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Sin agua, sin turismo, sin vida: las consecuencias económicas y demográficas del “saqueo” de los embalses

Embalse de Entrepeñas, en Sacedón, Guadalajara.

Lourdes Cifuentes

Es una noticia recurrente en los últimos veranos y que se acentúa con la falta de lluvias, pero también por el aumento de temperaturas y el desembalse continuo al que se ven sometidos los pantanos de cabecera de las diferentes cuencas hidrográficas de la región.

Lo bajos niveles afectan al desarrollo de los municipios que tiempo atrás tuvieron en esos mismos pantanos un motor de desarrollo económico y que ahora ven que, al igual que el agua, desaparece el turismo y la población. Los últimos datos de la Confederación Hidrográfica del Tajo muestran que, en Guadalajara y Cuenca los embalses de la cabecera del Tajo, Entrepeñas y Buendía, han bajado durante la pasada semana 17,36 hectómetros cúbicos en sus reservas lo que supone el 22,12 por ciento de su capacidad.

Entrepeñas ha bajado sus reservas en 9,45 hectómetros en los últimos siete días y almacena 281,04 de los 813 que puede embalsar; mientras que el de Buendía baja 7,91 y almacena 275,95 de los 1.705 hectómetros cúbicos que puede contener. “La culpa es del Trasvase Tajo-Segura”, apunta el alcalde de Sacedón, Francisco Pérez Torrecilla, término municipal donde está ubicado el embalse de Entrepeñas. El poco volumen de agua que se puede encontrar en sendos pantanos ha llevado a la pérdida progresiva del turismo que llegaba hasta esta zona de Guadalajara atraído por actividades acuáticas que han ido desapareciendo.

El agua, dice Pérez, es “la materia prima que usamos para sobrevivir económicamente” y en los últimos años con el descenso en de los embalses “se pierde población, se cierran comercios y empresas relacionadas con el turismo”. Al final todo se traduce en pérdida de población. Solo Sacedón ha perdido en una década el 25% de su población en los últimos años. Datos que para su alcalde demuestran que, si no cambia la situación “no aguantaremos más de una década los municipios que vivimos en el entorno de Entrepeñas y Buendía”. Y esa solución pasa “por acabar con el trasvase”, sentencia.

“Cuando el pantano baja el turismo no viene”

En Valverde del Júcar, Cuenca, también temen que el “saqueo” del embalse se Alarcón se lleve consigo el municipio. Si su construcción supuso una pérdida de territorio importante, el que de un día para otro la lámina de agua baje después de enviarla a los regantes de la USUJ, en Valencia —que tienen el derecho de uso prioritario del agua de este embalse—, pone en riesgo su principal fuente de ingresos: el turismo.

Lo sabe bien el que ha sido hasta hace poco más de un mes y medio su alcalde, Álvaro Cárcamo que asegura: “Cuando el pantano baja el turismo no viene”. Lo han vivido en carne propia preparando la zona de playa años atrás cuando “hemos llegado a tener que mover la playa alrededor de 12 o 13 metros lineales en 15 días. En lo que es el verano completo podrían llegar hasta los 50 metros lineales”. Eso supone un descenso brusco del caudal en Alarcón, algo que sucede “todos los años, absolutamente todos los años”. El que fuera regidor de la localidad insiste en que es algo repentino, “ ves que el pantano ha bajado de un día para otro”.

Tanto así que hace dos años tuvieron que suspender una competición de natación en aguas abiertas, en Alarcón, porque bajó tanto el agua que tuvieron que anularla días antes, y devolver las subvenciones que habían recibido para poder realizarla.

La solución pasa por tener una lámina fija de agua para tener un turismo fijo. Igual este año el pantano está alto y viene gente que está bajo y se marchan a otra zona. Con esa lámina se generaría, dice Cárcamo, una estabilidad para poder mantener la población que ha ido perdiendo este y otros municipios del entorno en la última década.

El reclamo era ver la Fuensanta “llena”

La situación en el pantano de la Fuensanta, en plena Sierra del Segura albaceteña es mucho más dramática. Este embalse -- uno de los que componen la cabecera del Segura-- ha cerrado el mes de julio al 11% de su capacidad. Muy lejos queda esa imagen de un embalse lleno de embarcaciones que atraía a turistas y que servía de motor de desarrollo de una de las zonas más castigadas por la despoblación en la provincia de Albacete. Miguel Panadero lleva años dedicándose al sector. “Hace siete años teníamos un pantano que se había recuperado después de una larga sequía y una nefasta gestión” que achaca a la Confederación Hidrográfica del Segura.

En ese momento decidió apostar por el recurso, por su tierra, por la vida en esta zona de Albacete. Se hizo un esfuerzo enorme“, explica este empresario de la Sierra del Segura que narra la inversión que realizó: ”Tenía aquí dos barcos, 15 patines, en torno a 25- 30 plazas de piragua...“, que se traducían en un lleno absoluto en las orillas del pantano. Pero los continuos vaciados del pantano, que llevaron a la Fuensanta al 10% de su capacidad el verano del 2017 justo cuando se produjo el incendio de Yeste y Molinicos -- que afectó a parte del Parque Natural de los Calares del Río Mundo y la Sima-- impidieron incluso que se pudieran recargar los hidroaviones para luchar contra las llamas. Mucho menos para ser un recurso turístico.

Hoy ya no hay barcos en la Fuensanta. Miguel sí mantiene actividades con canoas y piraguas pero el volumen de visitas no tiene nada que ver con lo que puede llegar a ser con el pantano en mejores condiciones. “La gente venía a ver el pantano, exclusivamente. Venían a pasar el día para ver el pantano. Podíamos llevar a los restaurantes de la zona una media de entre 60 y 80 personas la día”, recuerda Panadero. Hoy esa cifra es de cinco personas de media.

De momento su empresa de multiaventuras sigue ofreciendo actividades acuáticas, pero no tiene ni siquiera claro que para medidos o finales de agosto baje caudal por el río Segura. Sin agua, dice, “pierdes uno de los principales valores de la Sierra del Segura”.

Su lucha por mantener el pantano y la Sierra del Segura con la vida ligada al agua le ha llevado a reclamar durante años en la propia Confederación una lámina media del 35% de la capacidad total del embalse. “Con el 35% trabajaríamos de sobra”, dice convencido. No ha sido la única iniciativa que ha promovido. En su momento planteó el movimiento 'Agua hasta septiembre' que planteaba no desaguar el embalse hasta el mes de septiembre para garantizar que no se llegaba la situación de sequía actual del embalse. No lo logró.

Ahora la Fuensanta apenas alberga un 11% de su caudal. Ahora “¿ quien va a venir a verlo?”, se pregunta.

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