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Ecología histórica de la pandemia

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Las epidemias no son fenómenos naturales, sino resultado de la interacción humana con el entorno. Por eso, las enfermedades infecciosas humanas son fenómenos históricos, sociales y culturales, de aparición relativamente reciente si lo consideramos desde una larga perspectiva. Sabemos que los homínidos aparecieron hace más de 2 millones de años; el homo sapiens y el neanderthalensis hace más de 100.000 años y ambos se expandieron por el continente europeo hace unos 40.000 años. Hace unos 25.000 años que los neandertales se extinguieron y el Homo sapiens pasó a ser la única especie humana sobre la tierra. En esa larga protohistoria sabemos que las primeras epidemias humanas son mucho más recientes: surgieron en el contexto de la llamada revolución neolítica hace unos 3 o 4 mil años cuando las primeras sociedades urbanas, los primeros imperios, el comercio, la agricultura, la ganadería, la esclavitud y las guerras transformaron las interacciones y relación entre los humanos y el entorno, creando las condiciones para las infecciones y epidemias, incluyendo el salto a la especie humana de zoonosis que antes afectaban a animales. La peste adquirió una dimensión alegórica, el cuarto jinete del apocalipsis, que azotaba implacable en olas pandémicas a las poblaciones antiguas y medievales. 

Con la expansión colonial y el cambio ecológico engendrado por la primera globalización, cuando los imperios europeos se expandieron por Asia, África, América y Oceanía entorno al siglo XVI, nuevas enfermedades y pandemias asolaron el mundo. La sífilis, la viruela, la peste. La viruela se convirtió en el verdugo de las poblaciones del Antiguo régimen, devastó comunidades indígenas y poblaciones de todo el mundo. Atenuada la viruela, fueron el cólera, la sífilis, el alcoholismo y la tuberculosis las principales pandemias en el contexto de la revolución industrial. Todas esas enfermedades estaban estrechamente relacionadas con las condiciones de vida de los hacinados barrios obreros y de la miseria industrial. El higienismo, el desarrollo social, las vacunas y los antibióticos hicieron mucho para hacer frente y neutralizar los condicionantes sociales de esas enfermedades. Pero en 1918, en tiempos de hambre, posguerra, migraciones, refugiados y miseria, la gripe avisó de la nueva amenaza: los virus, que eran inaccesibles a las nuevas armas terapéuticas. 

Desde sus orígenes a finales del siglo XIX la microbiología explicó que las infecciones se deben a la transmisión o contagio de virus y bacterias. Hoy sabemos que también hay proteínas infecciosas. La lógica reduccionista conduce al objetivo de erradicar los patógenos, es decir, exterminar o matar los gérmenes que provocan esas infecciones. Pero hoy sabemos tambien que la estrategia de erradicación y exterminio de virus y bacterias es absurda y errónea. El éxito inicial de antibióticos, sueros y vacunas llevó en los años 1950 a eminencias médicas a vaticinar que esa caza de microbios acabaría con las infecciones humanas. Pero la naturaleza siempre es más poderosa que la tecnología humana y exterminar un ser vivo rompe equilibrios naturales muy delicados y complejos. El historiador de la medicina Mirko Grmek propuso el concepto de patocenosis para indicar que las enfermedades no son entes aislados, sino que forman parte de un sistema dinámico del conjunto de enfermedades que afectan a una sociedad en un momento dado. Mucho antes, en 1865, decía el gran fisiólogo francés Claude Bernard que no hay otro modo de dominar la naturaleza que conociéndola y obedeciendo sus leyes.

El período de optimismo terapéutico que coincidió con la Guerra fría (1945-1989) estalló con la caída del muro de Berlín, con las consecuencias perniciosas de la globalización neoliberal. El primer aviso fue el SIDA, después el Ébola y ahora las pandemias de coronavirus actuales. Cada período histórico ha tenido sus grandes pandemias; todas ellas marcaron una época y actuaron de forma sustancial en los procesos de cambio social e histórico. Ahora es la pandemia de COVID-19, una pandemia de la globalización, en contexto de crisis mediambiental, cambio climático, migraciones e hiperpoblación.

Cada momento del pasado, cada período histórico ha tenido que afrontar la lacra de la enfermedad con formas de organización asistencial, con las reformas sociales y con investigación médica. Ese es el enfoque, porque para prevenirse de cualquier epidemia, el objetivo no tiene que ser el exterminio del microbio, sino la respuesta ecológica. Como nos enseña la historia, desde los filósofos de la naturaleza de la Antigüedad hasta la ecología actual, los humanos no podemos situarnos más allá de la naturaleza.

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