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Monjalés secunda al fallecido Genovés sobre abusos a menores de un sacerdote promotor del arte moderno en la Valencia franquista

Alfons Roig.

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Unas afirmaciones del artista Juan Genovés, fallecido en 2020, en una biografía póstuma en la que atribuía abusos de menores al sacerdote Alfons Roig (1903-1987), que han causado impacto en el mundo cultural valenciano, han dejado de ser acusaciones de un muerto sobre otro muerto al secundarlas el pintor y escultor José Soler, de nombre artístico Monjalés. 

Monjalés, de 89 años, cuenta este viernes en declaraciones en El País y Levante-EMV que Alfons Roig, un promotor del arte moderno en pleno franquismo que ha gozado de reconocimiento cultural e institucional por su impulso a las corrientes de renovación plástica de los años sesenta, le pasó la mano por el cuello cuando era profesor suyo en la Escuela de Bellas Artes y estaban de visita en Sagunto: “‘Mira, qué profesor’, pensé. Luego puso la mano por debajo de la ropa, llegó hasta el ombligo y empezó a apretar. ¡El susto que me llevé! Le pegué un codazo, me solté y me aparté corriendo. Él comenzó a hablar como si no hubiera pasado nada”.

En el caso de Genovés, el artista no dijo que hubiese sido víctima directa de abusos, pero sí que tenía conocimiento de que se producían. Afirmó en las declaraciones recogidas en su biografía póstuma que conocía al sacerdote de la parroquia de su barrio y que “abusaba de todos los niños que podía a cambio de la comida que proporcionaba a sus padres”.

Las instituciones valencianas se han mostrado precavidas ante estas afirmaciones a la hora de replantear el mantenimiento del nombre de Alfons Roig en una convocatoria de la Diputación de Valencia o una sala del Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat (Muvim), mientras artistas y personas próximas al sacerdote, que colaboraron con él, entre ellos algunos conocidos artistas valencianos, niegan haber tenido noticia alguna de que Alfons Roig hubiera incurrido en ese tipo de conducta.

Alfons Roig, que mantuvo relación con miembros de la generación del 27 como María Zambrano, fue profesor de cultura cristiana y liturgia en la Escuela de Bellas Artes de Valencia, donde tuvo como alumnos a algunos de los artistas que protagonizaron la renovación plástica de los años sesenta, como Eusebio Sempere, Andreu Alfaro, Juan Genovés, Manuel Hernández Mompó, Doro Balaguer o Manolo Valdés. En París, donde estudió becado la arquitectura y el arte religiosos modernos, hizo amistad con la esposa de Kandinsky. En 1969 heredó la ermita de su pueblo, Llutxent, en la Vall d'Albaida, y se dedicó a restaurarla con la ayuda de la Diputación de Valencia, institución a la que donó en 1985 su colección de arte, que incluye obras de Vasarely, Julio González, Millares o Kandinsky. La institución provincial creó en 1981 unos premios que llevan su nombre.

“Yo conocí bien a Alfonso. Se decía que era homosexual, pero nunca hubo una acusación directa de abusos”, declara en El País Julio Badenes, que fue cura de la parroquia de San Juan de Ribera, en València, donde Roig fue párroco en los años cuarenta. “Soy un cura que vive con la gente. Yo visitaba casa por casa, las escuelas y nadie nunca me dijo nada, salvo un cura vejete que ya murió, que me dijo que era muy amanerado y que tocaba a los niños, pero nunca aportó nada más”.

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