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Baja la asistencia en los centros con más alumnado gitano por miedo al virus: “Nos preocupan familias que no eran absentistas”

Una de las puertas de entrada al edificio de Primaria del Instituto Escuela de La Mina

Pau Rodríguez

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En una de las puertas del Instituto Escuela La Mina, en el barrio que lleva ese mismo nombre de Sant Adrià del Besòs, un puñado de familias, muy pocas, esperan a que salgan sus hijos. “Muchos no los traen todavía porque tienen miedo; yo no, la verdad. La escuela es importante para su futuro”, comenta Perico, padre de dos pequeños. Solo el 20% de los niños y niñas matriculados en Primaria en esta escuela fueron a clase el primer día de curso, el pasado lunes. En Secundaria, fue el 30%.

La baja asistencia de estos días en el Instituto Escuela La Mina se ha repetido en otros colegios catalanes que, como este, tienen una mayoría de alumnado gitano. “Hemos hecho reuniones con las familias, explicado los protocolos y las medidas de seguridad, y muchas han quedado convencidas, pero todavía las hay que quieren esperar”, comenta Sergi Casademont, director de la escuela Pous i Pagès de Figueres. En su caso, también han ido a clase menos de la mitad de los alumnos.

Los centros educativos y las entidades de la comunidad gitana temen estos días que el miedo al coronavirus tire por tierra años y años de trabajo para erradicar la problemática del absentismo, que ha afectado históricamente a este colectivo. Sobre todo, en los barrios más pobres. El temor existe, aunque todos los centros consultados quieren dejar constancia también de que la asistencia ha ido aumentando a medida que han pasado los días de esta primera semana. 

“Algunas madres nos decían que esperarán 15 días para comprobar si cerramos algún grupo”, explica Marta del Campo, directora del INS La Mina. A los docentes de estos centros no les ha cogido este fenómeno por sorpresa, puesto que desde antes del verano ya recibían mensajes de familias reacias a volver. Antes de iniciar el curso, las llamaron una por una. “Les dijimos que lo haríamos bien, que confiaran en nosotros igual que lo hicieron durante el confinamiento”, comenta Del Campo. Entre marzo y junio, este colegio se volcó en el rescate social de los vecinos del barrio, uno de los más pobres de Catalunya, repartiendo desde material escolar y deberes hasta bolsas de comida diarias. 

El riesgo del absentismo

Por ahora, las ausencias de los alumnos se consideran faltas de asistencia; si se consolidan en el tiempo, será absentismo. “Esto nos preocupa mucho, sobre todo porque hay familias que no eran absentistas y que estos días no están llevando a sus hijos a la escuela”, constata Mercedes Porras, presidenta de la Fundación Pere Closa, una entidad gitana que desde 1998 trabaja para mejorar la formación entre este colectivo. De ella dependen varios de los promotores escolares, un perfil de trabajador gitano que tienen los centros más guetizados que se ha convertido en una pieza clave a la hora de reforzar el vínculo de algunas familias con la educación y combatir así el absentismo.

El miedo a los contagios, recuerda Porras, es transversal y no afecta solo a la comunidad gitana. Ahí están las plataformas como Així no tornem, en Catalunya, de familias que piden más medidas de seguridad antes de llevar a sus hijos a clase. Pero sí es cierto que en una parte de la comunidad gitana ha incidido más. Así lo ve también Miguel Jiménez, responsable de Educación del Secretariado Gitano en Catalunya. 

Ambos señalan varios factores. Uno de ellos es que la población gitana vive más en comunidad, y muchas veces comparten techo niños y abuelos. “Cuando en los barrios con mayoría gitana hay un fallecido, todo el mundo lo conoce, a diferencia de otros barrios, y esto magnifica el miedo”, apunta Porras. Perico, a la puerta de la escuela, añade otro: “Algunos gitanos a veces protegemos demasiado a nuestros hijos”. Pero luego hay razones que tienen que ver con las condiciones de exclusión social que sufren muchas familias. “Los miedos están ligados a la marginalidad, afectan a veces a parejas muy jóvenes, que tienen varios hijos, y que abandonaron sus estudios. Estamos hablando de una situación de gueto”, remarca Del Campo.

El factor de la segregación

Desde el Secretariado Gitano, Jiménez recuerda además que el absentismo va muy unido a la segregación escolar. “Si en un centro hay más diversidad, las familias ven más fácilmente que otros asisten a clase; si es al revés, se crean a veces presiones de grupo”, argumenta.

Así lo corroboran centros educativos que también escolarizan a población gitana, pero con mayor diversidad. Uno de ellos es el Eduard Marquina, en el barrio del Besòs. Desde la dirección explicaban que han tenido más familias de las que al principio les dijeron que 'no'. El primer día faltaron una sesentena de sus 190 alumnos. Entre ellos había niños y niñas gitanas, pero también algunos que están todavía en su país de origen, casos de familias que ya estaban en cuarentena y otros asuntos particulares. Pero la asistencia es cada día mejor que el anterior. “Cada vez están viniendo más y estamos muy contentos, ¡el comportamiento de familias y alumnos es ejemplar!”, celebra el director David Martín. 

Algo parecido ocurre en Sant Cosme, en El Prat de Llobregat, también una importante comunidad gitana. Arnau Funes, coordinador del Plan de Actuación del barrio, explica que la caída de la asistencia en este inicio de curso se ha hecho “más evidente” allí donde hay mayor segregación. “Estamos todos trabajando en ello, hasta los técnicos de ocupación, de vivienda… Es la prioridad absoluta”, resume.

Desde el Secretariado Gitano han pedido al Departamento de Educación de la Generalitat que haga todo lo posible para mejorar las condiciones de seguridad de los centros y para redoblar las acciones de información de las familias. Desde Pere Closa añaden la posibilidad de que se permita entrar a las familias a la escuela, con las condiciones que haga falta, para ganar confianza. “Y no hace falta que sea solo para las gitanas, sino para todos los que estén inseguros”, añade.

Ambos piden además a Educación que huya de actitudes punitivas y que sea flexible en este primer tramo del curso. Y ponen como ejemplo la mejora diaria de la asistencia que reportan los centros. 

Las palabras de Bargalló 

Los centros educativos con mayoría de alumnado gitano se saben estos días en el foco mediático. El pasado martes, el segundo día de curso, el conseller Josep Bargalló se refirió a ellos al hablar de absentismo. Por un lado, puso como ejemplo las familias extranjeras que todavía no han vuelto de sus países –“eso pasa cada año”–, y luego hizo referencia a “colectivos que se dirigen a comunidades concretas con el discurso del miedo”. “Por ejemplo, hay una entidad nueva que ha aparecido en el mundo de las comunidades gitanas que pide a las familias que no lleven a los hijos a la escuela. Estábamos en preaviso y ya estamos actuando”, desveló en una entrevista en TV3. 

Añadió Bargalló que la intención del Departamento será tratar de convencer a las familias y no recurrir a la Fiscalía. Y recordó que se han reforzado las jornadas de los promotores escolares. 

Para Jelen Amador, socióloga de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), las palabras de Bargalló justo al empezar el curso “no contribuyen a superar la exclusión educativa que sufre la comunidad”. “Me preocupa que se señale a un determinado colectivo justo cuando el absentismo se está dando ahora a todos los niveles, incluso entre profesores y todo tipo de familias”, valora. 

Amador reconoce que el absentismo y el fracaso escolar han sido las “principales problemáticas” para el pueblo gitano, pero lamenta que siempre se señale esta cuestión sin hacer emerger problemas de fondo como las guetizaciones, la segregación, la falta de referentes o el hecho de que la práctica totalidad de la población gitana vive hoy en España bajo el umbral de la pobreza. “El antigitanismo y el racismo institucionalizado también explican la falta de confianza de las familias en la escuela”, añade.

El discurso del miedo

Desde el Departamento de Educación no han querido aclarar a qué colectivos se referían al aludir a esas voces que difunden el discurso del miedo. Las distintas fuentes consultadas lo atribuyen básicamente a cadenas de WhatsApp con noticias de cierres de escuelas y la actividad, sobre todo en Facebook, de la Plataforma Nacional Derecho Gitano, encabezada por un cabo de la Guardia Civil, Antonio Martín. Su página se ha erigido en las últimas semanas en un continuo carrusel de noticias de cierres de aulas en toda España. 

Las entidades gitanas consultadas para este reportaje expresan que la comunidad no es más vulnerable a los bulos y al discurso del miedo que otras, sino que simplemente los recibe por otros canales. En ese caso, de voces gitanas. Así lo ve Porras, de la Fundació Pere Closa. Jiménez, por su parte, asegura que sí está calando el discurso alarmista entre las familias, pero que no hay que ir a buscar mensajes concretos: “Las noticias de según que televisión hacen el mismo daño”.

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