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El exhibicionismo, el acoso que no se denuncia: “Un hombre nos siguió y se masturbó delante de nosotras, pero la Policía no apareció”

579 mujeres han tenido que dejar su trabajo por violencia machista desde 2004

Alba Camazón

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“Un hombre nos siguió, se masturbó y la Policía nos pidió que comprobáramos si seguía allí, pero no vino nadie”. Sam y Rachel (nombres ficticios) iban a casa de unos amigos suyo para ver un partido de fútbol en Valladolid, pero la noche se complicó después de que un hombre se quitara los pantalones, las siguiera y se masturbara delante de ellas. Ninguna de ellas habla castellano con fluidez, lo que tensionó la situación todavía más. “Hacía mucho que no estaba tan asustada, no pensé que esto pudiera pasar aquí y me sentí muy insegura e incómoda. Había oído que esto pasaba en Londres, pero no aquí”, relata poco después a elDiario.es una de estas jóvenes, que lamenta todavía más la reacción de la Policía. Los hechos sucedieron el pasado 8 de noviembre sobre las siete de la tarde.

“Avisamos a través de la app 'Alertcops', pero no obtuvimos ninguna respuesta. Entonces llamamos a la Policía Nacional (091) y nos preguntaron que si seguía en la puerta, pero no lo sabíamos y no queríamos bajar otra vez. No vino nadie”, relata Rachel, que está alterada después de este ataque. “Entonces nos dijeron que teníamos que ir a la comisaría a denunciarlo con las fotos, pero no tenemos coche e ir a comisaría suponía ir a pie, cuando está oscuro y él probablemente esté cerca...”. Ninguna de las dos denunció ese día ni los siguientes, y a través de la aplicación no han recibido respuesta, a pesar de que figura como caso 'cerrado'.

Rachel y Sam confiesan que se sintieron “desalentadas” y no denunciaron a pesar de tener fotografías del exhibicionista. “Me quedé en shock, sobre todo con cómo la policía lo gestionó todo. Estoy muy desalentada ante su labor. Ser una persona que no habla castellano, que es nueva aquí y así me tratan...”, comenta Rachel, que asegura que está “desalentada”. El exhibicionismo es un tipo de acoso que no siempre se denuncia porque, en muchos casos, no se puede.

“Nuestros amigos le preguntaron a la policía al día siguiente, a unos agentes que estaban en la calle y les dijeron que no había nada que pudieran hacer salvo que hubieran estado allí cuando todo pasó”, explica Rachel. En España, el exhibicionismo no es un delito penal salvo que sea delante de menores de edad o de personas “con discapacidad necesitadas de especial protección”. Sí se contempla su sanción en la Ley de Seguridad Ciudadana, por la que se pueden multar con hasta 600 euros “la realización de actos que atenten contra la libertad e indemnidad sexual o ejecutar actos de exhibición obscena cuando no constituya infracción penal”.

Este tipo de casos muchas veces no se denuncia puesto que queda en un 'susto'. No es el primer exhibicionista de Valladolid. Hace dos años los agentes municipales buscaron a un hombre en el barrio de Parquesol por el mismo motivo, pero es frecuente escuchar a mujeres de todo el país que protestan ante estos exhibicionistas. La dificultad para identificar a estos hombres es ahora mayor debido a la pandemia. “Estos policías con los que hablaron nuestros amigos les dijeron que las mascarillas hacían imposible identificar a la gente que hace este tipo de cosas”, lamenta Rachel.

“A veces no tienen un buen respaldo”

La Asociación de asistencia a víctimas de agresiones sexuales y malos tratos (Adavasymt) trabajan para que las víctimas de estos asaltos y otros más graves “no se sientan solas”. Se les ofrece sus servicios jurídicos y psicológicos. “Es normal que las malas actitudes y presuntos delitos de violencia y agresiones sexuales contra las mujeres, si no se denuncian, queden impunes. Hay que animar a denunciar pero con todas las garantías”, defiende su presidenta, Conchi Minayo.

La representante de esta organización lamenta que las sanciones son “irrisorias” y a veces “las mujeres no tienen un buen respaldo”, lo que hace que muchas “no se animen a hacerlo”.

“Saben lo que hacen y que está mal”

Normalmente estos exhibicionistas tienen algún tipo de parafilia. “Saben lo que están haciendo y saben que está mal, buscan la excitación sexual”, justifica Susana Laguna, doctora en Derecho, psicóloga y criminóloga y secretaria técnica del Colegio de la Criminología de Madrid. En cada situación habría que analizar el caso, puesto que también pueden exhibirse personas con algún tipo de trastorno o deficiencia mental, que suponen un “eximente” o “atenuante”, puesto que tienen las capacidades cognitivas o volitivas (de voluntad) alteradas.

“En el caso de una persona con este tipo de parafilias, sabe que está mal, pero lo hace igual. Es su manera de mostrar su deseo sexual y saben que está fuera de la norma. Es su manera de conseguir excitación sexual, pero es una conducta inapropiada”, agrega Laguna. Este tipo de personas puede sentirse excitado al “amedrentar” a unas chicas, aunque no se trata del mismo perfil que el de un violador. A estos individuos no se les puede equiparar a un violador, lo que buscan es “que les vean y generar una reacción en la otra persona”.

Sam y Rachel iban a casa de sus amigos a pie cuando un hombre se acercó con una bicicleta y les preguntó algo. “Ninguna de las dos tiene un buen nivel de castellano y mi amiga se lo dijo, así que pensamos que habría ido a preguntar a otra persona”, explican. Cuando se estaban acercando al porta de casa y vieron a este hombre en la calle “con las manos dentro de sus pantalones cortos”.

“Entonces se quitó los pantalones y empezó a tocarse mientras nos seguía con la mirada. Nos quedamos en la entrada del edificio, en la calle, intentando recordar qué botón pulsar para llamar al timbre. Mientras tanto, él continuaba y cada vez estaba más cerca. Finalmente entramos en el edificio, en shock, y él continuó haciendo lo que estaba haciendo: masturbarse. Continuó mirándonos fijamente a través del cristal y le hice unas fotos. Subimos en el ascensor porque queríamos alejarnos de allí cuanto antes”. Su historia no es la única ni será la última en este país, en el que algunos equiparan una masturbación en público con hacer topless, como le dijeron a una víctima en 2018 en Valladolid.

Rachell agradece no haber estado sola ni durante ni después de este episodio, aunque lamenta la ausencia de un agente de policía. “No sé que habría pasado si hubiera estado sola”, confiesa.

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