El cantautor Joaquín Sabina, famoso por las rimas con que construye sus canciones, en una entrevista al magazine semanal del diario ABC, ha creído que debía ofrecer al mundo su opinión sobre el proceso catalán. Y, ligado a la cuestión, también sobre la prohibición de los toros en Cataluña.
Como buen aficionado a “la fiesta”, se comporta como un buen monosabio, que es el mozo que ayuda y ofrece socorro al picador. En esta entrevista lo ha hecho magníficamente (suponemos que sabe quién es el picador al cual ayuda). Nos ofrece unas opiniones absolutamente superficiales y en la línea más retrógrada del PP, pero lo más interesante, según nuestro punto de vista, es el tono utilizado, muy parecido al de otros intelectuales españoles y catalanes. Por ejemplo, opina que plantear la independencia es infantil y que la gente contraria a las corridas de toros es ignorante.
Se puede estar de acuerdo o no, pero el tono es preocupante porque es elitista sin complejos. Como hacen tantos políticos, Sabina no respeta a la gente, se lo mira desde arriba. ¿Es interesante, la opinión de Joaquín Sabina sobre todos los temas de la vida? Yo diría que no, por lo menos, no es más interesante que la de cualquier otro ciudadano. Pero es evidente que él cree que es imprescindible. Y desde arriba de su torre de marfil, contempla y dictamina.
Para todos estos intelectuales de la seudoizquierda es mucho más fácil, por ejemplo, ponerse a favor o en contra del aborto y de la ley Gallardón que sobre el proceso catalán. El aborto es una cuestión de conciencia, que pertenece al ámbito de las ideas y de los sentimientos. Y, sobre todo, siendo tan grave como es, se trata de algo básicamente simple. No hay interferencias colaterales como el separatismo. Dirige su telescopio hacia Cataluña (y consciente de que está hablando para el ABC, donde tiene muchos clientes entre sus lectores), se considera adulto y ve cientos de miles de personas sufriendo de infantilismo. Es un nivel de discusión de barra de bar.
Sabina, que cena con Felipe y Letizia según él mismo ha explicado, puede tener una opinión, pero se le pediría un poco más de nivel. Por ejemplo, la alusión a la “aldeanismo” de este proceso da pena por repetitivo, pero también por casposo. Porque el concepto de aldea global de Marshall McLuhan es de 1968 y ya empieza a ser hora de que entiendan un poco de qué va. Y que los peores nacionalismos son los de los propios estados. Y que nadie quiere ser independiente para hacer nuevas fronteras cerradas porque hoy en día esto es imposible. Y son precisamente estados como España o Francia los que no se dan cuenta y luchan más enconadamente para mantenerlas. Y que muchos queremos una Cataluña independiente sin ser nacionalistas.
En fin, da igual. No es propósito de este artículo entrar a discutir estas cuestiones una vez más, sino hablar del tono, repito, de superioridad que Sabina utiliza. También lo hace refiriéndose al fenómeno de los toros. Desprecia los cientos de miles de personas que se oponen (de toda España, por cierto) tildándolos de ignorantes y manipulados políticamente. También los trata de puritanos. Todo, menos admitir que los tiempos cambian y que puede haber nuevas generaciones desinteresadas por esta cuestión y por todo lo que le rodea. Y que, en cualquier caso, la discusión sobre la crueldad a los animales ya hace muchos años que ha superado el estadio de si uno es puritano o no, en relación a si se está de acuerdo o no.
El elitismo de muchos intelectuales, refractarios a todo lo que sea un movimiento popular, a una masa de gente caminando más o menos junta en una dirección más o menos igual, es un clásico. Quien firma debe admitir su tendencia a desconfiar de los movimientos de masa, fruto probablemente de un individualismo poco maduro. Pero lo que no hará nunca es banalizar los anhelos de miles de personas.
No sé cómo acabará todo este embrollo pero lo que se hace vez más patente es que cuando ese momento llegue, todos nos conoceremos mucho mejor.