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Luces invisibles

Laura Vilanova

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Hace un par de semanas tuve la suerte de poder asistir al primer encuentro TEDx que se celebraba en la ciudad de Alicante: Tedx Lucentum St. Un grupo de chicos y chicas con muchísimas ganas, muchos conocimientos y empuje montaron un encuentro apasionante, motivador y sorprendente ‘Invisible Ligths’. Charlas de 18 minutos en torno a drones, mujeres y hombres, marca personal, pensamiento divergente, el éxito… Por poco más de un par de horas me pareció que no estaba en Alicante, que no estaba en 2014 (quinto año de la crisis), que Alberto Fabra y compañía no eran los que mandaban, que no estábamos pagando años de corrupción. Y con poco más de un par de horas me di cuenta de que es posible. De que a pesar de que vivimos en una Comunitat en la que un conseller se queda con el dinero destinado a los más pobres, en la que a un condenado a prisión le da por construirse un aeropuerto al lado de casa con el dinero del contibuyente, en la que 43 muertes en un accidente de metro no son responsabilidad de nadie o en la que un constructor hace y deshace a su antojo en Alicante…, a pesar de eso, el talento, las ideas existen y están ahí. Aunque sean invisibles para la mayoría.

Y lo admito. ¡Sí! Estoy harta de Enrique Ortiz y de sus amigos. De sus desmanes en Alicante. De que haya sometido durante años a los responsables políticos del partido de Gobierno y de la oposición. De que en su barco se hayan aprobado planes que iban a afectarme a mí, a mis vecinos, a nuestros hijos… De que el palco del Rico Pérez se haya convertido en una especie de salón de plenos con sólo un voto, el del propietario.

Y como estoy harta de todo esto. Se lo dejo a los jueces. Que sean ellos los que se encarguen de averiguar qué ha pasado en Alicante. Por qué cada vez la contrata de basura nos cuesta más, pero la ciudad está más sucia. Por qué se aprueban modificados de proyectos de obra a costa de los bolsillos de todos los ciudadanos. Por qué se regalan barcos a diestro y siniestro.

Por eso no he querido que este artículo fuera otro más para sumar a todos los que he leído sobre Ortiz&Friends (algunos más acertados que otros). Me apetecía mucho más hablar de Alicante como una ciudad en la que se fabrica tecnología puntera, en la que se integra el pensamiento divergente en la empresa o en la que se lanza la idea de integrar a los hombres en el feminismo. Prefiero hablar de estas luces invisibles para muchos, que merecen un poco de nuestra atención en media de esta jaula de locos en la que se ha convertido la segunda ciudad de la Comunitat.

¡Qué decidan los jueces!

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