandemente informativo para los oyentes presentes.

El concierto cautivó al auditorio. La labor del cantante fue la de un auténtico trovador, dirigiendo los cantos afectuosamente al público asistente. La suave música del organetto, ejecutada por Cristina Alís, subyugaba sobremanera. La narración del robo de las reliquias de la santa mártir toledana, seguida de la feliz recuperación de las mismas, declamación efectuada por Albares, ofreció un sabroso contrapunto. En los finales del concierto, los dos músicos, Brice y Cristina, cantaron al unísono los postreros versos. Todos salimos encantados y muy agradecidos por el tan selecto resultado ofrecido.

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