Cuatro meses de los peores incendios de Castilla y León: sin datos oficiales y sin mejoras del operativo por no negociar
En Castilla y León sigue sin haber cifras oficiales de cuánto se quemó en la comunidad autónoma durante el pasado verano cuatro meses después del inicio de los peores incendios de su historia. Y no está seguro que el Gobierno del PP en la autonomía vaya a dar las cifras en sede parlamentaria, como hace cada año para hacer el balance de la temporada, ya que apenas quedan semanas para la disolución de la legislatura y el consejero de Medio Ambiente se resiste a hacerlo entre duras críticas de la oposición.
El 31 de octubre se cerró la peor temporada de incendios de Castilla y León y habitualmente en el mes de noviembre el consejero de Medio Ambiente, el leonés Juan Carlos Suárez-Quiñones, comparece en el parlamento autonómico para poner cifras definitivas a la situación. Pero ni el consejero ni el verdadero cerebro del operativo antiincendios autonómico, el director general de Patrimonio Natural y Política Forestal José Ángel Arranz, han comparecido todavía en el legislativo. Solo el consejero ha dado cifras sueltas a preguntas parlamentarias pero no hay balance oficial. Mañueco tuvo que comparecer, obligado por la oposición, el 29 de agosto para responder sobre el operativo, pero todavía estaban los montes echando humo tras tres semanas sin parar de arder y sus datos fueron incompletos.
Quiñones ha echado la culpa a las Cortes de no tener fecha de comparecencia, tras haber retrasado el PP la misma por el debate de presupuestos, que se cayeron a mediados del mes de noviembre. El PP ha asegurado que habrá comparecencia, como exige toda la oposición, pero el calendario se aprieta y nada se sabe del balance de incendios.
De lo que quedan pocas dudas es que ha sido el peor año de incendios de las cuatro décadas de historia de la comunidad autónoma, en un año que se cebó especialmente con la provincia de León donde se han calcinado más de 100.000 hectáreas en cifras provisionales. Pero los grandes incendios forestales también afectaron de forma grave a Zamora, Palencia, Salamanca o Ávila con pérdidas patrimoniales incalculables en la Montaña Palencia, la sierra de Gredos o el patrimonio de la humanidad de Las Médulas, entre otros. Pero es que el anterior peor año de la historia de incendios fue solo hace tres, en el 2022, cuando los dos incendios en la zamorana Sierra de la Culebra calcinaron 55.000 hectáreas.
La única estimación provisional se proporcionó a finales de agosto y se cifraba en unas 150.000 hectáreas, pero la Junta de Castilla y León no ha proporcionado datos de edificios y negocios afectados, así como cabaña ganadera o biodiversidad arrasada. Para entender la comparación en todo Castilla y León entre el año 2006 y el 2017 se quemaron 169.000 hectáreas, prácticamente lo mismo que este año. Solo los registradores de la propiedad hablan de más de 1.000 edificios afectados de alguna manera en la provincia de León por los incendios forestales.
Los incendios del verano han costado cuatro vidas en la provincia de León, más una quinta persona que participó de voluntaria en una extinción en Salamanca y que falleció a los pocos días, pero que la Junta excluyó del recuento asegurando que fue por otros motivos. Además, hubo miles de desplazados por la cercanía de los incendios a las localidades así como cientos de afectados que vieron hogares, propiedades y negocios arrasados por el fuego.
Decretos antiincendios caídos sin negociar
La estrategia de la Junta de Castilla y León tras los graves incendios fue aprobar dos decretos sin negociar con nadie para intentar solventar las críticas al operativo, considerado insuficiente por sindicatos, oposición y sociedad civil. Mañueco señaló en sede parlamentaria que “tenemos un buen operativo” pese a la incapacidad de extinción demostrada este verano y Suárez-Quiñones ha mantenido una línea argumental parecida señalando que solo las circunstancias “extraordinarias” del verano por la ola de calor hicieron fracasar el operativo. Pero pese a esto se lanzaron a prometer un operativo público, dependiente de empresas del sector público en vez de las privadas que lo gestionan hasta ahora.
Primero el Gobierno de Mañueco lanzó un decreto de gestión forestal que incluía rebajas ambientales bajo la prevención de incendios. Eliminaba la autorización para el aprovechamiento de maderables y leñosos si el volumen es inferior a 100 toneladas (o 100 metros cúbicos) y suprimía los supuestos de autorización previa para la apertura de vías forestales que no supongan cambio de uso forestal, entre otras cuestiones.
A mayores la Junta de Castilla y León aprobó el nuevo modelo de gestión del operativo, que pasaría a ser 'público' cuando finalicen los contratos con el sector privado que rigen actualmente en la mayor parte del operativo. El Gobierno de Mañueco no negoció este asunto con ningún sindicato, que conocieron los textos pero sin negociar y lo rechazaron de plano, ni con ningún partido de la oposición. Al final los dos decretos han decaído por el rechazo de las Cortes autonómicas y tendrá que ser el nuevo gobierno que salga de las elecciones de marzo del 2026 el que diseñe un nuevo y necesario operativo, con el verano ya a las puertas.
El problema de Quiñones en León
El presidente de la Junta de Castilla y León y candidato del PP a la reelección, Alfonso Fernández Mañueco, ha activado mientras tanto la maquinaria electoral para intentar mantener en el poder al partido que gobierna la autonomía de forma ininterrumpida desde 1987. Actos de partido en todas las provincias y actos institucionales de todo tipo salpican su agenda semanal mientras que su consejero leonés, y presidente interino del PP de León, permanece en bajo nivel y acumula más actos públicos en Valladolid que en su provincia, donde fue la cabeza de lista autonómica en la cita del 2022.
Tras los incendios, el consejero de Medio Ambiente y el director general fueron objeto de una campaña ciudadana que llenó de carteles la provincia de León pidiendo sus dimisiones por la gestión del operativo, que se han ido extendiendo al presidente autonómico. El consejero ha estado semidesaparecido desde que tras los incendios realizó unas polémicas justificaciones de su presencia en Gijón cuando el fuego llegaba a Las Médulas, “Tenemos la mala costumbre de comer”. Mañueco tomó el mando comunicativo y Quiñones tardo un mes en volver a la esfera pública. Por su parte el director general José Ángel Arranz ha mantenido un perfil tan bajo que solo se ha dejado ver en escasas ocasiones y sin hablar nunca de incendios, que son parte de sus competencias. La última vez hace unos días para presentar una titulación sobre la gestión del lobo, donde reivindicó la gestión de la Junta sobre el animal en la calcinada Sierra de la Culebra.
Suárez-Quiñones debería ser, en la teoría, el cabeza de lista del PP a las elecciones por la provincia de León, por su posición como consejero como su mando en el partido provincial provisional. Buena parte del PP leonés considera que eso sería una decisión que les deja en una complicada situación electoral, pero asumen que será una decisión de Alfonso Fernández Mañueco en solitario y que poco tendrán que decir. Tanto si va en la lista como si se cae de la misma. En el PP se intenta descifrar la situación de Suárez-Quiñones mientras ha vuelto a acompañar al presidente Mañueco a todos sus actos en la provincia leonesa. Mañueco le manifestó su respaldo firme en las Cortes con un “Sí, le apoyo” y le agradece su labor en los actos del partido pero nadie conoce su futuro.
La oposición insiste en que Quiñones se vaya —“el Mazón de Castilla y León” le llaman— pero exigen que antes comparezca y ponga cifras a la tragedia ambiental y patrimonial de los incendios del verano del 2025, la mayor que se recuerda. Cifras de su dimensión y de lo que cuesta o costará a los ciudadanos salir de la misma. Tras los incendios del 2022 en Zamora en el balance el director general habló de que harían falta al menos diez años para recuperar la zona. Ahora mismo no se sabe ni cuánto se ha quemado ni mucho menos cuánto tiempo haría falta para recuperar lo perdido.
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