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“Nos toca liderar”: la energía eólica se abre paso como la única renovable con toda su cadena de valor en España

Aerogeneradores, en una imagen de archivo, en el municipio de Arico (Tenerife)

Alicia Avilés Pozo

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Desde las empresas consultoras que hacen el análisis de recursos hasta las compañías de ingeniería, aseguradoras, financieras y fabricantes de componentes de la energía eólica en España se encuentran ubicadas en territorio español. Hay 207 fábricas en todo el país que cubren el cien por cien de la cadena de suministro, algo que no sucede en la producción de otras energías renovables. Y este es uno de los factores donde el sector ha querido poner el acento con motivo de la presentación de su Estudio Macroeconómico, llevado a cabo por la Asociación Empresarial Eólica (AEE).

Castilla-La Mancha cumple un papel fundamental en este desarrollo: es la segunda región española, después de Castilla y León, con más potencia instalada (casi cuatro gigavatios -GW- en 144 parques eólicos) mantiene 16 centros industriales y dos de sus provincias (Cuenca y Albacete) están entre las diez más relevantes en este sentido. “Es una región con muchísimo potencial”.

Así lo afirma el director general de AEE, Juan Virgilio Márquez, en un momento en el que el 10% de las instalaciones de toda España van a cumplir 20 años desde que se instaló el primer aerogenerador, y cuando España ya es el quinto país en todo el mundo en generación de esta energía. Recuerda que hoy en día la producción eólica ha conseguido generar beneficios importantes en entornos rurales de la España vaciada, que han encontrado “numerosas ventajas” en el sector, como la creación de empleo. Esta es “solo es una parte de todo el potencial que queda por desarrollar en España, que es muchísimo”, destaca.

La diferencia con otras renovables

A este respecto, explica que en el año 2008 había 40.000 empleos en el sector, parte de los cuales se perdieron durante la crisis económica debido a la reducción de plantillas, pero precisa que ese desarrollo ha permitido crear una base de promotores y un tejido industrial de fábricas asentadas en el país. “Esa es la diferencia frente al resto de renovables, porque es la única tecnología donde el cien por cien de la cadena valor está en España y la única que tiene una buena posición estratégica desde el punto de vista industrial”, argumenta.  

Se trata de una combinación de industria, desarrollo de parques y de innovación que ha provocado que todos los suministros se aporten desde el mismo país. Es más, señala Márquez que durante la crisis se exportó parte de ese talento, aunque ahora “eso se está recuperando”. Según los cálculos de la AEE, hoy hay actualmente unos 25.000 empleos en el sector, con una tendencia alza que refleja también la potencia instalada cada año: en 2018 fueron 392 megavatios frente a los 190 de 2017 y a los 65 de trienios anteriores.  

“Estamos en una curva de aceleración que ahora toma velocidad de crucero y eso va a generar que cada año siga creciendo el empleo. Con todo ello, en el año 2030, si todo va bien y se cumplen los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, conseguiremos llegar a los 50 gigavatios instalados y a los 40.000 puesto de trabajo que existían antes de la crisis”.

Los empresarios del sector de la energía eólica están convencidos de que viven “un momento de grandes oportunidades” porque el coste de las tecnologías así lo refleja: por ejemplo, es más barato invertir en un parque eólico que seguir operando en centrales convencionales de carbón o de ciclo combinado. Ya son más baratas las energías renovables. Pero lo más importante, consideran, es cuidar esa cadena de valor. “No se trata solo de incluir mucha potencia sino que también hay que intentar que se fabrique aquí. Eso es lo que va a generar que tengas esa capacidad de resiliencia en un futuro, porque tendrás tu propio mercado de empresas, un caldo de cultivo que dará muchísima más estabilidad en el largo plazo”.

Juan Virgilio Márquez destaca que si los empresarios de la eólica solo se centran en los aspectos “economicistas”, será muy difícil competir con mercados como China. “Tenemos que ocupar el hueco del desarrollo de la tecnología e ir por delante. Nos toca liderar”.

Con este objetivo, la Asociación Empresarial Eólica considera necesario que “todas las necesidades estén alineadas” en la cadena de suministro. Esto significa evitar que la producción desmesurada obligue a importar componentes de fabricación. En la AEE apuntan que si hay un calendario anual y conocido, conforme a la potencia y a las subastas de renovables, y “sabemos que las fábricas lo pueden llevar a cabo e incluso desarrollar nuevos prototipos”, hay que “planificar y optimizar esa producción” para que se siga cubriendo el cien por cien de la cadena de valor en España.

Actualmente hay más de 1.080 municipios que se benefician de esta energía renovable, con aerogeneradores integrados en las actividades agropecuarias y con fijación de empleo que potencia la actividad de los pueblos, “no la sustituye”. Se trata de una circunstancia que ha dado confianza al sector junto con el trabajo de empresas “que ya han demostrado mucha capacidad y fortaleza y que son pioneras a nivel mundial”. Por tanto, sus previsiones “no pueden ser mejores” y ahora ven necesario “tener la tranquilidad de que en la próxima década no va a haber regulaciones raras”.

La polémica por el canon eólico

En este escenario, una peculiaridad que tiene Castilla-La Mancha, compartida con Galicia, es el denominado canon eólico, un impuesto por aerogenerador. Cuando se aprobó, el objetivo era poner un tributo a un sector que se consideraba negativo por la ocupación del terreno. Muchos de los parques éolicos que se instalaron hace años y que siguen pagando ese impuesto ahora están pensando en “repotenciar”, es decir, construir parques más grandes con más producción para compensar ese pago.

La AEE confirma que los cánones han generado un debate sobre la presión fiscal que hay en el sector. Esta asociación calcula que por cada 1.000 euros de ingresos que recibe un promotor, hay 140 euros que se dedican al pago de tributos, cánones o impuestos, mientras que tan solo 61 euros se dedican a gastos de personal. “Es un sector muy gravado y no tiene sentido teniendo en cuenta que es parte de la medicina que necesitamos contra el cambio climático”.

“Este canon surgió porque se entendía que había que contener el impacto visual pero la realidad es que eso ya no tiene sentido porque lo único que da la energía éolica son beneficios, no problemas. No se puede penalizar a actividades que van acordes a objetivos verdes”, concluye.

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