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La política valenciana es subsidiaria

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“El temps impertorbable, passa

i, quan passa, desfà.

Desfà la pedra que féu la casa,

desfà la casa,

desfà la memòria de la casa.

¿On les veus que l’habitaren?

Qui abandona, condemna.

Qui roman, salva“.

Marc Granell. “L’Horta nostra”; València-2002

La subsidiariedad ha sido característica predominante en la política valenciana desde las consecuencias trágicas de la sublevación que perpetró el general Franco desde Canarias en julio de 1936. Las consecuencias bélicas para el País Valenciano provocaron la fulminación de toda la prensa preexistente antes del conflicto y el exterminio de los rescoldos perseguidos y zaheridos de los resortes políticos que lograron sobrevivir a la lucha fratricida y cruenta en el territorio que albergó al Gobierno huido de la República cuando abandonó Madrid. En octubre del 37, los ministerios se repartieron por la ciudad de València y Manuel Azaña se refugió en la sierra Calderona, en la finca de La Pobleta–búnker incluido–, de la familia Noguera, al abrigo de la cartuja desamortizada de Porta Coeli.

Sin fuerza ni memoria

Los gobernantes estatales huyeron hacia Barcelona. Los supervivientes, que representaban a las fuerzas políticas autóctonas, quedaron a merced de los vencedores que consideraron al rescoldo del Regne València ¿Región? –a derecha e izquierda– como tierra hostil y conquistada. Las posibles vocaciones políticas valencianas con expectativas fueron perseguidas y amenazadas para que abandonaran toda esperanza: Luís Lucia Lucia, Ignaci Villalonga i Villalba, Joaquim Reig i Rodríguez, Roberto Moróder, Martín Domínguez Barberá, José Duato Chapa, Julio Pérez González, Joaquín Maldonado Almenar, Isidro Guardia -alias Leopoldo Arribas–, Emilio Attard Alonso –reenganchado en UCD–, José Cano Coloma. La purga siguió con las nuevas levas que trataron de reconstruir el andamiaje político valenciano: Vicent Ventura Beltrán, Francesc de Paula Burguera, José Vidal Beneyto, Vicent Ruíz Monrabal, Rafael Calvo Serer. No se recuperó ningún representante, ni de la Derecha Regional Valenciana ni de otros muchos grupos políticos monárquicos, blasquistas, autonomistas, anarquistas, socialistas ni de afectación cultural o universitaria y del conocimiento, el arte o el pensamiento. Y la subsidiariedad sigue.

Partitura pautada y creíble

La proximidad de las elecciones autonómicas y locales, además de embestir en carne viva, aconseja el balance de lo resuelto y de lo que se ha quedado por hacer. Por medio, todo aquello de lo que quedó en la nebulosa, inconsciente de las consecuencias sin intención de orquestar un plan de actuación previamente establecido. Cuando hay una partitura del concierto y el director lo asume en plenitud, puede que al cabo de los ocho años que duró el concierto –en el caso valenciano, el Consell del Botànic, 2015-2023– queden sin abordar las partes espinosas o las que requieren mayor esmero e inteligencia. En la pauta de la partitura quedan vacíos e interpretaciones erróneas aunque perviva el cuerpo de oberturas, leeds, arias y aquel do de pecho tan deseado. ¡Qué bien nos quedó aquello! ¡O por muy poco no conseguimos –Feria o Puerto– el objetivo integral de nuestro propósito nuclear! El resto quedará en la recámara para las nuevas oportunidades que, sin duda, nos brindará el público fiel con su voto. El que sabe comprender y tan bien soporta los renuncios y flaquezas.

Motivar al elector

Los electores valencianos no son conscientes de que el porvenir del País Valenciano se va a decidir el próximo 28 de mayo. El resultado depende de distintas variables: el tiempo de playa y solaz ya es un riesgo para que el votante se sienta llamado a las urnas. La participación en los comicios será decisiva. ¿Qué hacen los partidos políticos para motivar al electorado? ¿ Lo importante serán las fallas, el trasvase Tajo-Segura, el turismo de sol y borrachera, el anticatalanismo feroz resurgido de la extinta Batalla de València, la subida de impuestos a los más beneficiados, el castigo a los propietarios de pisos “a louer”, la culminación de la terminal de contenedores en los puertos, los muelles para cruceros de lujo, el cantonalismo rampante de Alicante ciudad, el ansia de enriquecimiento impropio que no cesa? Es posible que cada cosa por su lado y en conjunto, compongan un salmo de agravios que incline la balanza hacia un lado u otro. También se podría enfocar el rayo esclarecedor hacia las omisiones y los aciertos. Se debe empezar por reconocer los fallos y las lagunas en la acción de gobierno. ¡Qué sano es ser sincero y humilde! La tentación sectaria y la existencia de camarillas amenazan la libertad de expresión. Los medios de comunicación, si crecen y perviven en libertad y sin interferencias, garantizan a los gobernantes, primero y a los ciudadanos, después, la oxigenación informativa. Sin subvenciones ni consignas que enrarecen la atmósfera imprescindible para discernir y crear criterio. La opinión pública sólo existe si es libre y se manifiesta con conocimiento de causa, frente a los abusos del poder.

Logros y quimeras

¿Qué han hecho nuestros gobernantes para aumentar su credibilidad durante los últimos años? Seguramente han desarrollado con bastante discreción una política de perdurable reindustrialización. Habrán culminado con éxito el Corredor Mediterráneo ferroviario para que las mercancías de las empresas lleguen más rápido y mejor a sus destinos exteriores. Habrán conseguido que las Ferias de València y Alicante multipliquen sus muestras y eventos para equipararse a los principales recintos feriales de Europa (París, Berlín, Milán, Dusseldorf, Frankfurt, Colonia). La sanidad pública autóctona habrá alcanzado las cotas de calidad y servicio del País Vasco y Navarra, por ejemplo. La economía valenciana habrá avanzado en diversificación y estabilidad. Tendremos un modelo económico propio de alta solvencia en productividad y competitividad. Estaremos entre las zonas turísticas donde se ha conseguido disminuir la oferta casposa de sol y playa e incrementar la calidad de los visitantes de alto poder adquisitivo. Cada vez más interesados por el paisaje, la tranquilidad, el sosiego y unos alicientes culturales que satisfagan a quienes vienen y mejoran las expectativas de los valencianos que merecen respeto y consideración como contribuyentes. Los pueblos y las conurbaciones, que dan vida y sentido a su comarca, se habrán sentido respaldados y satisfechos en sus reivindicaciones para no acusar agravios comparativos. Ni desigualdades entre ellos ni con las capitales que siguen atrayendo a los jóvenes y a quienes buscan nuevas alternativas vitales. Y no cabe duda que han resuelto el gran dilema de financiación que ha mermado las posibilidades de crecimiento y felicidad a lo largo de los últimos treinta años Se puede dar por solucionada la justa financiación autonómica y las inversiones inexcusables para la Comunidad Valenciana por parte del Gobierno que manda en el Reino de España. Puestos a soñar…

La oposición se divierte

Frente a estos hipotéticos logros se posicionan las fuerzas de la oposición, ya reducida al conservador Partido Popular– la derechita cobarde– y el ultraderechista Vox, de palo y tente tieso. La ocurrencia de Ciudadanos no se ve a partir de junio. El ocaso. De todo lo que reprochan al Consell del Botànic y de sus inevitables carencias, se muestran especialmente excitados con el pancatalanismo que estremeció a Núñez Feijoo y predica su peón alicantino, Carlos Mazón. A partir del verano de 2023, si consiguen tomar la Generalitat Valenciana, la dividirán como un melón en tres partes provinciales: Alicante, Castellón y València. Se la merendarán con la mirada puesta en la reimplantación de fórmulas superadas del régimen franquista: el ‘Levante’ español o el ‘Sureste’. Engendros territoriales que encuentran en el territorio ‘amigo’ de Murcia a sus principales valedores capitaneados por: Vicente Martínez Pujalte, José Manuel García Margallo, Teodoro García Egea–ya en la mejor vida privada– Fernando López Miras y los hermanos Pablo y Manuel Broseta Dupré, presidente de Conexus, al amparo de la Generalitat de Ximo Puig. Otro acierto.

Sillones y sofás

Tras las experiencias escasamente confortantes del cuarteto presidencial del PP –Zaplana, Olivas, Camps y Fabra, especímenes al servicio de intereses obscuros– Ximo Puig, con el apoyo del PSOE y Compromís, inició su andadura política-económica–empresarial en 2015 con la escena del sofá con Juan Roig en el Palau de la Generalitat. Atadas y bien atadas quedaron las inquietudes de los magnates económico-empresariales sin que ni la patronal CEV ni las Cámaras de Comercio fueran llamadas a consultas ni parecer. Ahora en 2023 se necesita el diseño de un proyecto exhaustivo que incluya la estrategia integral para los próximos cuatro años sin sillones y sofás previos.

¿Tienen un plan?

¿Dónde y cómo se quiere que llegue la Comunidad Valenciana estatutaria a la categoría de país emancipado? La encrucijada geopolítica incluida la organización territorial por comarcas con recursos y personalidad propia. El resurgir cultural–con la lengua aprendida de nuestros padres que nos diferencia y enaltece, por delante– en eventos y episodios que consoliden la peculiaridad de los valencianos. ¿Si no sabemos defender lo nuestro cómo podemos ayudar a los demás? El espaldarazo económico diversificado del País Valenciano que contribuya a la felicidad de sus habitantes: reindustrialización, modernización agroalimentaria, racionalización de las infraestructuras necesarias para que, por fín, este país pueda ser competitivo. Establecimiento de un modelo económico, a la medida, que lleve a las empresas autóctonas a la excelencia de la productividad. El sector servicios, tan en auge, se tendrá que rediseñar para que sea rentable no sólo para las empresas del sector: hoteles, restaurantes, campings, bares y establecimientos de sol y playa. Las comarcas de interior también tienen derecho a recibir su parte del pastel turístico y del otro. El interior pide a gritos garantías de supervivencia para evitar el abandono y la calidad de vida exigible. Para todo esto se requiere alcanzar cotas de financiación autonómica justa con aportaciones de inversión adecuadas para que los pueblos y comarcas valencianas no se mueran de asco. Este Plan de Actuación es el que los ciudadanos están esperando de sus líderes políticos. Los que además de llenar plazas y garitos mitineros sean capaces de recomponer y recuperar el País Valenciano para las nuevas generaciones. 

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