El nuevo obispo de Palencia defiende una Iglesia que salga a pescar donde están los naufragios
El nuevo obispo de Palencia, Mikel Garciandia Goñi, ha animado a construir una Iglesia que no tenga miedo a exponerse al mundo exterior y que no se quede en el puerto, sino que salga a pescar a alta mar porque allí es donde están los naufragios y los segmentos sociales donde la gente lo pasa mal.
El navarro Mikel Garciandía, ordenando obispo de Palencia el pasado sábado, ha mantenido este lunes un primer encuentro con los medios de comunicación a los que ha trasladado su agradecimiento a la ciudad por la acogida a todos sus vecinos navarros, amigos y familiares, y a los amigos llegados desde otros lugares el día de su ordenación.
“Los castellanos tenéis un carácter que a los navarros nos gusta mucho. Sois muy francos, miráis directamente a los ojos y vais en derecho. Y eso para mí vale muchísimo”, ha reconocido el nuevo prelado, quien ha asegurado que toda su familia se llevó “muy buen regusto” a casa.
En la misma línea ha adelantado que en Palencia se va sentir cómodo, porque siempre ha vivido en pueblos y valora mucho el hecho de caminar por las calles de una ciudad como el obispo que saluda a todo el mundo.
Montarse en un tren que ya está en marcha
El nuevo prelado ha indicado que llega a una diócesis histórica, con unas dinámicas establecidas y que ha venido a “montarse en un tren que ya está en marcha”, por lo que lo primero que ha hecho es confirmar a todos los cargos del organigrama diocesano, argumentando que “tiene vocación de director de orquesta, pero no de ser el hombre orquesta”.
También ha señalado que ha visto y estudiado el plan de la Diócesis de Palencia hasta el 2026 y ha encontrado que “la música de fondo” es muy parecida a lo que se planteaba en su anterior unidad pastoral, por lo que no va a “pegar ningún volantazo”.
Además ha indicado que “en la Iglesia no se trata de inventar, sino de ir al origen” y que su labor como episcopo, como supervisor al que se presupone tener clara una visión, la meta, el sueño al que hay que encaminarse, es lograr que el sueño funcione, pero esto solo es posible si es compartido.
En este sentido ha dicho que se siente cómodo en una Iglesia donde todos son corresponsables, no en una Iglesia donde el laicado sea colaborador de los curas y obispos. “Aquí todos somos corresponsables y a mí me toca despertar esa corresponsabilidad”, ha mantenido.
Hacer pesca de altura
Al respecto ha hablado de algunos retos y problemas de la Iglesia actual, como el miedo a exponerse al mundo exterior para mantenerse fuerte cuando el reto es tener una identidad muy clara y volcada al mundo porque la Iglesia es para el mundo.
“Muchas veces en la Iglesia hemos olvidado que la barca de Pedro tiene que salir al mar, porque es allí donde están los naufragios, no en el puerto”, ha afirmado, animando a hacer “pesca de altura” y acercarse a los segmentos sociales donde la gente lo pasa mal y más lo necesita. Si bien, ha reconocido que el reto está en determinar “cómo salir, a por quién y cómo preparar a los que tienen que salir”.
Otro de los problemas de la Iglesia está en funcionar “a corto”, por campañas y modas. “No se puede funcionar solo por cursos pastorales”, ha indicado, al respecto, subrayando el acierto de tener un plan a tres años, que permita tener una visión estratégica, un sueño, un propósito.
Pero además ha abogado por aprender a funcionar con objetivos y hacer revisiones, porque todo proyecto tiene que ser revisable y capaz de ir incorporando cosas. “Si queremos trabajar bien tenemos que focalizar cómo nos soñamos a veinte años para no dar palos de ciego”, ha argumentado.
Atención al medio rural
Tampoco le resulta ajena, ha dicho, una provincia como Palencia, rural y envejecida, ya que ha desarrollado su actividad pastoral Santa María de Zamartze y el Santuario de San Miguel en el Monte Aralar, en la diócesis de Pamplona y Tudela.
El prelado navarro ha asegurado que no tendría sentido una Iglesia que no tuviera en cuenta la especificad de la situación social y poblacional de cada zona y que trabajar en Diócesis muy dispersas, con una población que va disminuyendo implica hacer un planteamiento pastoral que no abandone a los núcleos pequeños, para que nadie salga perdiendo.
Es más, se ha mostrado partidario de ver como una oportunidad las dificultades, convencido de que hay dinámicas sociales que se pueden revertir y de que la Iglesia puede ser un agente de revitalización, de ánimo y de esperanza para los núcleos menos poblados.
Patrimonio religioso
Respecto al enorme y valioso patrimonio religioso que tiene la Iglesia, ha asegurado que en el pasado la Iglesia ha sido como “un banco tóxico” ya que tiene un gran activo en el patrimonio pero mentalidad de tanatorio.
Por eso ha agradecido los esfuerzos que se están haciendo ahora para devolver al arte cristiano su cometido inicial, que es emocionar, cuestionar, comunicar e “impactar en el corazón”, dentro de una sociedad plural de creyentes, peregrinos y turistas.
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