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CV Opinión cintillo

La brecha de los osados

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“Plorar , no plores mai, que vindrà el dia

en què en nova unió tot florirà,

i ja junts per a sempre, serem àtoms

de l’Astre incandescent de la Unitat“

Daniel Martínez Ferrando, “La Unió eterna”, València-1911

La socialdemocracia en la Comunitat Valenciana afronta el reto de perpetuarse con dos acontecimientos destacables. El envite del president Ximo Puig para significarse en Barcelona, ante el foro visible del Cercle d’Economia, en Barcelona, que preside Javier Faus, apoyado en los dos vicepresidentess, Marc Puig y Jordi Gual. Dos pesos pesados del empresariado catalán. Con su apuesta, con Josep Sanchez Llibre de Foment, pa patronal de las grandes empresas catalanas, de invitado especial ,Puig ha sobrepasado por las vías territorial  e identitaria a sus socios principales de gobierno en el Consell del Botànic II, la formación Compromís de Mónica Oltra y al complementario, U. Podemos de Rubén Martínez Dalmau. Jugada maestra si tuviera consistencia y recorrido.

El temple

El segundo impacto se escenifica con la presentación del polémico ensayo “Nosotros, los socialistas valencianos (1977-1995)”, de Javier Paniagua, que se ofrece nada menos que como “Un ensayo socio-histórico sobre el acceso a la modernidad”. Dedicado al PSOE valenciano por la imagen de la sede, ya periclitada, del partido en València, conocida por su emplazamiento en Blanquerías. Con la presencia de personajes acrisolados del PSPV – Ciprià Ciscar, Antonio Sotillo--, periodistas de pluma acerada, estrategas y allegados, en el claustro del Palau del Temple. Sede remozada de la delegación del Gobierno en la Comunitat Valenciana, donde se dice que el ministro de Fomento, José Luís Ábalos, tiene su cuartel general de campaña.

Corredor y eje

Tal como se ha manifestado el Espíritu de Morella en Barcelona, la operación estratégica en plena la aprobación de los primeros presupuestos generales socialdemócratas del gobierno de Pedro Sánchez, es poliédrica. El eje del discurso, lejos de la retórica, está en el Corredor Mediterráneo, en las comunicaciones por ferrocarril y en la expectativa de que se aprueben y distribuyan miles de millones de euros provenientes de la Unión Europea para superar los efectos la pandemia por coronavirus. En la gestión de los fondos europeos para la recuperación, la recepción inicial del Estado miembro, el Reino de España, seguirá en los siguientes escalones: autonomías (Catalunya y Comunitat Valenciana con 12’5 millones de habitantes, que sumados con el 1’2 millones en Baleares, alcanzaría los 13’7 millones y más del 25 % del PIB de toda España). Tras el escalón autonómico, los agentes económicos –previa demostración de su representatividad y eficiencia-- recogerían el testigo para hacer llegar las ayudas a la economía real. En esta fase quedan descolgados los agentes sociales, los sindicatos que presumen de mayoritarios, Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores o las organizaciones de autónomos y ELA STV, con sus cien mil afiliados en Eukadi y Navarra.

Damnificados

Esta situación y la necesidad de dar visibilidad al problema cardinal de la financiación en Catalunya y en la Comunitat Valenciana, han actuado de reactivos. Estancamiento del que las cúpulas empresariales han tomado conciencia. Para desatascar los agravios equitativos que impiden que las zonas más avanzadas y dinámicas de la economía española recobren sus posibilidades en igualdad de oportunidades.  A partir de la entrada en vigor de los presupuestos españoles para 2021, el gobierno de coalición Sánchez-Iglesias, ejercerá el poder en plenitud, a pesar de los maleficios de la oposición y con la convicción en los grupos de presión financiera y económica, de que esta legislatura tiene todas las garantías de resistir hasta 2023. Por tanto, en vez de remar a la contra, ya no queda más remedio que establecer sinergias y complicidades. La amalgama de fuerzas opositoras de PP, Vox y Ciudadanos han dado muestra de ineficacia manifiesta, al tiempo que se han quedado descolocadas ante el reagrupamiento de una mayoría de aprobación presupuestaria que supera a la de la investidura. No hay nada más que hacer.

Fuster es el principio

En el libro de Javier Paniagua, que realmente es una miscelánea de la política valenciana en democracia desde 1977, queda muy claro que la estrategia territorial de aproximación a Catalunya, empezó con el ensayo de Joan Fuster, “Nosaltres, els valencians”en 1962. Título del que Javier Paniagua toma la pauta para plasmar el suyo: “Nosotros, los socialistas valencianos”. Acerca de  las razones que han movido a Ximo Puig a cambiar el paso con respecto a la alianza entre Catalunya y Comunitat Valenciana, Vicent Ventura, inspirador del valencianismo político racional y progresista, decía: “a mí me gusta y además conviene”. Han tardado varias décadas en enterarse y reaccionar. Uno de los “deportes” ideológicos de las mentes valencianas con poder, ha sido denostar la figura de Joan Fuster y todo el colectivo –a derecha e izquierda- del que él fue continuador y después movilizador.

Lance

Parece que Ximo Puig, con su apuesta por el establecimiento de colaboración y apoyo mutuo entre los intereses catalanes y valencianos, haya descubierto la pólvora, cuando se sustenta en varias generaciones que a lo largo de un siglo han trabajado y se han jugado el tipo por defender la evidencia de que Catalunya y la Comunitat Valenciana, padecen problemas similares que podrían combatir mucho mejor con una estrategia común. Hace unos años un grupo de empresarios asumimos, mandando el PP en la Comunitat Valenciana, la iniciativa de establecer un foro de debate y negocio que reuniera en un primer núcleo a empresarios y profesionales de Catalunya y de la Comunitat Valenciana, en defensa de los intereses comunes económicos, financieros, agrícolas, industriales, culturales, comerciales, intelectuales,transporte, turismo, de comercio exterior, territoriales y de comunicación. El intento murió por insensibilidad de las administraciones autonómicas ante un proyecto que permitiera extender la iniciativa al resto del Arco Mediterráneo. Primero europeo, para completar la operación con el frente norteafricano del Magreb, hasta Egipto, Israel y Líbano. No tiene sentido y es una afrenta que se tarde tres horas y media en ir de Valencia a Barcelona en ferrocarril, cuando todos sabemos que los mismos kilómetros entre Madrid y Valencia se pueden hacer en hora y media. Es la prueba de que el retraso y la deficiencia de las comunicaciones entre la Comunitat Valenciana y Catalunya hacia la frontera francesa, se deben a motivaciones políticas, sin perdón, únicamente combatibles con acción política.

Sin AVE

En 1989, se elaboró un amplio informe de la Cámara de Comercio de València—presidida por Enrique Silla-- sobre el tren de alta velocidad—TAV’89—en el que intervinieron expertos de alto nivel técnico y académico. En este estudio participaron entre otros, Juan Ignacio Dalmau Porta, Enrique de Miguel Fernández, Josep Baixauli, Juan A. Tomas Carpi, Salvador Miquel Peris, José María Nacher Escriche, José Luís Contreras Navarro, Damià Mollà Beneyto, Gaspar Fernández Mora y Joan Senent. A lo largo del trabajo de campo desarrollado en Alemania, Japón y Francia, pioneros en este transporte, se llegó a la conclusión de que el primer trayecto que había que establecer en España era el que recorriera el Arco Mediteráneo español desde Algeciras a Francia. Por conveniencia económica, estratégica y logística. Hoy en 2021 es el gran trazado que queda por resolver y terminar y en el que ni tan siquiera están aprobadas por el gobierno de España, las partidas presupuestarias para su financiación. Ximo Puig con su apuesta por la entente entre Catalunya y la Comunitat Valenciana ha reabierto una herida en carne viva, que ha costado a los valencianos y también a los catalanes graves perjuicios de los que nunca se podrán resarcir. Este retraso también ha sido lesivo para el conjunto de España y para las nuevas generaciones.

Impulso centenario

La reactivación del Espíritu de Morella de Ximo Puig en el frente catalano-valenciano –balear ha reavivado la labor, el empeño y el riesgo que corrieron personas de la talla de Ignasi Villalonga, Joaquim Reig, Vicente Iborra, Román Perpiñá Grau, Antonio Sarthou, Juan Barral y el marqués de Villagarcía.  Que luego prosiguió casi en solitario Joaquín Maldonado Almenar. Todos ellos en el entorno del Centro de Estudios Económicos Valencianos. El primero de su especialidad en España desde 1929. Germen de lo que fue el Instituto Valenciano de Economía a partir de 1948. De ahí salió la redacción del primer Estatut d’autonomía y el embrión de lo que después fue la Bolsa de València.

Palabras vacías

Ahora cuando emergen conceptos como la ya conocida “ Via Valenciana” de paternidad compartida entre Ernest Lluch y Alfons Cucó, la Commonwealth mediterránea, difícil de asimilar o la más original de “España de las Españas”, alguien debería insistir en que no pueden quedar en invento barato, enfático y grandilocuente. Deberían ser el resultado de muchos años de esfuerzo y trabajo ,que desgraciadamente se vieron frustrados con el advenimiento de UCD—que temía al País Valenciano--, las primeras presidencias timoratas y posibilistas de la Generalitat bajo el mando político socialista y el espeluznante erial en el que quedó esquilmada la Comunitat Valenciana, bajo los mandatos del  tahúr cartagenero Eduardo Zaplana, José Luís Olivas, Francisco Camps y Alberto Fabra. Remontar ese hándicap económico, identitario, financiero, cultural, lingüístico, de reafirmación y autoestima, es tarea ardua con difícil recomposición.

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