Al día siguiente de los brutales atentados yihadistas simultáneos en París, el presidente socialista François Hollande declaró solemnemente la guerra a no se sabe exactamente quién. Movilizó a sus efectivos militares en el extranjero, reclamó la alianza de los socios europeos en el mismo sentido y bombardeó un poco más que antes las bases yihadistas en Siria. Me sorprendió que el primer número del semanario Le Nouvel Observateur después de los atentados se enfrentase de forma clara y argumentada a la reacción belicista del presidente socialista. El venerable L’Obs es una revista de izquierda, próxima al gobierno socialista y, además, el semanario de información de mayor tirada en Francia (500.000 ejemplares semanales, según cifras certificadas por la OJD).
Tras el número especial que puso en los kioscos el lunes para condenar los salvajes atentados del viernes anterior, solidarizarse con las víctimas y sumar-e a la consternación ciudadana, la edición de cada jueves (suele llegar a los kioscos de Barcelona el viernes o el sábado) tomó abiertamente posición contra el ardor militar de Hollande. A pesar del momento delicado que vivía el país, L’Obs defendió sus argumentos con una vieja y activa confianza en la necesidad del debate de principios y el valor del coraje intelectual. La claridad de la postura, repito, me sorprendió.
El director Jean Daniel escribía en el editorial que abre la revista: “Cuando se contempla el resultado de las intervenciones rusa y americana en Afganistán, a Irak y otros puntos, es preciso sacar conclusiones responsables sobre las ambiciones militares de Francia”.
El redactor jefe Mathieu Croissendau lo repetía también sin tapujos en la página siguiente: “Ante una situación excepcional, ¿medidas de excepción? François Hollande ha realizado un giro marcial de circunstancia. Más allá del tono y la postura, algunas medidas directamente sacadas del arsenal de la derecha o de la extrema derecha plantean interrogantes. Si aun es demasiado pronto para evaluar la eficacia de esta Patriot Act a la francesa, después de su aplicación será demasiado tarde para llorar las consecuencias”.
Todo el número del veterano semanario francés despliega información de detalle sobre los atentados sufridos en París, sin renunciar en ningún momento a cuestionar que la reacción militar deba ser la prioritaria ni dejar de repetir que “el giro represivo de Hollande para enfrentarse a las críticas de la derecha y del Front National es una apuesta arriesgada”.
Sumarse sin demasiadas preguntas a la conmoción general y a la reacción belicista del gobierno socialista hubiera resultado infinitamente más fácil y cómodo al semanario francés de referencia que defender como lo ha hecho el “No a la guerra”, con la dosis de espíritu crítico que le ha llevado a ser el más divulgado del país, pese al contagio de la extrema derecha ascendente en muchos otros círculos políticos, culturales e informativos. Para la vieja dama de izquierdas que es L’Obs –igual que para los manifestantes del pasado sábado en Barcelona y otras ciudades--, todavía noblesse oblige.