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El cronista de la corrupción que inauguró Zaplana: “A algún empresario le pasaban tres veces el cazo en nombre del partido”

El periodista y escritor Francesc Arabí.

Lucas Marco / Jesús Císcar

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Francesc Arabí (Gata, 1970) es el mejor conocedor de la trayectoria de Eduardo Zaplana y del régimen de corrupción y clientelismo que inauguró en 1995. Arabí, veterano periodista del diario Levante-EMV, desglosa en Los tentáculos del truhán. La caída de Zaplana y la corrupción más allá del PP (Círculo Rojo, 2022) la resaca del zaplanismo y los inesperados sumarios judiciales que amenazan con llevar a prisión a buena parte de los supervivientes de la época de la burbuja inmobiliaria y del pelotazo. Con su habitual prosa marca de la casa, una mezcla de fino humor metafórico y memoria de avezado sabueso, relata las investigaciones periodísticas que le llevaron a indagar en una orden de monjas carmelitas en Orihuela, a entrevistarse con un juez en República Dominicana o a sortear tremendas presiones. Siempre atento a la pista del zaplanismo político y económico.

El libro, una continuación de su primera obra Ciudadano Zaplana, la construcción de un régimen corrupto (Akal, 2019), repasa los problemas judiciales del expresidente de la Generalitat Valenciana en el 'caso Erial' y las interioridades de la presunta trama corrupta. Además, también detalla cómo el turbio régimen zaplanista y su continuación salpicó al PSPV-PSOE, el principal partido de la oposición en aquella época, que ocupa ahora el Palau de la Generalitat Valenciana. Arabí conoce como la palma de su mano un partido del que durante casi dos décadas de travesía en el desierto informó sin trampa ni cartón. Su nueva crónica conecta la trama judicial del 'caso Azud' con la fontanería interna, relato que dificulta, a diferencia de la primera entrega publicada hace tres años, la entusiasta presencia de los principales cuadros del socialismo valenciano en los actos de presentación de un libro sin índice onomástico en el que aparecen casi todos.

En la obra —“una visión de dron del mapa de la corrupción”— Arabí no deja títere con cabeza. “Al final en la corrupción siempre pongo la metáfora de que no hay calles, en el subsuelo todo se comunica: entras por una cloaca en la calle de la Paz y sales al barrio de Patraix”, dice en esta entrevista con elDiario.es.

Usted es el periodista que mejor conoce a Eduardo Zaplana. ¿Qué perfil hace del “truhán”?

Eduardo Zaplana tiene muchas virtudes para lo que él quería hacer. No diría que son virtudes cívicas pero sí que era un profesional. Tiene un cambio de registro: una primera parte de su vida en que es un político empresario y una segunda en la que es un empresario de la política. Una persona que entiende antes que nadie la democracia mediática, que sabe que es más importante vender que producir y que, sobre todo, sabe rodearse de gente muy leal. Sabe compensar muy bien las lealtades, es la típica persona que aplica aquello que se decía siempre de 'la última peseta para otro', para que pueda haber negocio. Sabe que si a todos nos va bien, mejor. Maneja muy bien las claves del poder, es un hombre que sabe perfectamente lo que es el concepto de Padrino. Es un gran gestor de poder en la peor acepción del poder, siempre con dinero público.

¿Y después de su detención en el marco del 'caso Erial', cómo cambia el perfil?

Él es un gran vendedor y un grandísimo comercial. También es cierto que los comerciales a veces estafan y a veces la gente se deja estafar. No creo sinceramente que cuando lo detuvieron el 22 de mayo de 2018 mucha gente se echara las manos a la cabeza y se llevara una gran sorpresa. Estuvo en un contexto de gran casino en el que él ganaba el primer premio, el otro el segundo, el otro el tercero y muchos ciudadanos anónimos incluso la pedrea. Por tanto, el contexto jugaba a favor.

No creo sinceramente que cuando detuvieron a Zaplana el 22 de mayo de 2018 mucha gente se echara las manos a la cabeza y se llevara una gran sorpresa

También es cierto que supo organizar y sacar rédito a todo eso. Es muy embaucador, en el primer libro cuento una conversación con él. Siempre ha matado políticamente a base de abrazos y de rosas y no de balas. En eso es muy Padrino también. Un tío muy seductor pero menos de lo que se dice, pero es cierto que no hay nadie más fácil de seducir que aquel que quiere que lo seduzcan. Utiliza muy bien la chequera pública.

¿Y cuál es el perfil del longevo régimen que inauguró en el Palau de la Generalitat Valenciana?

Siempre he dicho que Eduardo Zaplana es el liberal más intervencionista de la historia. No ha habido un centímetro cuadrado que quedara al azar. Un control absoluto y autoritario —eso es un régimen—, una máxima porosidad y tentáculos en todas las terminales empresariales: no había nadie que tuviera un espacio de poder que si no se plegaba y claudicaba no fuera absolutamente liquidado. El primer zaplanista de todos los zaplanistas era Arturo Virosque, presidente de la Cámara de Comercio, y el segundo Rafael Ferrando, presidente de los empresarios. Y con eso creo que está todo dicho. No dejaba nada al azar y, de hecho, el régimen lo construye a base de controlar la sociedad civil, ONG (si no las controla, las revienta), el movimiento vecinal y medios de comunicación (su grandísima obsesión).

El primer zaplanista de todos los zaplanistas era Arturo Virosque, presidente de la Cámara de Comercio, y el segundo Rafael Ferrando, presidente de los empresarios

Si tenía una asignatura pendiente que no consiguió nunca fue montar un potente medio de comunicación privado totalmente a sus órdenes. Es verdad que tenía Canal 9 y el 80 o 90 por ciento de medios a favor, subcontratados pero no en propiedad.

En el libro relata con todo lujo de detalles las presiones de Zaplana a los medios de comunicación. ¿Cómo las vivió?

Hay dos etapas: la primera de presidente [de la Generalitat Valenciana] y ministro. A nosotros [en el diario Levante-EMV] no nos llegaba el intento de control directo porque lo dio por perdido. De hecho, optó por la estrategia de empujarte a la marginalidad. En la segunda etapa que pasa a ser de político empresario a empresario de la política (es cuando quiere por decirlo así, darse un barniz de persona referente en el liberalismo, defensor de la Transición y del régimen del 78 con la famosa foto de presentación en el Club Siglo XXI con Albert Rivera) sí que le interesa mucho que le den esa pátina intelectual. Y ahí ya no tiene el poder político aunque tiene presupuesto porque no deja de ser un altísimo directivo de Telefónica.

Fueron muy llamativas las tremendas presiones que sufrió la jueza instructora del 'caso Erial'. ¿Cómo se explican?

Si uno quiere saber cuántos amigos tiene, cuando está enfermo es cuando lo llaman. En su caso, cuando cae, es el momento de pasar las facturas. Claro, nunca ha querido gente independiente, ha querido gente hipotecada con pies de barro. El pizzo no es la principal característica de la mafia, es la omertá. La garantía de la omertá es que el que pueda denunciar tenga más que callar que tú. Nadie está tan loco de auto inmolarse. El prólogo lo titulo El cobrador del frac porque él va pasando factura y se nota. A través de su hija [María Zaplana] mueve todo lo que tiene que mover. Entre eso y la virtud de la piedad y de la caridad cristiana que tiene esta sociedad, efectivamente, hay toda una corriente de apoyo. 

¿Cómo ve el escenario judicial al que se enfrenta Zaplana?

Tiene un escenario muy complicado, desde el primer momento ha intentado hacer una cosa que es marca de la casa, denominación de origen Zaplana. A él no le preocupa nunca la verdad, lo que le preocupa es la verdad judicial. Él tiene la experiencia: por cómo se ha anulado qué. Se han anulado una cintas, por ejemplo, en el 'caso Naseiro' y, esta vez, ha intentado por todas las vías tumbar la causa desde el procesalismo, intentando anular la instrucción. No lo ha conseguido y lo tiene complicado porque, claro, hay un informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de 450 páginas, con muchas fuentes muy diferentes y muchísimos indicios contra él. Y, sobre todo, los dos grandes testaferros barra ingenieros financieros —Beatriz García Paesa y Fernando Belhot— han confesado contra él.

Contra el camión de indicios y pruebas, Zaplana alega que no hay un WhatsApp o un documento que diga que el dinero es suyo

En los últimos tiempos ha contado con aliados como Marcos Benavent, antiguamente autodenominado como 'yonqui del dinero'. ¿A qué responde esta jugada?

Es verdad que ha intentado todas las vías y seguirá intentándolas, todas en la línea de ir buscando abogados defensores. Ha conseguido, por ejemplo, que un señor como Marcos Benavent, que era el 'yonqui del dinero', ahora es ilustre señor respetable don Marcos Benavent, porque ha pasado a ser un defensor más de Eduardo Zaplana. Es verdad que tiene una percha de la que colgar su negación de todo: contra el camión de indicios y pruebas él alega que no hay un WhatsApp, un escrito o un documento que diga que el dinero es suyo, porque como no se fía de nadie ya se encargó de que no haya ni siquiera un contrato fiduciario que dijera que ese señor administraba ese dinero. Pero es que ya no hace falta a estas alturas.

En la corrupción no hay calles, en el subsuelo todo se comunica: entras por una cloaca en la calle de la Paz y sales al barrio de Patraix

El libro muestra muy bien que los periodistas nos equivocamos cuando colocamos las tramas de corrupción en cajones estancos. Bajo la superficie todo está conectado por los empresarios.

He intentado ofrecer una visión de dron del mapa de la corrupción y explicar que, más allá de que operativa y funcionalmente en un juzgado se deben abrir carpetas y sistematizar cada tema, al final en la corrupción siempre pongo la metáfora de que no hay calles: en el subsuelo todo se comunica. Entras por una cloaca en la calle de la Paz y sales al barrio de Patraix. Como todo se comunica, arrancamos por Taula y, de ahí, acabamos en Erial. Todo arranca en los documentos que vienen de un registro ordenado en la instrucción del 'caso Taula'.

Zaplana ha atacado a saco el hilo del que estira la UCO para localizar su botín en el extranjero. ¿Cómo ha visto su estrategia de defensa jurídica?

Lo que no puede es comenzar a discutir el contenido. Esos papeles son un hilo y tirando del hilo llegamos a una multinacional de comisiones en 14 países, 23 sociedades y 20 millones de euros dando vueltas por ahí. Pero, claro, él tiene que atacar cómo arranca la instrucción porque no tiene otra. Es la estrategia de 'No podrán ustedes demostrar', que dices, hombre, para un político no queda muy bien.

Eduardo Zaplana ha sabido tejer mejor esa red de complicidades y de pagos

Conforme van fallando las estrategias va cambiándolas, primero el sirio era del CNI, después resulta que era efectivamente un complot pautado con un guion, aparece Villarejo, después resulta que a Benavent le habían presionado a muerte. Eduardo Zaplana ha sabido tejer mejor esa red de complicidades y de pagos. Y los que no ha pagado hoy los ha pagado a 90 días o a 180 días, pero él siempre paga. Ha tenido la suerte de que como ha sabido trabajar las lealtades siempre le ha ido bien.

Y, tras las investigaciones de Taula y Erial, llegamos al 'caso Azud'. ¿La corrupción urbanística era bipartidista?

He intentado en el libro poner en valor (o en desvalor) el papel de los empresarios. En el esquema de la corrupción hace falta uno que pague, uno que cobre y alguien que vista el santo, que son los técnicos. Hay técnicos que van repitiéndose igual que hay empresarios que están en todas las causas. Lo que pasó aquí es que había una oposición absolutamente anémica y, en el contexto de esa debilidad general política y también económica —que se derivaba de la política— hubo gente que dijo 'esto va para largo y aquí hay gente que se está forrando'. Y se apuntó al carro.

Evidentemente hubo financiación de partidos y, a mi entender, [el empresario] Jaime Febrer aporta dinero al partido y busca diversificar el riesgo. Por cierto, hasta donde yo sé, con ese dinero se paga una parte de la campaña de Joan Ignasi Pla [ex secretario general del PSPV-PSOE y candidato en las autonómicas del 2007], se paga la campaña municipal, que costó una barbaridad, que tenía de candidata a Carmen Alborch (costó más de 600.000 euros) y creo que una parte de ese dinero se demora para las campañas del año siguiente. No estaban en el poder, no podían institucionalizar una red de corruptelas como habían institucionalizado los que eran hegemónicos durante años, lo que demuestra que la corrupción es sistémica y que, por mucho que haya mecanismos de control, mientras la condición humana sea la que es, no va a desaparecer.

El empresario Jaime Febrer aparece en el 'caso Azud' como la conexión entre el PP y el PSPV-PSOE. ¿Cuál fue su papel?

El caso de Jaime Febrer es muy interesante porque es una pata empresarial que nace del zaplanismo, comienza sus negocios en el sur, donde si no eres de la colla no puedes trabajar, él no tiene pedigrí ni caché, pero siempre es el perejil de todas las salsas urbanísticas. Es una persona que curiosamente se lleva muy bien con el zaplanismo y también muy bien con el entorno de Camps. Porque una cosa que se demuestra en el libro es que había más bandas que bandos.

El negocio no estaba en la obra sino en la reclasificación

Si una persona quiere desarrollar un proyecto tiene básicamente dos tareas: contactar con el ayuntamiento y con alguien que compre los terrenos. No hace falta tener 28 reuniones con los intermediarios, sobre todo si es político o del entorno, no tiene demasiado sentido. Una vez que ya conoce que es concejal pues no hace falta que aquel les siga acompañando años. Eso del límite entre el consultor, el comisionista, el conseguidor y el 'lobby', no es una línea permanente, va variando. Es curioso porque en proyectos que no se hicieron, se repitió el modelo que desde la Generalitat Valenciana se estaba haciendo: negocio sin cortar cintas. El gran negocio de Terra Mítica se hace antes. El negocio no estaba en la obra sino en la reclasificación.

Otro personaje clave es el cuñado de la alcaldesa Rita Barberá. ¿José María Corbín era consultor, letrado, cuñado o todo a la vez?

Es curioso porque, cuando arrancan las cosas, la oficiosa agencia urbanística que es el despacho de José María Corbín (del PP en la oposición a razón de 5.000 euros anuales, el PP en el poder a razón de 500.000 y, cuando pierde el Gobierno, pérdidas), precisamente esa oscilación de la facturación es lo que motiva la denuncia en la Agencia Tributaria de alguien que lo ve y dice: blanco en botella. Efectivamente es asesoría y consultoría y, al final de la corrida, siempre hablamos del ladrillo pero es que en realidad es gente que yo creo que la mayoría de ellos no sabe lo que es una hormigonera. Es el negocio del smartphone con los contactos, los papeles y las líneas en plano. Una cosa muy curiosa es que el 'caso Azud' pone el foco en Valencia, que era un poco como el oasis, como si se hubiera salvado de todo.

En el 'caso Azud' había un entramado de políticos, empresarios y asesores consultores, que también eran medio políticos

Jaime Febrer y José María Corbín son dos personajes, más o menos discretos, que han aflorado en la superficie con el 'caso Azud'. ¿De dónde nace su protagonismo en la trama?

Yo estoy convencido de que era más conocido Corbín que Febrer. Al final ha repartido más negocio Febrer que algunos muy conocidos, que se sepa. Ahora lo ves: Corbín tenía en la clientela a todos los contratistas. A su despacho, según todas las evidencias de la investigación, iban recomendados por el señor Alfonso Grau [mano derecha de Rita Barberá], que es por cierto quien lleva a Jaime Febrer. Había un entramado de políticos, empresarios y asesores consultores, que también eran medio políticos. Había un magma muy curioso.

Hay una cosa que siempre dicen los empresarios: lo que quieren es estabilidad. La cara más sucia de la corrupción lo que más quiere es discreción, es lo que caracterizaba a Febrer. Quieren unanimidades y consensos: si hay un ayuntamiento en el que hay cinco, si yo puedo tener el voto de los cinco, mejor. Porque la unanimidad y el consenso son la mejor vacuna contra la sospecha.

La investigación ha afectado de lleno al PSPV-PSOE, un partido que usted conoce como la palma de su mano después de dos décadas siguiéndole la pista y, singularmente a dos personajes: el exsubdelegado del Gobierno en Valencia Rafael Rubio y el letrado José Luís Vera. Conociendo el tinglado. ¿Cómo ve su situación?

La investigación está en marcha y veremos cómo acaba. En los dos casos fue sorprendente. En el caso de Rafa Rubio porque era una persona que en la oposición se había significado por una tarea bastante destacada teniendo en cuenta en qué situaciones estaban en el Ayuntamiento de Valencia. El caso de Jose Luis Vera es muy curioso: es una persona que ha hecho una tarea clave como abogado en causas de corrupción, un papel de colaboración con la UCO y con Anticorrupción que le ha pasado factura personal (por ejemplo, en el 'caso Fabra'). Pero resulta que tenía una doble vida. Las millonarias cantidades que cobró de Febrer no cuadran con precios de mercado. Son tarifas estratosféricas por asesorar a su cliente, experto en pelotazos urbanísticos a base de proyectos con reclasificaciones. Que, por cierto, muchas veces no cuajaron pero generaron negocio. Vera, que hizo de puente entre Febrer y cargos públicos socialistas, cobró esas cantidades desorbitadas en A, con factura, pero esas cifras albergan serias sospechas sobre la existencia de sobrecostes, de estar muy hinchadas. Por decirlo finamente. La investigación judicial dirá.

El exportavoz socialista en las Corts Valencianes Manolo Mata desglosó (en una interesante comparecencia para explicar su papel como abogado defensor de Jaime Febrer) la estrategia jurídica para hacer frente al 'caso Azud': batallar la prescripción. ¿Cómo ve el panorama judicial para el PSPV-PSOE en el 'caso Azud'?

Tenemos dos planos: el jurídico y el político. Jurídicamente no había delito de financiación ilegal. En 2018 el PP fue condenado en 'Gürtel' por delito electoral, pero en este caso ha prescrito. Es curioso porque la causa de Crespo Gomar se archiva porque ha prescrito y porque no encuentran suficientes pruebas para llevar adelante otros delitos. ¿Qué quedaría? El cohecho, que por otro lado es muy difícil de demostrar. Como no soy abogado ni juez evidentemente no quiero condenar a nadie pero es que me interesa la parte política. De todas formas, en el caso de la financiación (en la dimensión que fuera) mucho menos dinero del que parece fue al partido. Había alguno al que pasaban dos y tres veces el cazo en nombre del partido.

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