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En el dibujo humorístico, un oficio dominado por hombres, Núria Pompeia denunció el machismo y la burguesía. Pompeia ha fallecido esta Navidad, a los 85 años, y deja un gran legado gráfico sobre la sexualidad de la mujer, la denuncia social o la maternidad desde un punto de vista irónicamente femenino
Nació en Barcelona pocos días después de la proclamación de la República en el seno de una familia burguesa y, pasada la guerra, recibió la educación típica de una señorita de época. En la Barcelona gris de la posguerra fue forjando su sentido crítico respecto a la encorsetada sociedad que la rodeaba. Hablaba con entusiasmo de sus veranos en Arenys de Mar y Sant Joan de les Abadesses. Decía sentirse libre paseando por los bosques y que el mar le sacaba todas las manías. Como explica en el libro Barceldones, “El prolongado y variado contacto con la naturaleza, en su punto más dulce, fue la semilla que arraigó dentro de mí, creció con mi cuerpo y mi mente y ganó terreno a otras manías y afecciones que, como dicen los entendidos, condicionan y conforman los valores y las prioridades, el carácter y la personalidad”.
La afición por el dibujo de Núria Pompeia vino, más que nada, por falta de otras alternativas. Su padre decía que no le gustaban las mujeres sabias y la hizo estudiar cultura general a las monjas y luego la matriculó en la Escuela Massana para que aprendiera a dibujar. Este contacto con los lápices y los pinceles se rompió en 1952, cuando se casó con Salvador Pániker, y durante una larga temporada se dedicó a la profesión de madre de familia en la que no le faltó trabajo ya que tuvo cinco hijos. Hacia 1960 volvió a coger el lápiz, haciendo estampas para primeras comuniones, y comenzó a hacer algún dibujo con intención crítica y humorística. Hizo un librito y lo dio a un agente literario, que consiguió venderlo a una editorial francesa que lo publicó en 1968. El libro se llama Maternasis y es totalmente mudo. El mismo año comenzó a publicar la serie Metamorfosis en la revista Triunfo. Las viñetas de esta serie evolucionan y explican un cambio de forma sin ninguna línea de texto.
El éxito de su trabajo la animó, y siguió con los libros de dibujos Y fueron felices comiendo perdices... (1969), ya con textos debajo de los grafismos, Pels segles dels segles (1970), el título original fue prohibido por la censura franquista por irreverente, La educación de Palmira (1972) y Mujercitas (1975), donde los diálogos ya utiliza los globos o nubecillas. Mientras sus dibujos iban apareciendo en otras publicaciones nacionales como Oriflama (1970), Sábado Gráfico (1973), Cuadernos para el Diálogo (1974), Por Favor (1974-1978), Vindicación Feminista (1978), La Hora (1979), Dunia (1979-1982) y en El Món (1983), con el personaje de una chica que se llamaba Ramoneta, también salían al extranjero en publicaciones como Linus, Charlie Hebdo o Brigitte. También hizo incursiones en el campo de la narrativa con un libro llamado Cinc Cèntims editado por Ediciones 62 y con otro del 1998, Mals endreços, editado por Columna. A partir de ese año publicó varias antologías de sus obras. Durante unos años trabajó como redactora jefe de publicaciones, cronista cultural en La Vanguardia, y también fue directora y presentadora del programa del circuito catalán de Televisión Española, Quart creixent.
Dibujante y feminista
El sistema de trabajo que seguía Núria Pompeia era muy particular ya que dibujaba los originales directamente, sin boceto previo. No le gustaba borrar y, cuando un dibujo no le salía bien, prefería hacer uno nuevo. Decía que lo que le costaba más era encontrar la idea pero, cuando la encontraba, disfrutaba y a veces incluso repetía el dibujo por pura diversión. Su estilo es de líneas inacabadas y de figuras que a veces se insinúan medio temblorosas, lo que ella justifica por un deseo inconsciente de pasar desapercibida. Sus imágenes están llenas de ingenuidad y de ironía, a la vez que están llenas de vitalidad y de sensualidad. Su trayectoria le ha llevado a defender unas ideas feministas ya luchar por la igualdad de sexos, y es por eso que su obra refleja esta problemática e incluso hace de ella el motivo principal. A finales de los años sesenta era prácticamente la única mujer que se dedicaba al humor gráfico, y aportó un punto de vista diferente y al mismo tiempo de gran calidad.
Según PompeIa, su humor era “una clara defensa ante la agresividad”. En sus viñetas de los años 70 señalaba el machismo que seguía vigente también entre los militantes de izquierdas supuestamente concienciados sobre la igualdad de sexos. PompeIa destacó que en su trabajo tenía “especial predilección por el tema de la mujer que vive, lucha, sufre y muere en el seno de la burguesía” y defendió el enfoque militantemente feminista de sus dibujos: “O te rebelas o te resignas ”. Hace cuatro años, los dibujos de Pompeia fueron objeto de una exposición retrospectiva en el Col·legi de Periodistes de Catalunya, 'Sola ante la viñeta'. En el año 2000 recibió la Medalla de Oro de la ciudad de Barcelona, en 2003 premio a la trayectoria profesional de la Asociación de Mujeres Periodistas de Cataluña y en 2007, la Creu de Sant Jordi.
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