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Convergència y Unió: cuatro décadas de peleas

Espadaler, Trias, Duran y Pujol, en un consejo ejecutivo de CiU del año pasado.

Josep Maria Casas

Cuando se preguntaba por las cíclicas tensiones entre Unió (UDC) y Convergència (CDC), los dirigentes de estos dos partidos solían referirse a “la mala salud de hierro de CiU”, pero, incluso, el hierro se puede romper. En sus 37 años de matrimonio político, convergentes y democristianos han bailado a menudo con un pie en el precipicio, se han lanzado múltiples ultimátums, pero nunca sus crisis de pareja habían sido tan profundas.

Marcar perfil propio. Durante más de treinta años, desde que lidera Unió, Josep Antoni Duran Lleida ha intentado desmarcarse de sus socios convergentes, marcar un perfil propio. A principios de los ochenta ya se planteó por primera vez que los dos socios de CiU se acabaran fusionando, pero Duran siempre se negó a tales pretensiones.

Enfrentamiento por las listas. Su confección solía ser traumática, especialmente la de las municipales de 1991. Duran Lleida y Miquel Roca, en aquel momento secretario general de CDC, llegaron a un acuerdo in extremis, que no impidió que en muchos ayuntamientos convergentes y democristianos se presentaran por separado.

Duelo Roca-Duran. En la primera mitad de los noventa, Miquel Roca se enfrentó a Jordi Pujol por el control político del partido, así como por sus finanzas, en una lucha que, al final, fue a tres bandas poerque por medio se metió Duran Lleida. Al final, Roca quedó noqueado, mientras Pujol y Duran salían ganadores y escenificaban la paz interna.

Votaciones por separado. UDC y CDC han votado alguna vez en sentido contrario. Han saltado chipas, pero ello nunca puso CiU en peligro de ruptura.

La designación del heredero. Jordi Pujol fue quemando delfines hasta que, en su último mandato, nombró Artur Mas como consejero jefe de la Generalitat, lo que indicaba que la había elegido como sucesor político. Entonces, Duran renunció a la consejería de Gobernación y abandonó el gobierno. Esta crisis condujo a un pacto de federación de la que Duran sacó tajada.

La gobernabilidad de España. En tiempos del tripartito de izquierdas, con CiU en la oposición en Cataluña, Duran era partidario de entrar en el gobierno de España, pero tal y como había hecho Jordi Pujol antes, Artur Mas tampoco quería saber nada de ello. Curiosamente, Miquel Roca avaló las posiciones de Duran, esto después de que los dos enemigos se reconciliaran.

La foto del Estatuto. Mas negoció en secreto con el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero, sin informar a Duran, a pesar de ser el presidente del grupo parlamentario de CiU en el Congreso. Después, Mas optó por dar protagonismo a Duran para calmar las tensiones.

La Diada del 2012. Tras la masiva manifestación del 11 de Septiembre, Mas apostó abiertamente por el soberanismo y anunció elecciones anticipadas. Duran no compartía ninguna de las dos decisiones y, desde ese momento, las diferencias entre ambos no han parado de crecer.

Elecciones europeas. Mas invitó Oriol Junqueres a presentar una lista conjunta sin consultarlo previamente a Duran. Al final, ERC rechazó el ofrecimiento, pero el agravio nunca se raparó, en opinión de los democristianos. Después de las europeas, Duran renunció a la secretaría general de CiU, aunque continuó como presidente de su grupo parlamentario en el Congreso.

Hoja de ruta. Mas prescindió de Unió y pactó con ERC la hoja de ruta hacia las elecciones del 27-S. Sólo era cuestión de tiempo que se consumara el divorcio.

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