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Muere Juan Sánchez Sánchez, el gran activista bibliotecario de Castilla-La Mancha

Juan Sánchez Sánchez

Alicia Avilés Pozo

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Juan Sánchez Sánchez es uno de los nombres más conocidos en el ámbito cultural de Toledo y de toda Castilla-La Mancha. Su fallecimiento en la tarde de ayer la han confirmado varias instituciones de las que formó parte y con las que siguió trabajando casi hasta el último día. Una grave enfermedad se lo ha llevado con 67 años y con él se va la mayor parte de la historia de la Bibilioteca de Castilla-La Mancha, a la que consagró buena parte de su vida: la renovó y la convirtió en un referente de primer orden en la comunidad autónoma. Tras jubilarse hace poco más de dos años, siguió activo en el fomento de la cultura.

Amable, comunicativo, carismático, jovial y creativo, Juan Sánchez Sánchez dedicó 43 años a trabajar por la cultura, por la enseñanza y por las bibliotecas públicas. En 1973 recorría con un bibliobús los pueblos de La Mancha mientras intentaba sacarse la carrera de historia estudiando en la furgoneta por las noches. Dos años después, casi al final de la dictadura franquista, los dos únicos trabajadores de este servicio hicieron una huelga porque no les pagaban. Llegaron a ir a juicio y ganaron, pero aun así fueron despedidos a cambio de una pequeña indemnización.

Ahí comenzó su militancia en un objetivo que nunca ha perdido de vista: la defensa del acceso a la cultura. Opositó para el Instituto Nacional de la Seguridad Social (entonces llamado Instituto Nacional de Previsión), consiguió una plaza y le destinaron al Hospital Nacional de Parapléjicos, en turno de mañana. Con ese puesto consiguió terminar la carrera y en los años 80 comenzó a articular un movimiento de historiadores en torno a la defensa de las bibliotecas públicas, con una plataforma muy reivindicativa que movilizó a buena parte de la sociedad.

La llegada de la política

En este movimiento conoció a José María Barreda, también historiador, y cuando llegó el primer gobierno de José Bono en Castilla-La Mancha, Barreda le llamó para ser su director de gabinete como consejero de Educación. “Allí empezó una etapa de ocho años en la que fuimos construyendo la región”, destaca, y allí conoció también al periodista Alfonso González Calero, por entonces director general de Bibliotecas y que le acompañó en su aventura en la sede regional de la Biblioteca regional hasta hace tres años, cuando también se jubiló.

Pese a su paso por la política, Juan Sánchez Sánchez mantuvo siempre una postura muy reivindicativa y crítica hacia la gestión política de la cultura, dentro de los numerosos proyectos que entonces comenzaban a fraguarse sobre patrimonio y sobre la futura red de bibliotecas. Después, le ofrecieron una serie de cargos que rechazó hasta que en 1991 asumió la Dirección regional del Libro, Archivos y Bibliotecas donde permaneció durante 16 años, siempre con posturas muy críticas.

En 2006, con la llegada de Blanca Calvo a la Consejería de Cultura, fue cesado y permaneció otros seis años como jefe de Servicio de Enseñanza Universitaria. Fue en 2011, ya con el Gobierno del PP, cuando el consejero Marcial Marín le ofreció dirigir la Biblioteca regional, puesto que aceptó con la condición de mantener su independencia. “O me dejaban hacerlo como yo creía que había que hacerlo, o nada”.

Tiempos difíciles

Fueron tiempos difíciles. Tuvo que lidiar con los recortes en cultura, que ya habían comenzado en 2010 con menos programas de ayuda a las bibliotecas municipales. Y bajo su activismo crítico, como ya manifestaba en sus artículos de opinión, insistió siempre en la falta de mejoras con el cambio del Gobierno de Emiliano García-Page. “Mi principal objetivo ha sido conseguir la democratización de los servicios bibliotecarios y por ello voy a seguir peleando. Siempre he sido un activista y siempre lo seré. Seguiré luchando por la cultura”, comentó a eldiarioclm.es cuando se jubiló.

Luchó por su independencia, respetando opiniones y aceptando consejos, como “la única manera de trabajar por la sociedad”. Cuando se retiró lo hizo por ética, por “dejar paso a otra gente”, convencido de que “se puede seguir aportando a la sociedad, incluso profesionalmente, sin un horario de trabajo y una dedicación completa”. 

Siguió contribuyendo a la defensa de la cultura y de las bibliotecas públicas con su actividad en los medios de comunicación, con sus libros y con su blog. “Siempre he sido un activista y siempre lo seré”, señaló cuando se jubiló. Así lo hizo siempre y así será recordado. 

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