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Najat El Hachmi dedica el pregón de las fiestas de Barcelona a las jóvenes víctimas del “fundamentalismo” religioso

Najat El Hachmi, durante el pregón de la Mercè

Pau Rodríguez

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Najat El Hachmi pisó por primera vez Barcelona con ocho años y por poco tiempo, apenas una parada en el viaje que la llevó de Beni Sidel, en Marruecos, a la localidad de Vic. Luego acudiría a la capital catalana solo para renovar papeles, antes de ir a estudiar a la universidad, aunque siempre obligada a coger el tren de vuelta a casa, bajo la estricta tutela familiar, de la que le costó años y sufrimiento librarse. Quizás por ello hoy, tras más de una década viviendo en la ciudad como escritora de éxito, ha querido dedicar sus palabras este viernes en el Pregón de las Fiestas de la Mercè a todas aquellas jóvenes que son víctimas del rigorismo religioso como el que ella padeció. 

Pero no solo eso. La autora que se dio a conocer con El último patriarca ha querido ir más allá y ha aprovechado la atención del Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, y de todos los barceloneses pendientes del pistoletazo de su fiesta mayor, para interpelar a todos aquellos que se “molestan” cuando ella señala la discriminación que sufren las mujeres en comunidades como la musulmana. “¿Os incomoda que os diga que hay niñas que en esta ciudad no pueden aprender a nadar ni a ir de excursión? ¿O que crezcan pensando que solo serán valiosas si se tapan?”, ha cuestionado la escritora. “Pues imaginaros como les incomoda a ellas”. “Basta de sacrificar las vidas de niñas y mujeres en nombre de no se qué entendimiento de civilizaciones y de culturas, en nombre de una idea de inclusión que nos expulsa de nuevo, a nosotras, las mujeres, de la condición de seres humanos”, ha expresado.

La elección de Najat El Hachmi como pregonera de la Mercè suscitó no pocas críticas por parte de colectivos LGTBI, que la tachan de “tránsfoba”, y también de otras entidades que ven “islamofobia” en sus ideas. También hubo manifiestos de escritores a su favor. Llegado el día, y frente a un Saló de Cent lleno hasta la bandera, no quiso El Hachmi esquivar la polémica, sino al contrario, combatir a campo abierto y con rabia el integrismo religioso que oprime a las mujeres. Y, junto a él, a los que defienden la convivencia entre culturas pero se niegan, según su discurso, a “escuchar” esa “verdad”.

Precedida por la introducción del alcalde Jaume Collboni y por el de Kíev, Vitali Klitschko, la escritora ha querido arrancar su intervención con unas palabras contra el racismo, especialmente el que sufren los migrantes que mueren masivamente en el Mediterráneo tratando de llegar a Europa. “Demasiado a menudo nuestra solidaridad y empatía con las víctimas discrimina por un elemento tan aleatorio como es tener más o menos melanina”, ha lamentado, y ha animado a cambiar la perspectiva y acercarse a las personas, para comprobar “que ‘los otros’ no son ni ajenos ni tan diferentes”.

Con más de media docena de libros publicados, y premios como el Ramon Llull, el Nadal o el Ciutat de Barcelona, El Hachmi no se ha olvidado de la Barcelona literaria. Tan importante fue para ella la ciudad leída como la vivida, ha asegurado. De Josep Pla a García Márquez y de Montserrat Roig a Joan Salvat Papasseit. “Nunca me tomo una caña en Plaça del Diamant sin lamentar que Colometa siga allí plantada, reprimiéndose las ganas de bailar. Bajo la calle Aribau y me acompaña Andrea de Carmen Laforet con el estómago encogido”, ha desgranado. 

Sus primeros años como estudiante en Barcelona, siempre faltados de la libertad de que gozaban sus compañeros, han servido de puente para la escritora para enlazar con el mensaje principal que quería transmitir este viernes en el Ayuntamiento. “Mora” de la periferia de comarcas, según su propia definición, El Hachmi vio siempre en Barcelona el sueño de la libertad. Pero no lo alcanzó fácilmente. Las visitas a la biblioteca de la facultad y los paseos sin rumbo por la ciudad como estudiante eran sus “modestas aspiraciones de libertad”, pero su padre se lo prohibió. “Una mujer sola por el mundo era un hecho insólito en mi familia y al final no me quedó más remedio que la ruptura”, explicaba. 

“Cuando pienso que hay chicas que ya han nacido aquí o han venido de pequeñas que han pasado por ese mal trago tan injusto, ellas que han sido educadas en democracia, viviendo en un país que por suerte tolera cada vez menos el machismo, cuando pioenso que ellas deben batallar solas para poder disfrutar de derechos y libertades que el resto de mujeres ya tienen garantizados, siento una rabia que me propulsa hacia la página en blanco, hacia las mesas redondas y conferencias, hacia cualquier sitio donde pueda decir esta verdad que parece que nadie quiere escuchar”, ha arrancado El Hachmi. 

Ese “fundamentalismo identitario”, que El Hachmi denuncia presente hoy todavía en ciudades como Barcelona, ha sido objeto central del discurso y de su dura crítica. El que obliga a escoger entre “libertad o pertenencia”, “la decisión más dolorosa que se puede pedir a un ser humano”. “¿Os molesta que os diga que hay adolescentes preocupadfas por su virginidad, mujeres jóvenes que aman a personas prohibidas con culpa y pagando el precio del destierro familiar? ¿No os gusta que os diga que hay mujeres que se esfuerzan por presentar el certificado de buena conducta vistiéndose de forma decente para poder tener el derecho de salir de casa?”, ha enumerado la escritora. 

Contra los “vínculos atávicos de la tribu”, sea cultural, religiosa o de procedencia, El Hachmi ha reivindicado el concepto de fraternidad. Y se ha dirigido a todas esas niñas víctimas de la opresión: “No somos traidoras ni rechazamos nuestra procedencia por querer la independencia. A vosotras os digo una verdad muy dura que he tenido que aprender: si os quieren atadas, arrodilladas, descabezadas, recortadas, modificadas y encajadas en un molde estrecho y asfixiante, es que no os quieren”. 

Para cerrar el discurso, y dar por inaugurada la fiesta, El Hachmi ha tenido un último mensaje para los jóvenes, chicos y chicas. Escuchar a los mayores. “Si tenéis suerte de tener abuelos, dejad el móvil y preguntados cosas, escuchad una visión del mundo única que se extinguirá con ellos cuando no estén”.

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