Barcelona optará a acoger uno de los nuevos supercomputadores que va a comprar la UE
Barcelona quiere ser sede de uno de los primeros supercomputadores que va a comprar la Comisión Europea. El Gobierno central y la Generalitat, los principales integrantes junto con la Universitat Politècncia de Catalunya (UPC) del Barcelona Supercomputing Center (BSC), ya trabajan para que la ciudad pueda acoger una de las nuevas máquinas que Bruselas tiene previsto adquirir a partir de 2020.
La capital catalana es ahora mismo uno de los principales referentes europeos en computación de alto rendimiento. El superordenador del que dispone el BSC, que lleva por nombre Mare Nostrum 4, es el decimosexto más potente del mundo y el tercero de los países de la Unión Europea (aunque con la salida del Reino Unido con el Brexit podría situarse segundo, después de Boloña). “Con esta experiencia, queremos y tenemos que seguir albergando una de las grandes máquinas del mundo”, expone a eldiario.es Sergi Girona, director de Operaciones del Barcelona Supercomputing Center.
Fuentes de la Comisión Europea reconocen que el centro de investigación barcelonés es un “actor importante” en la liga de los supercomputadores, aunque no van más allá en la valoración de una posible candidatura y aseguran que las evaluarán todas a través de un proceso “justo y transparente”. Las condiciones del concurso no están todavía definidas, aunque desde Bruselas ya detallan que valorarán la experiencia en este ámbito, la capacidad financiera para garantizar el mantenimiento de la infraestructura o los servicios que permitan conectarla con el resto de países de la Unión Europea.
En este sentido, el centro barcelonés está convencido de sus opciones y por ello la UPC ya reserva unas instalaciones para acogerlo, en un edificio justo al lado del espacio donde se ubica actualmente el Mare Nostrum 4. Todavía no se conocen otras ciudades que pretendan optar a convertirse en sede de los superordenadores comunitarios, aunque se considera seguro que a Barcelona le saldrá competencia en cuanto el proceso de selección comience.
Los supercomputadores pertenecen a una rama de la informática que tiene como objetivo la realización de cálculos y simulaciones muy complejos para los que hay que procesar grandes cantidades de datos, lejos del alcance de los ordenadores de uso para particulares. Se trata de una herramienta útil para un amplio abanico de aplicaciones de la ciencia. En el centro de la capital catalana, por ejemplo, tienen en marcha proyectos de investigación como el análisis de genoma a gran escala para desarrollar medicina personalizada o de la calidad del aire en distintos puntos de España, para poder prevenir episodios de contaminación.
Para llevar a cabo estas operaciones, el Mare Nostrum 4 tiene una potencia máxima de 11,15 petaflops, lo que significa que puede realizar 11.000 billones de operaciones por segundo. Su capacidad de almacenamiento es de 14 petabytes, es decir, mil billones de bytes, o lo que es lo mismo, una cifra con quince ceros.
Pero por si fuera poco, el progreso de estas tecnologías es exponencial. El actual superordenador barcelonés tiene una capacidad diez veces superior a la de su precedesor, el Mare Nostrum 3. “Hacemos diez veces más multiplicaciones por segundo que las que hacíamos hace dos años”, ejemplifica Girona. Precisamente el rápido desarrollo de supercomputadores cada vez más potentes es el que hace que, pese a haber estrenado el Mare Nostrum 4 hace menos de un año (en junio de 2017), en el centro ya estén pensando en preparar la quinta edición. Calculan que en cinco años el actual ya habrá quedado obsoleto.
Europa no quiere quedar rezagada
La Comisión Europea anunció en enero que adquiría por primera vez nuevos supercomputadores después de meses de negociaciones con varios países miembros y tras constatar que el continente estaba quedando a la zaga de países como China, Japón o Estados Unidos, que copan el top 10 de estas máquinas. Así, informó que gastaría 1.000 millones de euros para alumbrar una infraestructura puntera en supercomputación, que conllevaría la compra de cuatro superordenadores a partir de 2020 para uso de investigadores de todo el continente.
La adquisición de los supercomputadores irá a cargo de la Empresa Común EuropHPC de la Comisión, una suerte de consorcio publico-privado, que tiene previsto desembolsar 486 millones de euros. El resto de la inversión, poco más del 50%, irá a cargo de los estados miembros y otros países asociados. Los que impulsan esta iniciativa no son todos los países de la UE, sino los ocho que firmaron una declaración el pasado mes de marzo (entre ellos España), a los que se sumaron luego otros seis. En conjunto se trata de Francia, Alemania, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal, España, Eslovenia, Bélgica, Bulgaria, Croacia, Grecia y Suiza (este último no es de la UE pero tiene el supercomputador más potente del continente a día de hoy).
Esta ha de servir para una mejor colaboración entre países en el uso y desarrollo de esta tecnología, aunque actualmente el acceso a superordenadores como el Mare Nostrum 4 ya es de alcance europeo. De hecho, el 80% de sus horas de disponibilidad la ocupan proyectos del Partnership for Advanced Computing in Europe (PRACE), el acuerdo por el cual se ponen los recursos de supercomputación y otras tecnologías a disposición de investigadores de todo el mundo.
En el caso de Mare Nostrum 4, tanto el acceso de investigadores internacionales como el de españoles a su utilización depende de un tribunal externo.
Sintonía entre Gobierno y Generalitat
Una imagen sirve para entender el compromiso institucional con la candidatura de Barcelona. En la misma edición del Mobile World Congress en la que se habló de plantones institucionales, no faltó nadie a la recepción de Andrus Ansip en su visita a las instalaciones del Barcelona Supercomputing Center. El vicepresidente de la Comisión Europea para el Mercado Único Digital auguró un “futuro brillante” a este centro puntero barcelonés ante una comitiva integrada por el secretario general Ciencia e Innovación del Gobierno, Juan María Vázquez, el secretario general de Universidades e Investigación de la Generalitat, Arcadi Navarro, y responsable de Tecnología e Innovación Digital del Ayuntamiento, Francesca Bria.
“En esto todos los gobiernos estamos alineados; no es que no haya discusiones, sino todo lo contrario”, sostiene Francesc Subirada, director general de Investigación de la Generalitat y justamente fundador en 2004 del centro de supercomputación. En términos similares se expresan fuentes de la secretaría de Investigación y Desarrollo. La intervención de la Generalitat con la aplicación del 155 no ha condicionado las conversaciones para preparar la candidatura, a la espera de que se conozcan los criterios específicos.
El Barcelona Supercomputing Center es un consorcio formado en un 60% por el Ministerio de Economía, que fue quien costeó los 34 millones del Mare Nostrum 4; en un 30% por el departamento de Empresa y Conocimiento de la Generalitat, y en un 10% por la UPC. Actualmente emplea a más de 500 personas, la gran mayoría de las cuales son científicas, con un presupuesto de 37 millones.
Para las administraciones, el BSC no es solo un centro de primer nivel científico, sino también un polo de atracción de investigadores y de empresas del sector. “Barcelona es líder en supercomputación a nivel de investigación, pero ahora debemos ser capaces de crear un ecosistema de innovación y empresarial que extraiga valor de ello”, reflexiona Subirada.