“Intentamos sobrevivir”
A pesar de haber sido prevista a las 9 de la mañana, la concentración senegalesa para condenar la muerte de Mor Sylla no ha comenzado la marcha hasta bien pasadas las 11. Un poco antes, el alcalde Pere Granados ha atendido a los medios. Habido empujones y nervios para conseguir imágenes y palabras. En la calle, mientras, los primeros manifestantes han ido llegando mostrando carteles en los que se exigía la verdad. No se acaban de creer la versión policial.
“Era amigo mío”
Uno de los amigos de la víctima, rodeado de cámaras, teléfonos y micrófonos, ha sido muy claro: “Era amigo mío. Lo conocí hace 5 años, cuando llegué a Catalunya. Era valiente, no alguien que se hubiera tirado por el balcón”. A su lado, un testigo de los hechos tuvo que ser traducido porque no habla castellano. “Los Mossos fueron hacia él y lo agarraron”, declaró. No creen que haya sido voluntario, pero aseguran que la actuación de la autoridad ha sido exagerada.
Pasadas las 11, el grupo, formado por un centenar largo de personas, ha enfilado el camino que les ha llevado a la Plaza de San Jordi, en el domicilio de su difunto compatriota. A distancia, varios policías han guiado al grupo. Los manifestantes han reclamado que quieren justicia y han acusado a la policía: “Asesinos”, han repetido en varias ocasiones. Una vez allí, un cliente en una terraza ha sacado la rabia y el odio que lo dominan y, según los senegaleses, les ha llamado “negros de mierda”. Y, de repente, una mesa ha caído al lado. Entre gritos y golpes, los clientes han tenido que esconderse en el interior del local.
Llamada a la calma
Por suerte, los más exaltados han sido calmados por sus compañeros. Se los han llevado. El dueño del establecimiento, Carlos, entre llantos por el destrozo de su negocio, dijo: “Es una lástima porque se han comportado de forma pacífica hasta que los han insultado”. El grupo, disperso, ha acabado reuniéndose junto al Ayuntamiento, en una plaza en la que el imán de la comunidad ha hecho un llamamiento para detener la violencia.
Violencia. Esta ha sido una de las palabras más repetidas durante las últimas horas. Más allá de los disturbios, sin embargo, nadie ha dicho ni escrito nada sobre la situación en nuestro país de algunos de los integrantes del colectivo inmigrante. Tampoco hemos apuntado más arriba. No hemos hablado, de las redes que los empujan a malvivir vendiendo por las calles y playas material ilegal. Cerca del imán, una chica me ha mostrado una sábana en la que había escrito “Intentamos sobrevivir”. Algo falla, pues, si la autoridad ahoga a quien sólo lucha por prosperar y, en cambio, algunos medios se centran sólo en la pirotecnia de los disturbios.