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La recaída del 'yonqui del dinero'

Marcos Benavent, autodenominado 'yonqui del dinero'.

Lucas Marco

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Última sesión del juicio del 'caso Taula'. Marcos Benavent, autodenominado 'yonqui del dinero', aprovechaba el turno de la última palabra para recomendar a las tres magistradas que conforman el tribunal de la sección quinta de la Audiencia Provincial de Valencia la mítica película dirigida por Sidney Lumet Doce hombres sin piedad, una obra maestra de intriga judicial. Han sido 16 sesiones en las que Benavent se ha sentado, siempre atento, en el mismo asiento del banquillo de los acusados, como el cliente veterano que cuenta con su propio taburete en la barra. La vista oral de la pieza J del 'caso Taula, también ha sido el primer juicio contra la presunta trama corrupta, en el que el acusado, convertido por voluntad propia en uno de los rostros de moda de la corrupción ibérica, ha mostrado en audiencia pública el volantazo vital y jurídico que ha dado en una jugada digna de una buena adaptación al formato cinematográfico del thriller judicial. Quizá el tribunal también haya visto El Reino, un film dirigido por Rodrigo Sorogoyen que el personaje teatral de Marcos Benavent recomienda al público en el manuscrito de una obra inédita basada en una entrevista de su autor con el personaje real.

El 'yonqui del dinero' se dio a conocer como una mezcla de pícaro arrepentido y de místico renacido. En una inopinada segunda fase, ha dado un triple salto mortal para meterse en su papel definitivo: el de adicto reenganchado. Si en su primera declaración ante los medios de comunicación advirtió de que iba a salir “mierda a punta pala” —era la fase inicial de colaboración con la Fiscalía Anticorrupción y con la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil— en el juicio por la pieza separada J del 'caso Taula' se ha desdicho de todo, ha asegurado sentirse “engañado, manipulado, presionado y mancillado” y ha pedido, ante “la falta de pruebas”, su absolución y la “nulidad de toda la causa”.

En su primera declaración ante los medios, tras regresar de un viaje a Ecuador y Japón, a caballo entre la huida vital y el misticismo cuando ya sabía que la UCO investigaba la presunta trama, aseguró: “El dinero es una droga. Me convertí en un yonqui del dinero. Ahora tengo mis cosas, mis animalitos y mis meditaciones. Con lo otro no vivo feliz”. Dio en el clavo con una definición autobiográfica que hizo fortuna: un 'yonqui del dinero'.

Aunque las televisiones se lo rifaban nunca acudió a ningún plató. Se quedó viviendo solo en un chalet de su familia, con la única compañía esporádica de su primer abogado, el penalista Ramiro Blasco, de amigos y familiares (que siempre lo han apoyado) y de una compañera sentimental con la que acabó rompiendo a cuenta del pago de un domo geodésico (una esfera poliédrica de moda en ambientes espiritualistas), un contencioso tras el cual la mujer escribió un relato novelado a modo de venganza.

Un barbudo Marcos Benavent se convirtió en un caramelito para la prensa en la entrada de la Ciudad de la Justicia cada vez que iba a declarar: “Pido perdón. Lo siento mucho. Me he equivocado. Asumiré lo que sea, la pena de cárcel que me corresponda e intentaré reponer todo lo que me he llevado. Voy a contar la verdad, mi verdad. Luego os atiendo, contestaré a todo”.

El 'yonqui del dinero' ya no atiende a la prensa, sólo mantiene breves charlas en las que limita mucho la conversación, pero cuenta con el lastre de las hemerotecas. En los pasillos de las Corts Valencianes, convocado a comparecer en el marco de una comisión parlamentaria, se refirió a las “mordidas” y a las “bolsas de dinero” que movía la trama del 'caso Taula'. Al inicio de la instrucción afirmó: “Camps estaba al corriente, Mariano Rajoy estaba al corriente... En el partido es lo que hay. Todos en el partido sabían lo que estaban haciendo. Todos los que tenían alguna responsabilidad estaban en la movida”.

Más comprometedoras que las confesiones ante las cámaras han sido sus declaraciones en sede judicial a lo largo de más de seis años de instrucción. Han sido “especialmente relevantes”, recordó el fiscal anticorrupción, Pablo Ponce, durante la exposición de sus conclusiones definitivas. El Ministerio Público solicita ocho años de prisión para Marcos Benavent en el primer juicio al que se enfrenta sentado en el banquillo de los acusados.

La defensa del 'yonqui del dinero', que ejerce el penalista Juan Carlos Navarro, ha desgranado su estrategia: anulación de las escuchas telefónicas, remitiéndose a una sentencia del Tribunal Supremo (TS) que absolvió a dos narcotraficantes con una tonelada de cocaína, y de las grabaciones que aportaron a Anticorrupción tanto la entonces diputada provincial de Esquerra Unida, Rosa Pérez Garijo (actualmente consellera de la Generalitat Valenciana) como su exsuegro, el empresario Mariano López, también procesado en la pieza D del 'caso Taula'.

A su vez, el fiscal Pablo Ponce ha aludido a numerosa jurisprudencia para apuntalar las grabaciones y su cadena de custodia, así como a la pertinencia de las confesiones de los arrepentidos que se rajan cuando se acerca el juicio oral. A largo plazo, la batalla definitiva será en el Tribunal Supremo, cuando resuelva sobre el 'caso Taula'. La cadena de custodia de unos audios grabados por uno de los implicados en la supuesta trama de mordidas será uno de los platos fuertes.

Sin embargo, a corto plazo Benavent no sólo arrastra a sus espaldas el fardo de las numerosas declaraciones ante la UCO y el juez instructor. Uno de sus testaferros, esposo de su secretaria en Imelsa (la empresa pública de la Diputación de Valencia erigida en epicentro del saqueo), confesó cómo blanqueaba para el 'yonqui del dinero' en una declaración clara, con pelos y señales y concisa; este último elemento de gran agrado para el Poder Judicial. Un torpedo difícil de esquivar para su defensa.

El empresario José Estarlich detalló, en la amplia sala Tirant lo Blanch II de la Ciudad de la Justicia de Valencia, su papel como hombre de paja para adquirir una lujosa vivienda en Xàbia para Benavent, comprada a un empresario del grupo mediático que creó Eduardo Zaplana con 192.000 euros desviados a través de empresas pantalla.

La doctrina del árbol envenenado

Por el exministro del PP —a quien la investigación del 'caso Erial' ha levantado un botín en paraísos fiscales de 15 millones de euros— se le preguntó directamente a la salida de una de las sesiones del juicio. El 'yonqui del dinero' negó mantener cualquier tipo de relación con Zaplana.

El único nexo que une a ambos personajes es la documentación que halló la UCO en el registro del despacho del anterior letrado de Benavent, el penalista Ramiro Blasco. Un esquema, entregado por un empresario sirio, con la estructura societaria de la trama de Zaplana en el exterior del que tiró la UCO y que acabó con la detención, imputación y reciente procesamiento del expresidente de la Generalitat Valenciana.

Desde su inesperado cambio de estrategia de defensa, Marcos Benavent ha insistido una y otra vez en atacar las grabaciones entregadas a la Fiscalía Anticorrupción y en decir que el registro del despacho de su abogado fue ilegal. Su única esperanza es que el Supremo compre la doctrina del árbol envenenado que propugna (la desestimación de cualquier medio probatorio obtenido por vías ilegítimas, en este caso las grabaciones de la trama y las escuchas telefónicas) para tumbar el 'caso Taula', con diez piezas separadas, y de paso el 'caso Erial'.

Eduardo Zaplana es, después de Marcos Benavent, el principal beneficiario de la nueva estrategia del 'yonqui del dinero', un adicto que se ha reenganchado irremediablemente.

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