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El blog Opinions pretende ser un espacio de reflexión, de opinión y de debate. Una mirada con vocación de reflejar la pluralidad de la sociedad catalana y también con la voluntad de explicar Cataluña al resto de España.

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Vuelven las adhesiones inquebrantables

Siscu Baiges

Cuando juegas a futbol y un compañero de tu equipo simula un penalti, estás obligado a correr hacia el árbitro reclamándole que sancione la acción con la pena máxima. Forma parte del juego y queda fuera de lugar recriminar a tu compañera que finja una falta inexistente. Me he pasado toda la vida jugando al futbol y he respetado prácticamente siempre esta norma no escrita. Solo dejé de solidarizarme con las triquiñuelas y el comportamiento de mis compañeros cuando jugaba en las instalaciones de la Universidad de Barcelona con un equipo de profesores de la Facultad de Derecho y compartía camiseta con el que después sería presidente del Barça, Joan Laporta. Sus actos sobre la hierba eran tan difíciles de justificar y defender que, a menudo, me hacía el loco dejándole solo peleándose o insultando al árbitro a algún jugador del equipo rival.

En el debate sobre si Cataluña tiene que ser independiente o no, vivimos una situación similar. Nos colocamos –o nos colocan– en un bando y desde allí tenemos que defender a los “nuestros”. Hagan lo que hagan.

Si se organiza un concierto por la independencia en el Camp Nou, unos lo ven como una manifestación espontánea de la gran mayoría del pueblo catalán y otros, como una imposición desde las altas instancias del poder instalado, alimentada con ayudas públicas abundantes y jaleadas desde la televisión pública oficial.

No hay hueco para la reflexión o los matices. O eres de los míos o de los otros.

Quizás influido por esa visión maniquea de la realidad, el Gobierno de la Generalitat se ha atrevido con una propuesta que suena poco a democrática y mucho a coacción: hacer un registro de los ciudadanos que están de acuerdo con el Gobierno.

Los especialistas en Ciencia Política han dicho en público una cosa y en privado, otra. En público, que tienen dudas sobre el acierto de una propuesta de estas características Y, en privado, que se trata de una barbaridad surgida de mentes sectarias y desconectadas de la realidad del país.

I ahí es donde radica el problema. Cuando se apuesta por las adhesiones “inquebrantables” no se puede dudar en la crítica a esta deriva. Se sea independentista, federalista, españolista o ninguna de las tres cosas.

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