Al PSPV se le paró el reloj
Para evitar malentendidos diré que, tras 40 años de votarles, salvo una vez en que me confieso que me equivoqué, creo firmemente en la buena fe de este partido. Y que lo que me mueve al escribir este artículo no es otra cosa que la intención de hacer reflexionar a sus dirigentes sobre el error que están cometiendo al apoyar, expresa o implícitamente, la ampliación del Port de València. Porque de creer en otro tipo de motivaciones no me habría molestado en sentarme delante del ordenador.
Y cuando hablo del reloj me estoy refiriendo a que el tipo de justificaciones que aportan, siempre cuando no tienen más remedio y con la boca pequeña lo que hace sospechar alguna falta de convicción, tanto el President Puig, como nuestra europarlamentaria Rodríguez Piñero, vienen en resumen a proclamar la supuesta compatibilidad entre la sostenibilidad y el crecimiento económico, unas ideas que ya fueron desmentidas hace 50 años por el Club de Roma, por no hablar de todas las pruebas acumuladas desde entonces de que lo único compatible con el crecimiento económico industrial sin límite es el inevitable aumento del volumen de CO2en la atmósfera, y su resultado evidente en forma de Cambio Climático.
Así que ante las consecuencias de seguir defendiendo, o no, la ampliación del Port el PSPV tiene un problema muy simple: debe decidir si sigue apoyando una infraestructura costosísima, no sólo en términos económicos, sino sobre todo en empeoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos de la capital y su área metropolitana, o si deja de marear la perdiz y hace frente a su responsabilidad ante los ciudadanos, tanto los que le votan como el resto de la población, ya que el problema nos afectará a todos, como de hecho ya lo está haciendo.
Asumiendo que los intereses empresariales deben ser tenidos en cuenta, también tengo mis dudas sobre el grado de convicción de la mayoría de nuestro tejido productivo sobre hasta qué punto la ampliación es necesaria para sus actividades. Y también si las posiciones pro ampliación de dirigentes de los partidos de la derecha son genuinas o sólo responden a la ideología y exigencias de la disciplina partidista; porque con todo el volumen de información existente sobre el futuro de la globalización en un mundo en emergencia climática, y asumiendo que su capacidad intelectual es más que suficiente para sumar dos más dos, dudo que en su fuero interno sus conclusiones difieran mucho de las aquí expuestas.
Y si el PSPV no debe olvidar que sus intereses son los del pueblo valenciano, y no los de algunos de los empresarios que contribuyeron a costear la multa fiscal del emérito; tampoco debe ignorar que los objetivos del PSOE de Madrid no tienen por qué coincidir con los suyos, como prueba, una vez más, la decisión de invertir en el “corredor mediterráneo” que al parecer pasa por Madrid lo que debería gastarse aquí.
Lo dije hace tiempo, y lo repito ahora: son tiempos de gigantes con sentido de Estado, que piensen en el futuro de su gente y no de enanos sólo preocupados por mantener la poltrona en las próximas elecciones.
3