¿Estamos cuidando de quienes nos cuidan?
La crisis sanitaria global ha hecho que la situación actual del Estado español y del resto del mundo sea prácticamente igual, estamos un poco jodidos. No podemos llevar nuestra vida cotidiana y normal como antes lo hacíamos. La mayoría de las libertades con las que gozábamos como sociedad se han visto limitadas, bien por voluntad, solidaridad o simplemente por la fuerza de la ley. En esta época de cambio, ¿quién cuida de nosotros durante este tiempo? La primera respuesta que se nos viene a la cabeza es EL ESTADO, pero esa respuesta se queda un poco incompleta.
Además de las instituciones, fundamentalmente quienes nos cuidan son personas. Hay quienes lo hacen y además de cuidar, limpian, cocinan y arreglan la casa. Estas personas que, en su enorme mayoría son MUJERES, siempre han estado relegadas de la ecuación. Es decir, no hemos valorado del todo su trabajo (como cuando son personas externas a la familia) y lo tenemos tan naturalizado (como cuando son familiares) que pareciera que las cosas hasta podrían hacerse solas. El problema es que no, no se hacen solas y detrás de esto existe un mundo de “trabajo de cuidados no remunerado”.
Para Oxfam, el término “trabajo de cuidado no remunerado” describe el cuidado directo de personas y el trabajo doméstico para miembros de la familia y de otros hogares. Incluye actividades como el cuidado de niños y ancianos, así como cocina, limpieza, lavado e incluso en otros países, actividades fundamentales para la supervivencia y el bienestar como la recolección de agua o leña para cocinar. El trabajo doméstico está incluido en esta definición porque contribuye al bienestar de la población. En España, estas personas trabajan con salarios bajos y no son reconocidas socialmente, pero en países en vías de desarrollo además de esto, las personas trabajan en un régimen de economía informal y en situaciones muy precarias. ¿A alguien se le ocurre, en esta situación de emergencia por el COVID-19, dar por hecho o degradar el trabajo de cuidados, limpieza o sanidad con auxiliares de enfermería? Creo que a nadie, pero lo cierto es que sus situaciones son precarias, así que es “el sistema” que lo hace indirectamente.
En países de Latinoamérica como Bolivia, el tema del trabajo de cuidados es una bomba de tiempo, casualmente bastante similar a la COVID-19. En lo que respecta al trabajo de cuidados, según datos del año 2017, el 80% de los bolivianos y bolivianas que requerían cuidados por edad (niños, niñas y adolescentes menores de 14 años, y mayores de 70 años) vivían en hogares pobres o vulnerables. Esta magnitud es importante, pues representa a tres millones de personas en condición de pobreza y vulnerabilidad que requieren cuidados. ¿Quién se hará cargo de estas personas que requieren cuidados y viven en situación de pobreza? Actualmente nadie lo hace, y parece que la COVID-19 lo ha puesto en evidencia.
¿Quién nos cuida en estos tiempos? Aparte de todo el personal sanitario, están claramente las personas que realizan trabajos de cuidados, pero ¿estamos cuidando a quienes nos cuidan?. Un avance ha sido el “Ingreso Mínimo Vital” aprobado por el Gobierno que se abre a mantener el paro a las empleadas del hogar. La COVID-19 ha logrado hacer que, por primera vez en la historia, las trabajadoras de cuidados pueden acceder a una prestación pública, semejante a la del resto de asalariados. Parece que ahora el trabajo doméstico cobra algo de importancia social ya que las mismas personas que cuidan suelen ser también quienes limpian y ¡qué importante es la limpieza en esta época de pandemia!
Esta crisis sanitaria sin duda afectará mucho más a las personas que viven en situación de pobreza, ya que no tienen a alguien que cuide de ellas y no les resulta fácil simplemente “quedarse en casa”.
Las trabajadoras del hogar y el personal médico, como las enfermeras que se encuentra lidiando directamente con personas que tienen la COVID-19, son quienes tienen mayor predisposición a contagiarse y ahora nos toca cuidarlas y protegerlas, ojalá no sólo con aplausos, sino también en sus puestos de trabajo, con sus ingresos y a través de la prevención de riesgos laborales. En este sentido, Oxfam Intermón en su reciente informe: “Esenciales” desvela la precariedad que sufren las personas que se dedican a estos trabajos esenciales y propone una serie de medidas para que en la reconstrucción sus vidas y su labor sean puestas en el centro.
Estoy seguro que la situación por la que pasamos nos ha hecho abrir los ojos respecto a la importancia del trabajo de estas mujeres que, desde antes pero ahora más que nunca, es tan pero tan importante y valioso para nuestra sociedad.
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