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Opinión

El ejemplo Kamala o Kamala como ejemplo

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El procedimiento de elección de los candidatos presidenciales en EEUU no es ni mejor ni peor que otros. Simplemente es. Demócratas y Republicanos enfrentan entre ellos a todos aquellos que en algún momento, unos dos años antes de las elecciones, muestran su disposición a liderar un país de 328 millones de habitantes.

Las elecciones presidenciales contra el partido adversario se inician así con un duelo interno materializado en una carrera de debates, kilómetros y propuestas singulares que dentro de sus entornos ideológicos buscan el respaldo entre los electores inscritos por cada partido. Los apoyos mediáticos y económicos a uno u otro candidato marcan sin duda las victorias o derrotas que estos van consiguiendo en los diferentes Estados. El número de delegados conseguidos al final del proceso decide quién es el candidato y quien queda denostado en el camino. O no.

Barak Obama ganó las primarias del partido demócrata en 2008 y siendo Presidente (2009 – 2017) incluyó en sus gabinetes a dos de sus rivales en la carrera de las primarias: Joe Biden y Hillary Clinton, como Vicepresidente y Secretaria de Estado, los dos miembros de mayor rango en el gobierno tras el propio Obama.

Joe Biden se enfrentó a Obama y fue su vicepresidente. Kamala Harris se enfrentó a Biden y es su Vicepresidenta.

Otros países y otras formaciones políticas tienen / tenemos procesos similares para la elección de nuestros dirigentes que deriva casi de forma inmediata en la conversión de estos como candidatos a los diferentes procesos electorales. O no.

El nombramiento de Kamala Harris como Vicepresidenta en el gabinete de Joe Biden debe ser leída como la estrategia de un líder que acabó siendo el candidato demócrata sin levantar grandes entusiasmos, ni siquiera entre sus delegados, y necesita el apoyo unánime de su partido, un peso político que solo conseguirá si es capaz de que todos los demócratas se sientan representados en el gobierno y apoyen sin fisuras, pública y privadamente, las políticas que se aborden.

Quiero pensar que Harris no es vicepresidenta solo por ser mujer. Quiero pensar que lo es porque el partido demócrata (y Biden) ha entendido que tras cuatro años de un presidente nefasto no pueden permitirse el lujo de una desconexión del electorado demócrata, pero tampoco de los miembros del partido que son quienes realmente han posibilitado la victoria en las presidenciales.

La diferencia entre un jefe y un líder es que al primero se le obedece por contraprestación de la nómina y el segundo convence sin dar a cambio más que la empatía y la confianza de que es el camino adecuado. La habilidad para unir contrincantes y hacer de ellos los mejores aliados es propia de un líder. Obama lo consiguió. La mayoría confiamos en que Biden siga su estela y Kamala sea el ejemplo de lealtad y continuidad.

*Mercedes Caballero, secretaria general PSPV-PSOE provincia de València

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