Colau se erige como alternativa a Trias y advierte que ERC y PSC podrían ser la muleta de CiU
¿Qué política de pactos seguirá BCN en Comú si no puede descabalgar por sí sola a CiU de la alcaldía de Barcelona? O, ¿qué hará ERC si tiene la llave de la gobernabilidad del Ayuntamiento? ¿Obedecer la consigna de país que insta a los pactos con CiU en todo el territorio, o mirar a la izquierda, como ha hecho históricamente en la capital catalana? Son algunos de los principales interrogantes que se pasearon ayer en el Casinet d’Hostafrancs, que acogió el primer debate preelectoral sobre Barcelona, organizado por el diario digital CRÍTIC. Una primera toma de contacto de los aspirantes de izquierdas al gobierno municipal en el que se impusieron, por un lado, los silencios calculados sobre la política de pactos postelectorales y, por el otro, los ataques -de momento, tímidos- a los talones de Aquiles de cada formación.
ERC no dirá, mientras pueda, si daría la llave de la alcaldía a BCN en Comú o si permitiría la prolongación del mandato de CiU. El alcaldable republicano, Alfred Bosch, evitó ayer posicionarse sobre sus preferencias y trasladó el debate allí donde se siente más seguro, el eje nacional. “Nos podremos entender muy bien si os comprometéis a que Barcelona sea la capital de una República Catalana”, dijo el hasta ahora diputado en el Congreso, consciente de que ni BCN en Comú ni el PSC son formaciones independentistas. Con esta frase en forma de escudo, Bosch esquivó cualquier demanda que le exigiera clarificar las intenciones de ERC tras los comicios municipales.
Ada Colau se comprometió a convertir Barcelona “en la capital del derecho a decidir, pero a decidir todo” y le recordó a Bosch que en su candidatura confluyen actores, como Procés Constituent, nítidamente independentistas, de la misma manera que conviven otras sensibilidades de alma confederal o federal. Además, la cabeza de lista de BCN en Comú, cargó contra ERC por amparar a CiU en “políticas de corrupción y de recortes” y lamentó que se estuviera haciendo un “uso partidista” del derecho a decidir. Para ello, citó dos ejemplos en los que CiU, con el apoyo del PP, votó en contra de ceder la palabra a la ciudadanía: la Marina de lujo del Port Vell y el pelotazo de la Maquinista.
En este extremo se abonó Jaume Collboni que recordó que Trias se había comprometido a hacer consultas ciudadanas tras el referéndum sobre la Diagonal. “No ha hecho ni una”, espetó el alcaldable socialista que puso en valor la gestión del PSC durante los 32 años que gobernó Barcelona, con la misma naturalidad con que se mostró autocrítico en todos los reproches que le llovieron. “No siempre hemos cumplido el código ético”, admitió en alusión a la limitación de mandatos - “una cuestión que me obsesiona” - y se puso como ejemplo de ética democrática por haber dejado su escaño en el Parlament antes de embarcarse en las primarias socialistas que le convertirían en alcaldable. Sobre el eje nacional, el socialista recordó que el modelo de estado “no fue un obstáculo” para que las izquierdas se entendieran en la ciudad en el pasado.
Con respecto a un hipotético contexto de pactos post-electorales, Colau insinuó que PSC y ERC no tendrían ningún inconveniente en llegar a un acuerdo con Trias, e instó a Bosch y Collboni a desmentirlo y esclarecer su hoja de ruta. Los dos partidos se concentraron en marcar perfil y no descartaron esta posibilidad, aunque tampoco cerraron la puerta a un entendimiento con BCN en Comú. De hecho, y en un contexto previsiblemente fragmentado, tampoco Colau no quiso cerrarse posibles puertas y condicionó cualquier acuerdo a los resultados de las elecciones y en base a la coincidencia programática. “Una cuestión como ésta debería votarse en una consulta interna”, concretó. Lo que sí hizo Calau, a diferencia de Bosch y Collboni, fue descartar rotundamente un pacto con CiU.
Quien se cargó de munición para hacer una enmienda a la totalidad de los gobiernos de progreso en la ciudad fue la candidata de Capgirem Barcelona-Cup, María José Lecha. “En esta ciudad no han gobernado las izquierdas, han gobernado los capitales”, lamentó la representante de la izquierda independentista. Lecha declaró “incompetentes” a ERC y a PSC por hablar de regeneración democrática y de transparencia y citó el caso de Narcís Serra para airear las vergüenzas del PSC; y la complicidad con CiU por parte de ERC en los presupuestos. La candidata de la CUP abandonó el coloquio a medio debate para sumarse al acto de condena del Supremo por imponer penas de prisión a los 8 manifestantes en la acción de Aturem el Parlament.
Capgirem Barcelona y BCN en Comú, pacto de no agresión
Capgirem Barcelona y BCN en Comú, pacto de no agresiónMaría José Lecha, que debutaba ayer en su primer examen como candidata, evitó hacer sangre de la finalmente frustrada confluencia con la plataforma de Ada Colau. Pero a pesar de un respeto recíproco entre ambas candidatas, fue inevitable entrar en el mano a mano. Preguntada por el público asistente, Lecha subrayó que las diferencias se concentraron, sobre todo, en la elaboración del código ético. Desde la CUP no se vio con buenos ojos, en primer lugar, la incorporación de formaciones “que participaron de la marca Barcelona”, en alusión a ICV; y, en segundo término, el tope salarial y de mandatos. Y es que los independentistas querían fijar el máximo de mandatos en dos y limitar el sueldo de los cargos públicos a 1.600 euros brutos mensuales, mientras que finalmente BCN en Comú amplió la retribución en 2.200 euros.
Ante estas explicaciones, Ada Colau recordó que ninguna de las personas que formarán su lista tuvieron responsabilidades en la gestión de Barcelona y añadió: “La ciudadanía no entendería que no fuéramos juntos por una diferencia de 400 euros”. Colau lamentó que la CUP no se sumara finalmente al proyecto, como sí lo hicieron, recordó, actores como Equo, Procés Constituent, EUiA o Podemos y subrayó que en una confluencia “tan amplia” se requiere que “todo el mundo ceda un poco”.
Las propuestas de la izquierda barcelonesa
Las propuestas de la izquierda barcelonesaEl candidato de ERC a la alcaldía propuso la creación de un Salario Mínimo de Ciudad para ajustar lo que se cobra con el nivel de vida de la capital catalana. Según Bosch, el coste de la vida en Barcelona el año 2014 fue un 26'2% superior a la media del Estado español. Para equilibrar la balanza, el republicano propuso el aumento del Salario Mínimo de 648'6 a 820€ mensuales. “Evitaría situaciones de precariedad y penuria laboral, y equipararía Barcelona a muchas otras ciudades del mundo”, dijo el republicano, poniendo como ejemplos los casos de Nueva York, Montevideo o México DF.
La réplica la hizo Collboni que acusó a ERC de hacer unas propuestas que no se corresponden en su praxis en el Ayuntamiento. “Es inexplicable que hayáis contribuido en la privatización de los parkings municipales”, le espetó el socialista, que recogió el primero de los varios aplausos que se repartiría a lo largo de la tarde con Ada Colau. En materia propositiva, apostó por un “crecimiento inclusivo”, haciendo que la riqueza que genera la ciudad llegue a los sectores más vulnerables. “Implantaremos presupuestos participativos. Primero con pruebas piloto hasta alcanzar el 10% del presupuesto”, dijo en alusión a la primera experiencia de presupuesto participativo de Porto Alegre. Un mecanismo de democracia directa que debería permitir el hecho de decidir directamente a los barrios de la ciudad los presupuestos públicos mediante procesos de participación ciudadana.
Precisamente sobre participación ciudadana reinó un amplio consenso entre los candidatos. Todos creyeron que había que ir más lejos. “Los procesos consultivos han sido una burla”, dijo Lecha. La representante de la CUP lamentó que en los comicios de mayo mucha gente quedará excluida del derecho a voto, en alusión a los inmigrantes; y habló de la necesidad de recuperar una Barcelona “locomotora” de las luchas sociales, “una ciudad donde puedan confluir las luchas sociales de todo el territorio, y punta de lanza de los Países Catalanes”. “Barcelona no puede ser sólo una smart city, la soberanía abarca otros aspectos, como la relación municipal con el resto del territorio”, explicó Lecha, antes de marchar del debate, que siguió sin ella.
Por su parte, Colau defendió “el plan de choque” que la formación aplicaría los primeros meses de mandato en caso de gobernar la ciudad. Un proyecto que pondría el acento “en la lucha contra la desigualdad, el desempleo y la mercantilización de la ciudad”. Para ello, el plan que prevé impulsar la coalición consta de una treintena de medidas –“muchas de ellas no tienen ningún coste, son cuestión de voluntad política”–, mientras que otras las cuantificó en una inversión aproximada de 160 millones de euros. Además, Colau habló de la necesidad de municipalizar el servicio de agua y de impulsar un programa de formación y creación indirecta de empleo sostenible que permita crear a corto plazo 2.500 puestos de trabajo, con una inversión, señaló, de 50 millones de euros.