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CV Opinión cintillo

El José María Ángel que yo conozco

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Vanitas vanitatum, et omnia vanitas (Eclesiastés 1:2)

Como vecino de L´Eliana desde hace los años 80, y antes veraneante desde finales de los 50 del siglo pasado, creo poder afirmar que la noticia de la dimisión de José María Ángel de todos sus cargos institucionales y orgánicos dentro del PSPV, por la presunta falsificación hace más de cuarenta años de un título universitario en su proceso de admisión para un cargo de la Diputación Provincial de Valencia, ha caído en el pueblo como una bomba de racimo. Y, aunque todavía no he pisado sus calles, no me cabe ninguna duda de que este hecho es desde ayer el asunto que monopoliza todas las conversaciones.

Creo poder afirmar que si había alguna persona del pueblo por la que la mayoría de vecinos, de cualquier ideología, estaba dispuesta a poner la mano en el fuego, ese era José María. Sus 18 años como alcalde contribuyeron a hacer de L´Eliana lo que hoy es: un pueblo admirado y envidiado en la comarca del Camp de Túria. Su carácter abierto y siempre accesible a cualquiera hacían muy difícil que pudiera moverse por las calles sin tener que pararse a cada paso. E, incluso cuando fue nombrado por el President de la Generalitat como Secretario Autonómico de Seguridad y Emergencias, al estar el Centro de Coordinación de Emergencias en nuestro municipio, hubo gente que tardó en enterarse de que José María había dejado la alcaldía, y lo seguían tratando como alcalde.

Mi relación personal con él viene de nuestra común afición a lo que ahora llaman el running, algo en lo que influyó nuestro común amigo y convecino Toni Lastra. A partir de los muchos Km compartidos por los caminos del pueblo, fuimos desarrollando una amistad entre dos personas de un carácter similar: cálido, pero distante. Él casó a mi hija Ana en una ceremonia en la que hizo mención a la Ítaca de Kavafis; y, más tarde, cuando terminé mi licenciatura en Políticas, participé en un estudio sociológico que se le encargó a mi amigo Joan Gonçales. No hace falta decir que por todo lo dicho la palabra que mejor describe mi estado de ánimo es desolación.

En una situación como la presente sería comprensible sacar a relucir el consabido “y tú más” para exigir su dimisión a otros pillados falseando sus currículos; o comparar la actuación de Ángel desde su puesto de Emergencias en los días anteriores, actuales y posteriores de la Dana que asoló la Vega Baja en 2019, con la de Argüeso el 29O del 2024; pero entiendo que de nada sirve bajar al barro; y que será más propio el tratar de aportar un punto de vista razonado sobre las causas de lo ocurrido.

El gran sociólogo Max Weber, hace ya más de cien años estableció una distinción clara entre la Explicación y la Comprensión. Definía la Explicación como el proceso en que se justificaba causalmente un hecho, siempre en base a leyes generales. La Comprensión, por el contrario, busca encontrar el sentido subjetivo de los hechos de las personas, el por qué hacemos algo, porque solo desde la comprensión podremos explicar la acción realizada, y sus efectos en el ámbito social.

En el caso que nos ocupa, siempre desde la presunción de inocencia, la falsificación de un título universitario que, salvo error, no era imprescindible para optar al puesto porque bastaba con el bachiller superior, se puede explicar por la intención de demostrar una preparación sobresaliente ante los demás. es decir, por el “pecado” de VANIDAD del que ya nos habla la Biblia.

No deja de ser triste que una grave irregularidad, presuntamente, cometida hace 40 años venga a manchar una trayectoria personal tan brillante como la de mi amigo José María. Pero tampoco puedo pretender evitar que la Justicia haga, espero que haciendo honor a su nombre: justicia. Solo espero que mi amigo, como cualquier otro ciudadano, tenga todas las garantías para defenderse ante cualquier instancia, judicial, política o social. Y, en cualquier, caso espero que el José María que yo conozco siga considerándome su amigo.

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