“I believe that clear thinking and clear statement, accuracy and fairness are fundamental to good journalism”.
Walter Williams, 1914.
Degà de la primera escola universitària de periodisme a Columbia Missouri (EUA)
Las convocatorias electorales de 2015 -todas, menos las europea, vasca, gallega y andaluza- pondrán a prueba la credibilidad -incluso la justificación- de los medios públicos de radio y televisión.
Ya están muy tocados por la sombra del poder -unos mucho más que otros- y por la incapacidad de sus periodistas de hacerle frente. La trascendencia de las elecciones de 2015 presenta el peligro del aumento y agravamiento de los síntomas ya abundantes y variados de una crisis que, desde hace tiempo, es también económica, pero sobre todo lo es de modelo.
Los medios públicos del Estado, de las autonomías y, incluso, de los ayuntamientos están en manos de los partidos surgidos de la Transición, beneficiados por el diseño de un sistema político que les otorga capacidad de bloqueo del funcionamiento de las instituciones.
Los partidos se han reservado el gobierno de las corporaciones audiovisuales, de la misma manera que lo hacen del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial. Ya se ha hablado bastante del resultado de este funcionamiento en los altos organismos. No hay tampoco que extenderse en lo que ha significado en las radios y televisiones públicas, que ha llegado a extremos que parecían impensables en Valencia, Madrid y RTVE.
Las elecciones de 2015 ponen a prueba el sistema mismo de partidos, una fortaleza sitiada tanto para las candidaturas de la indignación social, en toda España, como también, en Cataluña, por las del desafío nacionalista.
La tentación intervencionista de los partidos gobernantes -mayoritarios en los consejos de administración e influyentes a través de los cargos de dirección- será más fuerte que en ocasiones anteriores. Incluso en medios con poca contestación social, como son los catalanes, los hábitos adquiridos en estos últimos años como altavoz del movimiento independentista los colocan en una posición de riesgo. El abuso de las ruedas de prensa en directo de los principales dirigentes no ha sido el mejor comienzo.
Los principios de neutralidad, independencia y pluralismo que deben inspirar los medios públicos de comunicación -la calidad debería darse por descontada- son importantes de mantener, además, ante la dificultad del periodismo impreso de combinarlos tres adecuadamente.
La independencia ante los gobiernos, por sí sola, no es garantía de pluralismo. Se puede ver bien en los diarios en catalán convertidos en actores directos del proceso sobiranista , como algunos en castellano lo son en sentido contrario mientras otros se esfuerzan en un equilibrismo de gran dificultad.
El alineamiento político del periodismo es perfectamente legítimo y tiene una larga tradición, compatible con la existencia de espacios plurales, que la crisis de la prensa ha ido haciendo menos disponibles desde finales del siglo pasado. El pluralismo histórico basado en la convivencia de numerosas opciones sólo es posible, ahora, en el espacio digital.
El cumplimiento de los principios de neutralidad, independencia y pluralismo es lo que justifica la existencia de los medios públicos, ahora en horas bajas. Ante este 2015 de múltiples elecciones que ponen a prueba la confianza de los ciudadanos en los actores tradicionales del sistema democrático, también los medios públicos afrontan una hora decisiva de credibilidad.
Sobre este blog
“I believe that clear thinking and clear statement, accuracy and fairness are fundamental to good journalism”.
Walter Williams, 1914.
Degà de la primera escola universitària de periodisme a Columbia Missouri (EUA)