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CV Opinión cintillo

Muface como paradigma

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La vida cotidiana es para la mayoría de la población una mezcla de preocupaciones personales: salud, dinero y amor, como dice la canción; y de inquietudes generadas por el modo en que los gobernantes influyen en aquellas. Pero es un hecho que cualquier decisión adoptada por los políticos tiene un impacto en las preocupaciones personales. Simplificando podemos mencionar los ámbitos de la Sanidad; las leyes laborales, o la vivienda, como aspectos que afectan a cada una de esas preocupaciones personales.

Y también, hablando con palabras comprensibles para la mayoría, es evidente que hay dos grandes formas de gobernar: una que busca beneficiar a una minoría privilegiada, y otra que pretende ampliar los beneficios de vivir en sociedad a la mayoría de los ciudadanos. Y también es cierto que, a pesar del número diferente de personas de cada uno de estos grupos, a menudo las elecciones son ganadas por quienes favorecen los intereses de la minoría.

Nada más lejos de mi intención el considerar faltos de criterio a quienes votan en contra de sus intereses; sino todo lo contrario: considero que en su voto hay motivaciones que sería conveniente conocer como paso previo a esperar cualquier cambio del sentido de ese voto. Y ya sé que vivimos un tiempo de desinformación, que lleva interesadamente a hacer creer que todos los políticos son corruptos; y que el mundo se mueve condicionado por poderosos medios que descalifican la Democracia como un sistema obsoleto que hay que sustituir por regímenes autoritarios, dirigidos por quienes controlan esos medios. Es pues comprensible que la percepción de muchas personas se encuentre condicionada y que estas sean más receptivas a mensajes apocalípticos, con las consecuencias electorales que hemos visto recientemente en Argentina o en EEUU.

Ante este panorama, desde una posición progresista no encuentro ningún beneficio en plantear grandes proyectos a medio plazo, (un tiempo que en política no existe), ni tampoco enzarzarse en batallas dialécticas diarias para satisfacción de los propios militantes. Un gobierno que se dice de izquierdas justifica su existencia cuando adopta decisiones de izquierdas, y se preocupa de explicarlas claramente a la sociedad.

Y, con todas las limitaciones que plantea el respeto a las mayorías y nuestro sistema autonómico, de competencias transferidas, considero que el asunto MUFACE, y los otros similares para los estamentos militares y fuerzas del orden público, brinda hoy al gobierno una oportunidad de oro, que no hay tantas, para empezar a actuar con ejemplaridad eliminando privilegios injustificados de unos servidores públicos cuyas retribuciones y condiciones están, además, muy por encima de las del resto de trabajadores. Si se quiere comenzar a recuperar la credibilidad de los desengañados esta es la ocasión de actuar en la dirección correcta.

Sería muy conveniente que se hiciera público un análisis comparativo entre el coste real  para el Estado de estos seguros privados para funcionarios públicos, con los incrementos ofrecidos ahora; y el incremento en las dotaciones de personal y medios que se podría incorporar a la Sanidad Pública con este dinero. Es posible que el resultado fuera, no solamente no empeorar el servicio que ahora prestan Muface y cía, sino frenar la degradación a la está siendo sometida la Sanidad Pública con las políticas privatizadoras de las derechas.

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