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El plan b de Casado

Mercedes Caballero

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La efectividad de las medidas que los gobiernos implementan para la consecución de objetivos es sin duda el mejor baremo para medir la satisfacción en la gestión. Opiniones en un mundo repleto de “especialistas en todo” ya sabemos que cada uno tiene la suya, y librillos en los que apoyarse para la crítica – sea esta constructiva o destructiva – también.

El Estado de Alarma decretado por el Gobierno el pasado 14 de marzo levantó las discrepancias esperadas por su excepcionalidad. En todos los ámbitos se apreciaron suspicacias, escepticismo y miedo a lo desconocido. Preocupación mayoritaria por la salud física a la que se unía la incertidumbre económica al futuro. Trabajadores, empresas, … vieron calmadas sus inseguridades conforme se iban aprobando las medidas concretas para paliar en la medida de lo posible los efectos de la crisis sanitaria. No dejar a nadie atrás no ha sido solo un slogan, ha sido y sigue siendo un objetivo y un compromiso del Gobierno de España.

Y ha sido precisamente el estado de alarma el instrumento que está permitiendo controlar la pandemia. Aunque el virus no ha desaparecido hoy nos encontramos en una situación que permite iniciar las fases de desconfinamiento para la ciudadanía, pero para ello es indispensable que se apruebe la nueva prorroga del estado de alarma por que solo bajo las restricciones básicas de la movilidad de la ciudadanía nos aseguramos la contención de los contagios y por tanto la no propagación de la covid-19.

No soy ni epidemióloga, ni especialista en ninguno de los campos que hoy cobran importancia. Solo soy una ciudadana que escucha, observa y analiza las acciones y actitudes de mi entorno en la cola del horno, la farmacia, el supermercado y desde el sábado en los paseos en el radio de un kilómetro de mi domicilio. Y entiendo lo que nos jugamos. Nos estamos enfrentando a lo desconocido y la mayoría lo hacemos con un espíritu colectivo que incluye sin duda el interés personal, porque de mí también depende la salud colectiva.

El Gobierno no ha tenido en ningún momento el apoyo del resto de fuerzas políticas. Unos por su incapacidad y otros por su búsqueda de réditos electorales, se han puesto de perfil en el mejor de casos. Las sucesivas prorrogas al decreto del 14 de marzo se han aprobado con los votos afirmativos de partidos cuyos representantes han dirigido duras y demagógicas críticas al Presidente Sánchez y todos y cada uno de los miembros del Gobierno. Las propuestas alternativas a las medidas que se iban tomando para “no dejar a nadie atrás” han sido nulas e incluso en algún momento tardías - como esa de Casado de habilitar áreas de servicio para los transportistas cuando la disposición hacía más de 40 días que estaba activa-. Y me reservo los calificativos al mencionar los incumplimientos reiterados de representantes de este partido respecto a “distancia social y confinamiento individual”. Lo de Ifema merece capítulo aparte.

Pero ¿qué supondría que el miércoles no saliera adelante la prorroga propuesta por el Gobierno?. Sin duda una vuelta a la casilla de salida en el ámbito sanitario y una desprotección sin límites para la ciudadanía. Todas las medidas aprobadas e implementadas por el gobierno vienen supeditadas a ese estado de alarma que el PP fundamentalmente se “está pensando si apoyar”. No me vale señor Casado, no me vale una indefinición, no me vale una excusa basada en que es una medida prescindible porque no lo es. No me vale porque su alternativa es una vuelta a la normalidad de forma abrupta que daría como resultado sin duda alguna un nuevo repunte en los contagios por el covid-19.

Y ¿qué pasaría con todos esos trabajadores que hoy están afectados por un ERTE?, y ¿con las ayudas a los autónomos?, y ¿con los sanitarios contratados como apoyo en hospitales?,…. Yo se lo diré por si aún no se ha enterado: quedarían desprotegidos sanitaria y socialmente, porque todas las medidas se tomaron con una vigencia acorde a la del estado de alarma.

Ya sabemos que su ocupación / preocupación no es precisamente la situación individual de los 47 millones de españoles, que usted le va más eso de pasar revista a escuadrones a pesar de no tener competencia para ello, pero al menos mantenga la inoperancia de las últimas semanas y no dificulte aún más el trabajo de quienes se están dejando el alma por sacarnos a todos – a usted y sus acólitos incluidos- de esta pandemia mundial.

Pedro Sánchez no va a perder el tiempo en contestarle, supongo que lo escuchó el sábado cuando afirmó que “las críticas no salvan vidas, la gestión sanitaria sí”, pero yo sí señor Casado, porque todo tiene un límite y el de mi paciencia lleva semanas superado. Se puede trabajar a favor de todos, ponerse de perfil o articular contras promoviendo caceroladas contra el aplauso de las 20 horas, pero no se puede rechazar la prorroga del estado de alarma a la vez que defiende un Estado fuerte. No hay posibilidad de Plan B. No señor Casado, porque ¿cómo protegeremos a los trabajadores ante la incertidumbre del futuro? y ¿cómo limitamos la movilidad para no volver a expandir el virus?. Si la prorroga no sale adelante y hay repunte de contagios, ¿a quién le pedirá que asuma la culpa?. Si ese es su Plan B nos sumirá a todos en el caos. Tenga por seguro que la ciudadanía le pedirá cuentas a usted. Ahora haga lo que considere, puede mantenerse como jefe de la oposición o convertirse en el líder de la derecha española, la diferencia es abismal.

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