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El independentismo se juega su futuro en unas elecciones sin precedentes

Los candidatos, minutos antes del segundo debate en TV3

Neus Tomàs

Catalunya vota este jueves sin poder ni tan solo intuir quién será el próximo presidente o presidenta de la Generalitat. Para ser exactos ni tan siquiera puede descartarse que haya que repetir las elecciones por falta de acuerdo. En juego hay mucho más que quién gobernará la Generalitat en la próxima legislatura.

Estos comicios dilucidarán si el independentismo consigue preservar la mayoría parlamentaria aunque sea por la mínima y, de ser así, si ERC logra el objetivo que hace décadas que acaricia: superar al PDeCAT, el espacio convergente, un partido implantado en el territorio como ningún otro y que ya ha demostrado su salud de hierro en ocasiones anteriores. Un dato permite ilustrar el grado de su hegemonía: CiU ha ganado en escaños todas las elecciones autonómicas entre 1980 y 2012. En 2015, ya sin Unió, se presentó junto a ERC bajo el paraguas de Junts pel Sí.

Si los republicanos son la fuerza con más escaños, confían en poder investir a Oriol Junqueras y, si la justicia lo impide, el plan B (que es casi el plan A) es que lo sea Marta Rovira. Si con el PDeCAT y la CUP no alcanzan los 68 diputados llamarán a la puerta de los comuns, con la mayor predisposición a priorizar un programa social y a rebajar aún más las pretensiones secesionistas. La unilateralidad ya no aparecía en el programa electoral de ERC y los republicanos en esta campaña han hablado mucho de “implementar la república” a base de políticas sociales y mentado poco, por no decir nada, la independencia.

Los sondeos señalan que ERC puede llegar la primera. Los republicanos han insistido en la recta final de la campaña en el manido voto útil para que el independentismo concentre el voto en esta lista, como receta para evitar que Ciudadanos se haga con la victoria. Pero en la candidatura de Junts per Cat confían en el efecto sorpresa y en que su lista pase por delante. Carles Puigdemont, en su todo o nada, se juega también su futuro personal. Ha anunciado que si gana, regresará de su refugio belga a riesgo de ser encarcelado a la que pise suelo español.

¿Y si Puigdemont no gana? En su partido pronostican que la estancia en Bruselas puede alargarse sin fecha de retorno. De ser así, la batalla interna que se avecina en el PDeCAT, a quien el president cesado ha ninguneado en toda la campaña, puede ser de las más cainitas que se recuerdan en las filas herederas de Convergència. 

La única pista que tienen los catalanes de cómo puede acabar este jueves son las encuestas y estas señalan que Inés Arrimadas estaría en condiciones de disputar el primer puesto a ERC. Ciudadanos exhibió este domingo en su mitin central una capacidad de movilización extraordinaria e inimaginable sólo dos años atrás. Arrimadas puede ganar pero no lo tendrá fácil para gobernar, como reconocen también en su candidatura. Para convertirse en la primera mujer que preside la Generalitat necesitaría que el llamado bloque constitucionalista alcanzase la mayoría y que, situados en ese escenario, el socialista Miquel Iceta rectificase sus palabras y facilitase su investidura.

Presión sobre los 'comuns'

Si la suma de Ciudadanos, PSC y PP no alcanza los 68 diputados y sólo con los votos de los comuns puede obtener la anhelada mayoría, Arrimadas no dudará en presionar hasta el límite al grupo de Xavier Domènech. En los últimos días de campaña, el voto de los comuns ya fue de los más disputados entre Ciudadanos y el PSC, con el argumento del miedo a que Domènech acabe entregando su apoyo a los independentistas (cosa que no ha dicho).

Los comuns, que literalmente han exhibido durante la campaña una llave como metáfora de que pueden decidir con sus votos quién gobernará, han dejado claro que no piensan favorecer la investidura de Arrimadas, pero no han cerrado la puerta a convertir a Iceta en presidente. Si la aritmética lo hace posible, y aunque a priori parece una opción con remotas posibilidades, es una hipótesis que no descarta ningún partido. Tampoco el PP, que en privado ha dado crédito a los sondeos que señalan que el bloque constitucionalista lo tiene más que complicado para llegar a la mayoría y que asegura que es más viable que acabe en el Palau de la Generalitat el líder socialista que Inés Arrimadas.

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