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Mia Hansen-Løve, cineasta: “El cine fue algo sagrado y ahora lo es menos”

La cineasta Mia Hansen-Løve durante la entrevista con elDiario.es.

Lucas Marco

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La realizadora, guionista y crítica de cine Mia Hansen-Løve (París, 1981) ha llegado a Valencia en tren desde su ciudad natal para presentar en el festival Cinema Jove Bergman Island, premiada en la sección oficial del Festival de Cannes. En esta entrevista con elDiario.es, la realizadora de obras como El porvenir, El padre de mis hijos o Edén, detalla su visión del cine de autor y cuenta la situación de la gran pantalla en un país en el que la industria cinematográfica es casi una cuestión de Estado.

¿Qué significa la obra de Ingmar Bergman en su obra?

Es un cineasta que me acompaña desde hace tiempo. Hay tal riqueza en su obra que creo que se puede agotar toda su vida. Forma parte de esos cineastas a los que se puede volver en diferentes ocasiones y momentos según tus deseos. Nunca he intentado imitarlo. Tanto por sus películas como por su forma de hacer cine encarna a mis ojos algo único que continúa atrayéndome, incluso después de hacer esta película. Este film no ha agotado mi deseo por Bergman. 

¿Qué le parece la etiqueta de cine intimista que se le ha adjudicado?

Lo acepto porque se pueden poner todas las etiquetas que se quiera a las películas. No cambia nada de lo que son realmente las películas. Después, personalmente no me defino. No me defino con ismos. Creo que estamos en un momento en que todo es muy político en el cine, muy ideológico. Y a veces convierte al cine en algo un poco dogmático. Hay una tendencia a encerrar al cineasta, según su recorrido o su género, en categorías bien definidas. De hecho, intento escapar un poco de eso. Al menos, en el sentido de que no sólo hago películas en Francia. Después, asumo que hago un cine que se define fuera de la industria.

Estoy muy contenta de que mis películas encuentren su público, funcionen y viajen por el mundo. Si Bergman es un modelo para mi es porque hizo un cine sin compromiso. Siempre buscó en lo más profundo de sí mismo la inspiración burlándose de las modas, tendencias y dictados de la industria. Si cine intimista quiere decir eso, en ese caso, me va muy bien. La palabra intimista no se refiere a películas que hablan de cosas íntimas, porque pienso que se pueden hacer cosas muy personales con temas que tienen un aire menos personal. Es más el hecho de la independencia, es más eso lo que me importa. 

Si Bergman es un modelo para mi es porque hizo un cine sin compromiso

Se ha referido alguna vez a la distinción que hacía François Truffaut entre las películas que sirven para mostrar la realidad tal que es y las que sirven para soñar. ¿Cómo adapta esa doble perspectiva en sus películas?

Diría que Bergman Island es una película que me sirve para mostrar la realidad tal como me gustaría que fuera. La película que rodé después, Un beau matin, es un film que muestra la realidad tal como es. Cuando hago Bergman Island, la película es tan personal como los anteriores y claro que no está desprovista de realidad porque hago todas mis películas con una realidad y creo también en una realidad de lo imaginario. Es complicada esa noción de la realidad porque es muy subjetiva pero en todo caso Bergman Island es una película que verdaderamente está en la búsqueda del sueño, busca abrir las puertas y ventanas hacia territorios inaccesibles de lo imaginario. Es a la vez el mundo de Bergman y el de la interioridad. Pero está también la cuestión del sueño. Cuando hice Un beau matin, una película que se desarrolla en París, en un realismo mucho más clásico y en una cotidianeidad, eso pertenece a la categoría de las películas que buscan mostrar lo real tal como es. 

¿Puede un arte seguir vivo si pierde su público? Esa es la cuestión

¿Es fácil hacer cine de autor hoy en día?

La situación del cine de autor es muy frágil en este momento, tengo la impresión que es así en todo el mundo. Se nota un desinterés del público por el cine. Queda la esperanza de que la gente vuelva a las salas poco a poco pero por encima de eso está el sentimiento de que hay un interés que se ha perdido. El cine durante mucho tiempo ha sido algo sagrado y hoy lo es menos o para una cantidad de personas más limitada. Se convierte en una suerte de nicho. Antes, incluso en el cine de autor más radical había una posibilidad de ser popular. Antes se podían hacer películas en cierta manera radicales, por emplear una palabra muy manida. Éric Rohmer hizo Ma nuit chez Maud, una película que no es fácil según las definiciones de hoy en día, y vendió 500.000 entradas en la taquilla. Es impensable. Creo que es bastante desesperanzador y, al mismo tiempo, tengo la suerte de que mis últimas películas se estrenan en todo el mundo y eso es lo que me protege. No me siento aún demasiado amenazada por no poder producir mis películas pero, en cambio, la cuestión es más profunda: la supervivencia del cine como arte a partir del momento en que el público le da la espalda. ¿Puede un arte seguir vivo si pierde su público? Esa es la cuestión.

Incluso en Francia, un país que históricamente ha apostado desde la instituciones públicas por la cultura...

El problema en Francia es que, a la vez, somos muy privilegiados porque estamos muy sostenidos por el Estado, hay ayudas que no existen en ningún otro sitio, tanto para cineastas o productores. Durante la pandemia sobre todo el Estado ha puesto una gran cantidad de dinero para que esta industria resistiera, pero de repente eso cava un alejamiento muy grande porque lo único que no podemos hacer de momento es forzar a la gente a ir a ver las películas. Podemos continuar produciéndolas, estrenándolas y financiando su escritura pero si al final hay cientos de películas que nadie ve se crea una situación completamente esquizofrénica. No me gusta decir eso pero casi me pregunto si no debería haber menos películas. Pero ¿quién puede decir qué películas se deberían hacer? Es una situación un poco esquizofrénica en Francia, a la vez no estamos en una lógica capitalista, lo cual está muy bien. Incluso si la demanda es muy baja, la oferta aún es muy importante. Pero al mismo tiempo eso crea una gran violencia con las películas que se estrenan y se quedan en la cartelera una semana. 

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