València, hoy también republicana
Las elecciones municipales se acercan y nos jugamos retroceder al caciquismo y la corrupción o seguir avanzando en derechos. Por eso hoy queremos plantearle una mirada distinta (del Ayuntamiento y de la ciudad), una mirada histórica pero a la vez cargada de futuro, unida por el hilo del republicanismo.
Nuestro Ayuntamiento fue la sede de la soberanía popular de todo nuestro país fruto de la necesidad y la urgencia cuando el fascismo cercó Madrid. Un orgullo agridulce empañado por la crueldad de un golpe de Estado contra la legalidad y la democracia.
Largo Caballero y su gobierno trasladaron la capitalidad a València y Las Cortes a nuestro Ayuntamiento, donde celebraron dos reuniones plenarias, es decir, la sede de la voluntad popular de nuestra ciudad un día lo fue del conjunto de todo nuestro país, y precisamente lo hicimos, como ciudad, cuando el contexto era el más duro posible.
Valentía republicana, una valentía decisiva para gobernar en un contexto de guerra, al mismo tiempo avanzando en derechos y también acogiendo a miles de refugiadas y refugiados de otros territorios.
València se convirtió en el centro de la actividad intelectual y la cultura republicana a partir de ese momento. Frente al avance del odio y la intolerancia nuestra ciudad se convirtió en un bastión para la defensa de la igualdad y la justicia social. Hoy es más necesario que nunca reivindicar los valores de aquellas personas que defendieron la democracia y cuyo legado nos permite no solo comprender el presente, sino plantear un proyecto político de futuro en el que las valencianas tenemos un papel fundamental.
Nos gustaría reflexionar sobre cuáles son estos valores republicanos, solo así podremos comprender por qué son tan necesarios en un momento como el actual. Para ello no debemos irnos muy lejos: el escritor y político valenciano Vicente Blasco Ibáñez, a cuyas novelas debemos uno de los más completos y afinados retratos de nuestra sociedad, se declaraba “un romántico de la República”. En su intensa actividad política luchó por la independencia del poder judicial, el respeto a nuestra realidad plurinacional o la separación entre la Iglesia y el Estado, entre otros. En su opinión, la República era “hija legítima” de intelectuales como Rosseau o Voltaire y los sans-culottes de la Revolución Francesa. En efecto, sus ideas se inspiraban en los ideales de la Ilustración, a saber: la separación real de poderes, la soberanía popular y, en definitiva, el ejercicio de la razón frente a la creencia y la manipulación. Juzguen ustedes si hemos avanzado lo suficiente como para dejar a un lado estas cuestiones.
Durante el desarrollo de la Guerra Civil, se celebra en València el II Congreso de la Alianza de Intelectuales Antifascistas con el fin de defender el gobierno democrático. Nuestra ciudad se inundó de prensa republicana, actos en repulsa del fascismo y publicaciones de autoras como María Zambrano, Rosa Chacel, Rafael Alberti o Max Aub. Mujeres y hombres que compartían un horizonte común, un horizonte marcado por la conquista de derechos sociales, la lucha contra el militarismo y la corrupción, la universalidad de la educación, la igualdad entre hombres y mujeres o la universalización de la salud.
Esta lucha por remover los obstáculos que nos dominan contra nuestra voluntad y que combate el republicanismo siguen dominando hoy nuestra sociedad: alquileres desorbitados, vaciamiento de la sanidad pública allí donde gobierna la derecha, guerra en Europa como pretexto para que las grandes fortunas se lucren a nuestra costa… El republicanismo nos conecta directamente con estas luchas.
El republicanismo va más allá del cuestionamiento de la jefatura de estado. Bien es cierto que en pleno siglo XXI la monarquía es vista mayoritariamente como una institución caduca, atravesada por la corrupción y el escándalo. La paradoja es que las reformas constitucionales que necesita nuestro país no se llevan a cabo por el temor a abrir el melón de la cuestionada monarquía. Es el bipartidismo y algunas de sus escisiones (PP, PSOE o Vox) quienes tumban de forma sistemática las comisiones de investigación para que el rey emérito rinda cuentas ante la justicia como cualquier otro ciudadano, mientras sigue riéndose de nosotras en Dubai.
Con todo, conviene tener presente que más allá del rechazo a una monarquía corrupta alineada con los sectores más reaccionarios de nuestra sociedad, el republicanismo representa unos valores que han encontrado un arraigo y un impulso indispensable históricamente en nuestra tierra.
Son estos valores los que nos permiten plantear el modelo de ciudad que queremos; son estos valores los decisivos para poner a las valencianas en el centro de un necesario proceso de profundización democrática para nuestro país y en nuestra ciudad.
*Pilar Lima y Lara Manyes, candidata a la Alcaldía de València y número 2 por Unides Podem - Esquerra Unida
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